Los guardas de monte

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Este es el segundo de los artículos que se prometía en otro anterior del 19 de febrero sobre la recogida de desertores.

El cuidado de los montes siempre ha merecido una atención especial en todos los pueblos. Las razones para ello son sumamente fáciles de entender: no solamente proporcionan leña con la que cocinar los alimentos, sino también material de construcción para las viviendas, pastos y otros tipos de alimentos (por ejemplo bellotas) para el ganado y facilitan la cría de caza. Cuidarlos se convertía en un asunto de supervivencia. Por todo esto no es de extrañar que en las ordenanzas de los pueblos se castigue con la mayor multa que podían imponer los alcaldes pedáneos a quienes infringieran ciertas normas relacionadas con su cuidado como en el caso de cortar un pie de árbol sin el permiso del Concejo.

En la lámina que se ha puesto como ilustración se puede leer cómo todos los montes dependían del equivalente a un Ministerio de Marina. La explicación de ese hecho está en que era la única forma de que los astilleros pudieran construir barcos, fundamentales para el traslado de viajeros y mercancías a la América hispana y para la defensa de esas rutas.

 

Autor: Martín Turrado Vidal Licenciado en Filosofía y Letras, rama de Historia, por la UNED (1981) Máster en Documentación (1993). Cronista Oficial de Valdetorres de Jarama Vicepresidente del  Instituto de Historiadores del Sur de Madrid, “Jiménez de Gregorio”. Vocal de Publicaciones del Foro para el Estudio de la Historia Militar de España.

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