Demagogia vs Constitución

diada_2021
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Vivimos inconscientemente regidos por un régimen totalitario, un sistema social que, empujado por décadas de discursos unidireccionales en torno a un mensaje, provoca actuaciones injustas, incluso antijurídicas que se blanquean por un ajusticiamiento histórico que condena sistemáticamente a la mitad de la población. La dictadura de lo simple: combatir con injusticia genérica lo concreto injusto, y no, en este caso multiplicar por sí mismo el negativo no da el positivo.

La dictadura de lo políticamente correcto, se llamaría. Pero, ¿Qué es lo  correcto? En estos tiempos existen mensajes absolutos, situaciones de hecho expresadas y no comprobadas que parten de la verosimilitud como premisa, actos declarados y no cuestionados que consiguen desvirtuar impune e injustificadamente la presunción de inocencia y con ello nuestra norma suprema. La esencia propia de nuestra convivencia es papel mojado ante la demagogia.

Existen personas convertidas por el propio sistema en víctimas por nacimiento, y, claro, no hay víctimas sin verdugos. Hay seres de luz capaces de tutelar a todo un género, a quienes consideran de facto incapaces de siquiera conseguir condiciones dignas de vida por sus medios. Puros intereses políticos han logrado establecer un mensaje injusto, pueril, pero extremadamente eficaz.

Hay buenos y malos, sí, siempre los ha habido, pero generar normas que establezcan una inversión de la carga de la prueba en todos los órdenes jurisdiccionales por cuestiones de género, sexo, raza o condición sexual provoca algo peor que lo que presuntamente se intenta evitar. Una democracia no se puede permitir a un inocente condenado, no puede establecer una condición preliminar de inferioridad de una de las partes ante procesos de contradicción judicial, no debe obviar derechos fundamentales por la dictadura de lo políticamente correcto ni dejarse llevar por discursos que generan un océano de ciencia con medio milímetro de profundidad.

Nos dirigen, nos anestesian el cerebro, cerebros que ya funcionan al son de quienes se lucran de estos discursos, que cada vez son más. Seguimos caminando pendientes de una zanahoria de plástico, y  pobre del que se pare a pensar.

Pablo Cambronero Piqueras para h50 Digital

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