“¿Eh amego tiene un segarro?”: el viral preludio de un delito

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Las redes sociales están inundadas de una frase con cierto acento africano. No se trata de una casualidad. Una pregunta escrita literalmente tal cual se suele pronunciar se extiende como la pólvora entre los usuarios. Se trata de una pregunta no exenta de polémica: “¿Eh amego tiene un segarro?”.

Nos encontramos ante una frase reivindicativa que esconde un alto nivel hartazgo social ante el incremento de delincuencia de origen magrebí y argelina. Investigando en la red, desde h50 se considera que el origen de esta pregunta viral se puede encontrar en Barcelona. Concretamente en la zona de El Raval y otros enclaves turísticos. La cuestión no es otra que denunciar el incremento de robos con violencia cometidos por delincuentes de origen marroquí.

Esta es la frase que suelen utilizar los violentos para aproximarse a su víctima generando cierto grado de confianza para recortar distancia y acorralarla entre dos o más personas. A posteriori, se ejecuta la agresión. El recurso más utilizado es la técnica del mataleón,  estrangulamiento del cuello que provoca una pérdida de conciencia. También es frecuentemente usada la técnica del Ronaldinho en la que el delincuente introduce una pierna entre las de la persona a la que pretende robar simulando un regate futbolístico para así desestabilizarla.

Varios medios han confirmado que hasta el 80% de los delincuentes de Barcelona son extranjeros. Las cifras dan lugar a un urgente plan de seguridad para erradicar esta problemática que se vive en la ciudad y más concretamente en el barrio de El Raval. Son noticias que analizan robos con violencia donde se emplean las técnicas citadas con anterioridad. Con otros modus operandi no exentos de un mayor riesgo para la integridad física de las personas como lo son el empleo de armas blancas.

Recortes de prensa vinculando el incremento de la violencia con delincuentes de origen magrebí o argelino

Cuando un ciudadano escucha esta frase tiene grandes posibilidades de convertirse en víctima de un delito. No es una cuestión de racismo ni de xenofobia, es una cuestión de cifras y de estadística que no gusta a cierto sector político y que se trata de “maquillar”. La problemática es real y se palpa en el entorno urbano. Consecuentemente se extiende a las redes sociales y se reivindica más seguridad con tintes de ironía.

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