Apalear policías: oportunismo en la Línea de la Concepción

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Esta semana estamos con el debate por la agresión a un compañero en la Línea de la Concepción, son numerosas las voces que siguen diciendo que todo es cuestión de más números: más dinero para el Campo de Gibraltar, un complemento económico más alto, más medios, más tecnología, más formación, más policías, en definitiva, más de todo para seguir funcionando igual. Pero hay que plantearse si estamos ante un problema de cantidad o de calidad, y si ese “más de todo” tan necesario y justo, no debe también ir acompañado de un cambio en las líneas estratégicas.

Mientras reducir la solución a los números es el argumento fácil, en Una Policía para el S.XXI apostamos por recurrir a la calidad, esto significa ir a los requisitos del sistema, a su organización, a su diseño y a su funcionamiento, a cómo se distribuyen los medios que tenemos y a qué cosas hay que hacer de manera diferente para lograr diferentes resultados. Es obvio para un guerrero que, si le separas de sus compañeros en un escenario ventajoso para el enemigo y se hace peligrar la libertad de un miembro de la industria del narcotráfico, se asume un riesgo, se pone en peligro, pone en peligro a su compañero y a quienes tienen que intervenir en su rescate. De esa decisión individual no le podemos echar la culpa a la escasez de medios, pero el que se camufla en un despacho no comete esos errores, es momento de hacer debriefing y obtener lecciones aprendidas, no de buscar culpables, de premiar a los que asumen los costes y no a los que se llevan las recompensas.

El escenario es oportunista y el enemigo también lo es, las mismas oportunidades que hay para los traficantes de la Línea de la Concepción, existen en Ceuta y Melilla para los invasores que agreden a guardias civiles en sus asaltos a la frontera, en Mallorca las manadas de MENAs explotan la oportunidad sobre otros menores para cometer violaciones y robos, en Madrid ocurre a nivel de bandas latinas y movimientos de extrema izquierda, los de extrema derecha parece que no están muy activos a nivel de violencia todavía pero es cuestión de tiempo que lleguen, contra el yihadismo hay una nueva operación cada poco tiempo. En Cataluña las oportunidades son explotadas por el movimiento independentista, en las capitales europeas es el mismo monstruo promovido por las mismas Fuerzas del Caos, pero el pretexto es islamista. En Estados Unidos se trata de grupos raciales y “Antifas”, el caos es democrático porque pone la violencia al alcance de todos, el auge de los movimientos identitarios confirma las tesis de Samuel Huntington y su Choque de las Civilizaciones.

Es un escenario homogéneo de oportunidades para unos y amenazas para otros, en España las Fuerzas del Caos no se esconden, son los mismos que legitimaban el uso de la violencia estratégica por parte del proletariado para mantenerse en el poder cuando la ley dejara de estar a su favor en la Segunda República. Estas mismas fuerzas en Europa le dicen a Polonia, el único país sin terrorismo, cómo tiene que gestionar su seguridad en nombre de una supuesta democracia, mientras los polacos optan por no ceder ventaja frente al caos.

Las Fuerzas del Caos intentan ejercer la tiranía, así entienden el poder; tienen muchas formas, pero no se esconden, sus identidades y motivaciones aparentes son diversas, pero las apariencias son productos de marketing porque su nexo es el odio a todo lo que represente al orden y sus agentes. Identificar donde están y qué oportunidades buscan, permite identificar qué puertas hay que cerrar para reducir su capacidad de penetración.

Otro error es tratar el escenario del Campo de Gibraltar (o la Línea de la Concepción) como zonas aisladas, son zonas de confort del crimen y son homogéneas a otros escenarios (como Barcelona), sus características vienen definidas por el acrónimo VUCA+H, esto significa que son escenarios:

Volátiles: todo está sujeto a cambio continuo en cualquier momento, nada es estable. El próximo gran cambio puede producirse el próximo minuto, este factor es estresante.

Inciertos: nadie puede prever cómo se van a resolver los cambios. Gestionar la incertidumbre permite a las Fuerzas del Caos gestionar el miedo de los demás y sus decisiones.

Complejos: porque hay muchos actores, las Fuerzas del Caos adoptan muchas formas para adaptarse a cada contexto, mientras que las Fuerzas del Orden solo tienen una.

Ambiguos: la indefinición permite a las Fuerzas del Caos interpretar la realidad de manera arbitraria para servir a su conveniencia. Dominan la mentira y acusan de mentir al resto.

Hiperconectados: porque la hiperconectividad aumenta el número de interacciones y la inmediatez de los hechos. Todo ocurre más veces y las consecuencias llegan antes.

En Una Policía para el Siglo XXI creemos que la respuesta policial para reducir la amenaza reside en la relación coste/oportunidad, ya que, mientras el caos tiene un bajo coste y muchas oportunidades, el orden es costoso y está amenazado. La respuesta no depende de grandes números, no es colectiva y no la va a adoptar ningún gobierno porque la salvación es individual y las fuerzas del caos nos ponen a prueba, cada uno se salva a si mismo con sus decisiones (p. ej. manteniéndose junto a su compañero o aislándose), luego a sus compañeros, el siguiente nivel en la escala de la seguridad es nuestro entorno directo y así seguimos escalando. La respuesta frente al caos no está en la Administración, en las organizaciones, en las asociaciones o en los sindicatos que podemos trabajar a nivel sistémico y competir por el relato.

El margen de actuación individual es amplio si entendemos que podemos explotar las mismas oportunidades que benefician a los agentes del caos y transformarlas en sus amenazas. Algunas ideas de lo que podemos decidir a nivel individual en contra de los escenarios críticos serían lo contrario a VUCA+H: (1) frente a la volatilidad, tomar decisiones estables y a largo plazo; (2) frente a la incertidumbre, proyectar una confianza inquebrantable; (3) frente a la complejidad, simplificar, la fuente de la amenaza es la misma aunque tenga diferentes formas; (4) frente a la ambigüedad, no dejarse dominar por el mensaje borroso de la corrección política, ejercer la crítica constructiva, buscar la máxima definición y exponer la verdad. Y explotar la hiperconectividad para conseguir que el efecto de nuestras decisiones sea más inmediato SIN AUMENTAR la cantidad de interacciones, pues son un riesgo que aumenta nuestra exposición.

Para lograr lo anterior necesitamos estadistas al frente de las políticas de seguridad que entiendan y refuercen nuestra labor, que entiendan que los escenarios han cambiado, por lo que la respuesta no puede ser la misma que hace una generación, donde la sola presencia de un agente de la autoridad ya imponía respeto. Ese escenario ya no existe, por la dejación de muchos incompetentes y malvados juntos en un corto espacio de tiempo, el respeto hay que volver a conquistarlo, y para eso se necesitan herramientas que nos permitan ser proactivos.

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En resumidas cuentas, la batalla entre el orden y el caos ha ocurrido durante siglos, pero hay que adaptarse a escenarios cambiantes, todo comienza en un individuo tomando la decisión adecuada en el momento oportuno y el lugar adecuado, el coste y las oportunidades que explote el caos dependerá de cada uno de los agentes del orden a título individual y al servicio de sus fuerzas, no de los grandes números ni de su jefe. Desde Una Policía para el Siglo XXI os queremos animar a ser únicos en los momentos difíciles porque necesitamos líderes y no followers. Y sí, ya sabemos que eso tiene mucho coste y muy poco beneficio, precisamente es lo que estamos intentando cambiar, hasta entonces, gracias a todos por vuestro servicio.

Un artículo de Una Policía para el Siglo XXI para h50 Digital

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