Septiembre, el termómetro social

1
Estado de alarma
Comparte ese artículo

España es el país que ha tenido el confinamiento más largo y duro de Europa. Y, ahora, está adoptando las medidas más drásticas con la obligación de llevar las mascarillas en todo tiempo y lugar, hasta incluso obligando a su uso en las playas.

No importa que la OMS no recomiende su uso, si se respeta la distancia de seguridad. Tampoco que muchas no se encuentren homologadas, que se utilicen habiéndose agotado las horas de uso, incluso que se laven las quirúrgicas, todo lo que supone un porcentaje importante de personas que ni estén protegidas, ni protejan a los demás. Debo recordar que en Dinamarca, Noruega, Finlandia y Suecia, no es obligatorio el uso de la mascarilla, ni se recomiendan por sus escasas evidencias científicas, y en Portugal, Italia, Francia, Alemania, Reino Unido, Irlanda, Austria, Países Bajos es obligatoria en algunos espacios cerrados, transporte público, no en la vía pública. Pero todo esto no interesa.

También, se prohíbe fumar al aire libre, medida inédita en el mundo. Si no fuera poco, ahora se decreta el cierre de todo el ocio nocturno (discotecas, bares de copas y salas de baile), además del toque de queda del resto de los bares y restaurantes a la una de la madrugada, cuando desde hace más de dos semanas en Cataluña se decretó su cierre y siguen con más de mil contagios diarios. Es decir, se ha declarado su ineficacia. Sus consecuencias son, y en donde se dan los mayores porcentajes de contagios, más quedadas de los jóvenes en la calle, más botellones sin control, más fiestas familiares, más parados (200.000, según el sector) y más ruina. Ya veremos si menos o más contagiados.

Además el cierre del ocio nocturno en toda España es una medida de muy dudosa legalidad, que se resolverá, como corresponde en un estado de derecho, por los tribunales de justicia aplicando la ley con toda imparcialidad e independencia, lo que tratan de evitar las CCAA con la reforma de sus instrumentos legales para así evitar el control jurisdiccional. En el supuesto de que estas medidas, que generan inseguridad e incertidumbre entre los ciudadanos y los pocos turistas, no consigan reducir de una forma drástica los contagios, tendrían que dimitir el Presidente del Gobierno y los reyezuelos de taifas, dado han sido consensuadas y perjudican todavía más a nuestra precaria situación económica. Sería humo y más ocurrencias ¿Y los rastreos masivos, para cuándo? Se han ido al limbo. Qué decir de la pésima coordinación entre el Estado y las CCAA. Ahora es el turno del ideario autonómico.

Pues bien, con todas estas prohibiciones de nuestros derechos y libertades básicos, deberíamos tener los mejores datos de contagios del mundo. Pero, no, actualmente estamos, una vez más en el podio de los países con más contagiados del mundo por cada cien mil habitantes ¿Cómo es posible? ¿Ya han salido los diablillos para contagiarnos masivamente? ¡No sé! Pero, lo cierto, es que las medidas más severas de Europa están dando los resultados más pésimos. Tampoco ayuda que los telediarios alienten el pesimismo abriendo todos los días con las noticias de propagación de los rebrotes del coronavirus en España, sembrando el pánico, que tanto perjudican a nuestro turismo. La mayoría dedican los primeros 30 minutos de sus informativos a los contagios. Es decir, la práctica todo su tiempo. Da la sensación de que se han puesto de acuerdo para difundir el catastrofismo. Tranquilidad, certidumbre y seguridad es lo que necesitamos y de lo que ahora  carecemos.

Mientras, en el trastero, bien escondidos, se encuentran las noticias sobre los casos de corrupción de Podemos. Su caja B. Casualidad, no. Suerte, tampoco, es una maniobra de distracción perfectamente diseñada para dejarlos en el baúl de los recuerdos. Eso no toca, tocan otros asuntos para esconderlos, crisis constitucional; monarquía-república; referéndum, aunque sin cumplir la Constitución; huida de Juan Carlos I; etc. ¡Ah!, se me olvidaban, los ataques podemitas a la independencia del Poder Judicial, al Estado de Derecho, a la libertad de expresión… Ya sabemos que su modelo de estado “democrático” es la república bolivariana de Venezuela, entre otras, con la hambruna de bandera, menos para sus dirigentes, asesores y demás paniaguados.

Volviendo a la pandemia, el endurecimiento de las medidas se ha mostrado más que ineficaz, asfixiando todavía más al sector turístico. A tal respecto, hace unos días estuve en el norte de Portugal y disfruté de mi auténtica vida, sin la obligación de llevar mascarilla en la calle. Pude observar como la gente estaba tranquila y segura. Se respiraba y no había miedo. Y, curioso, llevan semanas con muchos menos contagios que nosotros por habitante. Lo mismo ocurre en Francia, Alemania e Italia, por poner unos ejemplos de países próximos. Entonces, tendremos que preguntarnos, si somos el país con las medidas más drásticas ¿Por qué tenemos muchos más contagiados por habitante, que la mayoría de los países de nuestro entorno, que tienen medidas muchos menos restrictivas que nosotros? Ya sé que muchos manipuladores, vendedores de humo y de ocurrencias, dirán que en España el contacto social es más frecuente. Pero, no es cierto, especialmente en verano, ya que los noruegos, daneses, austríacos, fineses, italianos, alemanes, franceses, ingleses y un largo etcétera, salen en esta época estival masivamente a sus calles, parques, jardines, ríos y playas a disfrutar del sol, de la luz, de la vida. Bien lo sabemos, los que hemos tenido la fortuna de viajar con frecuencia y lo hemos vivido. Basta de cuentos para imbéciles. Basta de desanimar a la gente. Basta de atemorizarnos. Basta de decirnos que somos los culpables. Los demás países no son tontos y nosotros listos, cuando los resultados indican lo contrario ¡Ya está bien! Decía hace unos días, Juan Manuel De Prada, genio y figura, en su ABC “La biopolítica, altera la realidad a su antojo, mientras los peleles asustados acatan las mentiras más burdas, las arbitrariedades más desquiciadas, las contradicciones más aberrantes, atenazados por el miedo. Y, vivir con miedo significa ser un esclavo. Bienvenidos, españolitos, a la nueva esclavitud de la biopolítica. Pero sarna con gusto no pica”.

En fin, el turismo exterior lo hemos expulsado y el interior lo estamos metiendo en sus casas. Estamos mandando a la economía al invernadero. Tenemos una caída del PIB del 18,5 %, la mayor de la zona euro. La bolsa ha perdido el 28 % en lo que va de año. La OCDE dice en su último informe que nuestra economía es la más rezagada de los países desarrollados y de la eurozona. España registra el mayor retroceso en los indicadores CLI entre los 37 países de la OCDE. El índice de confianza del consumidor sitúa a España en la parte baja del ranking mundial. Vamos contracorriente, en el vagón de cola. Todo un fiasco. Los últimos de la clase. La mediocridad absoluta controla nuestras vidas. Los más intransigentes con las peores notas. Así nos va. España el último país que se recuperará de esta pandemia. Si lo hace. Y, ya no podemos escudarnos en la falta de responsabilidad social, dado que la inmensa mayoría de los ciudadanos y de los establecimientos públicos cumplen escrupulosamente las medidas impuestas, por mucho que las televisiones, exageradamente, emitan cada día imágenes sobre algunos incumplimientos de descerebrados, que los hay en todos los países. Basta de criminalizar a los ciudadanos, ahora a los jóvenes. Muchas cosas  tenemos que estar haciendo mal, cuando la mayoría de los países con medidas menos restrictivas obtienen muchos mejores resultados. No traten de tapar sus propias ocurrencias, contradicciones, incompetencias, arbitrariedades y autoritarismo, siendo nuestro país el que peor ha gestionado la pandemia, aprovechando el pánico generado en los ciudadanos.

Nos estamos jugando nuestra libertad y nuestra dignidad, pero también nuestra supervivencia como seres humanos. Y, en septiembre, ojalá que me equivoque, nos encontraremos con el masivo paro, con el hartazgo de los ciudadanos, con el apremio y la presión social, con situaciones críticas, con protestas sociales en las calles, con tensión en la convivencia, como ya están advirtiendo la Policía y la Guardia Civil en sus informes. Nos encontraremos con el termómetro social en el escenario de la verdad, y la verdad, como bien decía Antonio Machado “es lo que es, y sigue siendo verdad, aunque se piense al revés”.  Por ello, no vuelvan a intentar encerrarnos en casa, ya que, digan lo que digan, si no mantenemos totalmente activa nuestra economía no puede haber recuperación, ni habrá medios para mantener nuestro sistema de salud. La vida sin riesgos no existe. Y, en caso contrario, como ya he dicho, nos moriremos, pero de hambre.

manuel novas caamaño abogado h50

1 COMENTARIO

  1. de nada sirven las medidas y amenazas de multas si la policia no esta
    vivo en barcelona zona sagrada famili
    y de verda en toda la pandemia si e visto 15 patrullas creo k tiro largo y sin mano dura no hay disciplina esta claro
    la gente va por la calle como kiere y nadie tiene miedo a ser multado y por k ? muy simple no hay presencia policial,ponganse una par de ustedes patrullando a pie y ya pueden ir vien catgados de talonarios de recetas por k se van a aburrir a escrivir y eso uniformados por k si van de paisano creo k no tienen suficiente papel para tanto desaprensivo
    repito,sin presencia pilicial ya pueden poner las medidas k kieran por k no van a servir para nada
    k no hay efectivos ?
    k vengan los militares a multar si no de nada sirven las medidas k kieran poner y si nos confinan otra vez ya sera la puntilla para españa
    el ocio nocturno,yo no culpo a la juventud pues todos hemos sido jovenes con todo lo k conlleva,reveldia fiesta y etc nosotros hariamos lo mismo y si se pretende poner orden en una discoteca k cuando van por el tercer cubata ya se save lo k pasa pues mejor cerrarlas por el bien comun y lo siento por los empresarios y trabajadores de la noche pero es de sentido comun y sin mano dira no hay medidas k valgan
    pasen un buen dia
    ❤️❤️❤️

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí