Pandilleros de la “Nueva Era”: bandas no tan juveniles y “latinas”

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Aviso a navegantes, éste es un artículo de opinión respecto a una problemática delincuencial concreta, ya lo digo de antemano y especialmente para evitar darle cancha a quienes busquen en mis palabras cualquier excusa para hablar de alarmismo, o se den a capciosas interpretaciones oportunistas y mal intencionadas, gustosas de crear polémica donde no la hay.  Quede dicho con antelación, este artículo no tiene afán de asociar delincuencia con cualquier cosa que no sea la transgresión de la ley y la norma, el que de aquí perciba otro tipo de vinculación que no sea esa, será puramente fruto de sus propias conjeturas.

Es muy triste empezar así, pero viendo cómo está el panorama, mejor dejar las cosas claras desde el principio.

Me indigna, y mucho, lo reconozco. Resulta que ahora no se pueden llamar a las cosas por su nombre, que tiene que ser todo acorde a una nueva fórmula inventada para no catalogar unas determinadas cosas, pero en cambio otras sí, y siempre en función de lo que mejor convenga.

Un nazi es un nazi aquí y en la Cochinchina.

Al que comulga con las ideas del nazismo, usa una estética distintiva como tal, pero sus miembros no son necesariamente de origen germano, sin reticencias se tilda de grupo neonazi. Aquí no hay debate.

Pero….

Una banda criminal originaria de Latinoamérica, ahora resulta que no es una banda latina, aunque su propósito sea montar un reino latino en nuestras ciudades y para colmo, esté formada en su mayoría por integrantes de origen latino. Según la nueva catalogación, esto no es una banda latina, no, no lo es, es simplemente una banda juvenil, “son los chavales del barrio”.

Una explicación si
n más.
Sin entrar en demasiados detalles sobre los orígenes estas bandas, es sobradamente conocido, que según la banda en cuestión (Latín King, Trinitarios o DDP), su procedencia o país de origen puede cambiar, pero siempre se mantiene la raíz en América Latina. A la hora de la denominación hay que resaltar el apelativo “latina” no va asociado a la nacionalidad de los jóvenes, sino a su origen familiar y cultural. Es más, muchos de esos jóvenes pandilleros se sienten orgullosos de sus raíces latinas y lo utilizan como sello de identidad cualitativo para ser tenidos más en cuenta en sus ritos de iniciación. Dicho lo cual, no trato de vincular delincuencia a ninguna nacionalidad, pero hay que aclarar que cuando se dice, que es más correcto llamarles bandas juveniles porque la mayoría de los jóvenes son españoles, está claro que se hace de manera interesada con otro fin.

En efecto, la gran mayoría de los integrantes de esas bandas son españoles, pero, no nos engañemos y aunque todo sea una extraña amalgama de orígenes, la predominancia claramente es de españoles nacidos aquí, unos españoles de familias migrantes de origen y cultura latina, y de otros no tan jóvenes nuevos españoles nacionalizados a posteriori.

Españoles, sí, españoles de origen latino, también. Estos datos ni son inventados, ni son sacados de contexto para señalar o generar discriminación entre foráneos y extranjeros. Son datos e informaciones obtenidos como resultado de las numerosas identificaciones y detenciones, fruto de las intervenciones policiales que se dan cada fin semana, o gracias a dispositivos policiales especiales que luchan contra este tipo de delincuencia como la “OPERACIÓN HISPANO”.

Aquí no hay trampa ni cartón,  los datos son objetivos y no mienten.

Llegados a este punto, poco importa la denominación de origen del delincuente, lo sustancial del asunto es que no se trata de una delincuencia nueva, sino que es una tipología delincuencial que ha evolucionado, aumentando con creces su actividad criminal, haciéndose notable a golpe de machetazo.

Los boy scouts del Caribe.

Se quiere trasladar la idea de que este tipo de bandas, ahora llamadas juveniles, son un nuevo tipo de grupos de jóvenes, que proceden de familias desestructuradas o que al residir en barrios con escasos recursos, tienen dificultades tanto para salir adelante en la vida, como para el disfrute del ocio y del deporte, viéndose abocados a buscar este tipo de alternativas. La verdad es otra totalmente distinta.

Eterna fidelidad a la nueva familia.
Según
ellos (los pandilleros), las bandas son como una familia en la que se sienten cobijados y protegidos por ella, cosa muy diferente para el resto, que ven cómo las bandas funcionan realmente como sectas, y si en algún momento se te antoja salir de ella, estarás perdido. Al igual que ciertos grupos armados violentos, las bandas aprovechan las altas carencias afectivas, emocionales y educativas que sufren los jóvenes, y a base de falsas promesas captan a sus adeptos. Si algo funciona, no se va a cambiar, y aquí no iba a ser diferente, el método es sencillo, con regalos en forma de ropa de marcas exclusivas, teléfonos móviles, poder o incluso con dádivas carnales en forma de favores sexuales, atraen a jóvenes a edades tan tempranas como los 13 y 14 años y los convierten en pandilleros.

Para sembrar el terror, con amenazas y agresiones salvajes, no hay edad buena.

No es cuestión de un barrio u otro.

Barrios como Vallecas, Usera, Villaverde, Carabanchel o el mismísimo distrito Centro, forman “El Five Points de Madrid“, pero éstas, no son en exclusiva las únicas zonas repartidas entre las bandas, pues otros distritos de la capital (Tetuán, Moncloa, Latina o Ciudad Lineal) o incluso de municipios cercanos, están salpicados de grupúsculos GANGS dispuestos a marcar su territorio.

Es fin de semana, y toca salir… ¿De caza?.
Los encontronazos entre Latín King, Dominican Don’t Play o Trinitarios ya no son tan casuales, ahora se citan, se retan y quedan para saldar cuentas pendientes. Lo peor, siempre… Que en sus refriegas siempre termina pillando alguien ajeno a esa barbarie.

Si vistes de un color, te identifican como una de las bandas, si te “mueves” por determinadas zonas, se te encasilla en otra, y el resultado…ya lo conocemos cada noche de fin de semana.

Educación y prevención para evitar un GANG OF NEW AGE
. Todavía hay mucho por hacer, las operaciones policiales no son la solución, pero hasta que los que tienen que tomar cartas en el asunto, no lo hagan, es lo único que frena una escalada de violencia desmedida.

Igual para ello, debemos empezar por llamar a las cosas por su nombre.

Estas bandas no son tan juveniles, pero a tajo de machetazo se llevan por delante la juventud de muchos.

Gracias a “El Indio” (MADRID) por su colaboración.

DESDE EL ROMPEOLAS
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