Pablo Cambronero, Diputado en el Congreso | El sexo débil, “Somos culpables hasta que podamos demostrar lo contrario”

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Parto de una base: soy un hombre español heterosexual de 41 años al que le importa exactamente cero con quien te acuestes, salvo que lo hagas conmigo; a qué o quién le reces, el sexo que tengas o quieras tener y el color de tu piel. Quizás por estas condiciones vitales que padezco es por lo que para muchos, incluidos aquellos que ostentan el poder, tengo que pedir perdón constantemente o pagar el inflado precio de algo que yo no
compré.

A los hombres con mis taras se les invierte la carga de la prueba. Somos culpables hasta que podamos demostrar lo contrario y, a veces, seguimos siendo culpables con la inocencia demostrada. Entramos a un Juzgado pidiendo perdón por nuestra terrible e incurable patología, y en algunos casos, solemos salir con relatos de hechos probados tintados del pago de un justiprecio histórico muy injusto. Generalizar es errar, pero, como las condenas a muerte injustas: uno ya es demasiado.

Y es lo que hay. Poco importa que creas y defiendas, como yo, la absoluta igualdad en derechos y obligaciones de todos, absolutamente todos, los seres humanos; que seas un activista de la igualdad de oportunidades que obvie el sexo, raza, condición sexual o religión para el acceso a cualquier puesto de trabajo, que piense que como las huellas dactilares todos somos diferentes, pero iguales. Eso da igual.

Soy víctima del relato de lo políticamente correcto, de unas normas que dan por hecho que mi morfología sexual me empuja a comportarme de una determinada manera, a ejecutar hechos que no están ni se plantean como posibles en mi psique. Quizás por la educación y formación recibidas en casa, colegio y universidad he llegado a construir un sistema de valores inmutables que chocan de frente con el fundamento jurídico de nuestra actual convivencia. Es terrible creer saber qué es lo correcto, en términos de igualdad y equidad, y que quien debe ser su garante no lo considere igual. Discriminación positiva, lo llaman.

No voy a pedir perdón por ser quien y como soy, educaré en valores de la mejor forma que sea capaz como lo hicieron conmigo, viviré consciente de que la dictadura de lo políticamente correcto nos va a seguir generando normas que distan mucho de ser justas, de que pagaremos justos por pecadores y de que seguiré defendiendo la igualdad, a pesar de todo y de todos.

Pablo Cambronero Piqueras para h50 Digital

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