Monumento al Bicentenario de la Policía Nacional: el exministro Rodolfo Martín Villa se suma al proyecto

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La mañana del jueves 1 de febrero don Rodolfo Martín Villa tuvo la cortesía de recibirme en su despacho. Después de varios intentos infructuosos de contactar con él por desconocer dónde encontrarle, una conexión personal que hasta el momento desconocía, con una llamada telefónica, me había abierto las puertas. Salió a recibirme a la misma puerta y me invitó a sentarme. Su mirada transmite serenidad, fuerza, franqueza y confianza.

Rodolfo Martín Villa es uno de los grandes artífices de la Transición, habiendo ostentado la titularidad de tres ministerios: Relaciones Sindicales (del 12 de diciembre de 1975 al 5 de julio de 1976), Gobernación-Interior (del 5 de julio de 1976 al 5 de abril de 1979), Administración Territorial (del 9 de septiembre de 1980 al 1 de diciembre de 1981), así la vicepresidencia primera del Gobierno (del 2 de septiembre de 1981 al 30 de julio de 1982). Su puesto anterior al primer ministerio había sido el de Delgado del Gobierno en Barcelona (1974), un cargo que normalmente era ocupado por un militar, como todas las delegaciones del gobierno de mayor tamaño o importancia y el propio Ministerio de Gobernación. También participó en la elaboración de la Constitución de Guinea Ecuatorial (1967-1968). Para las generaciones que vivieron aquella época no necesita presentación, ya que se encuentra en la memoria de la mayoría de ellos. Durante su mandato se cambió el nombre del ministerio de Gobernación al del Interior (julio de 1977), comenzó la modernización de la Policía, estableció las competencias de los distintos cuerpos, unificó el mando de los dos cuerpos que formaban la Policía Gubernativa (Cuerpo General de Policía y Policía Armada), eliminó la dependencia del cuerpo uniformado del Ejército dejando de ser parte integrante de éste, dignificó las condiciones laborales del colectivo, aplicó la jurisdicción civil a los delitos que se cometían contra los miembros de las FCSE y que se juzgara a sus integrantes en los tribunales más adecuados y no a los territoriales (evitaba así que jueces altamente condicionados, por ejemplo en pueblos pequeños muy afectados por el ambiente nacionalista y terrorista, pudieran juzgarles injustamente), promovió el ingreso de la mujer en el Cuerpo General de Policía en igualdad de condiciones, y dio una nueva organización alos Cuerpos de Seguridad del Estado mediante la Ley 55/1978, de 4 de diciembre, de la Policía.

Como siempre en estos encuentros el tiempo apremia, por lo que centré la entrevista en una de las investigaciones que estoy llevando a cabo, la que se centra en la mujer en la Policía, de cuyo ingreso fue el gran impulsor. Normalmente las grandes decisiones que una persona toma en la vida vienen condicionadas por la propia vida que nos configura y enseña, por ello, es importante conocer a los protagonistas de la historia y su propia vida. Resalta que para muchos de su generación la mujer era un igual, como consagraron las leyes en los años sesenta. Pero él fue mucho más allá del pensamiento, otorgando poderes plenipotenciarios a su mujer al poco de contraer matrimonio, por convencimiento y por una cuestión práctica, al estar expuesto a viajes y peligro por su condición de político, a pesar de no haberse extendido todavía la lacra del terrorismo.

Don Rodolfo no hace alusión de forma expresa, pero en toda la entrevista deja claro su amor a España y cómo entiende la política como un servicio, así como a una forma de mejorar la nación, extremo que dejó claro en sus memorias políticas “al servicio del Estado”. Su mirada, su gesto, muestran su sinceridad, su bondad, y su convencimiento en el acierto del camino tomado. La justicia argentina emprendió una querella absurda contra él por hechos no imputables, ya que son anteriores a la Ley de Amnistía de 1977, y por esa razón las comisiones rogatorias han sido denegadas por el Gobierno y la justicia española. Sin embargo, su franqueza, su dignidad, su seguridad en el trabajo realizado de forma sobresaliente y en conciencia, le hicieron insistir en renunciar al amparo de la mencionada ley, sin parar hasta conseguir declarar ante el juzgado que le reclamaba, el cual dictó sentencia absolutoria. Una espina que todavía le duele, porque un ente malintencionado e ideologizado no asume la derrota y busca nuevas vías para perpetuar la demanda. Su victoria legal y moral ha sido una demostración de su grandeza personal y política, un auténtico caballero al que cuanto más conozco más admiro.

Don Rodolfo recuerda un dato revelador para poner un poco de contexto sobre las afirmaciones parciales que muchas veces se efectúan: en 1975 el 42 por ciento de los universitarios eran mujeres, y se incorporaban al campo laboral con total normalidad, como ya lo había hecho su mujer hacía más de una década. Es por esa vivencia personal que veía su incorporación a todos los puestos y responsabilidades con total normalidad. Cuando asumió la cartera de Gobernación comenzó a estudiar todos los organismos y cuerpos que dependían de él, así como sus presupuestos, encontrándose con una figura que la mayoría de los españoles desconocían, las matronas de la Guardia Civil que en la labor de resguardo fiscal encomendada al Cuerpo auxiliaba a la fuerza armada en el registro de las mujeres en puestos fronterizos (próximamente hablaremos de ellas). El conocimiento de la labor de estas mujeres, así como la propia demanda de la Policía, que con el aval de la Ley de Policía de 1941 ya había incorporado en numerosas ocasiones a las funcionarias de la Dirección General de Seguridad a labores policiales y auxiliares no propiamente administrativas, le convencieron de la necesidad de la medida.

No solo las matronas, las mujeres de la Guardia Civil, hijas y novias por citar algunas, son otro nexo de unión entre los dos Cuerpos. Al abrirse la Policía a la presencia de la mujer una década antes, no son pocas las pioneras que ingresaron en ella por no poder opositar a la Guardia Civil. Buen ejemplo de ello es María José García (la única Policía asesinada por ETA, perteneciendo a la primera promoción del Cuerpo Superior de Policía) y Almudena (su hermana), hijas de un Brigada de la Guardia Civil. O Elena, hija también de un benemérito, educada en Juncarejo, Colegio de Huérfanas de la Guardia Civil, que formó parte de la segunda promoción, casándose con un “polilla” que formó parte de la primera promoción de los GAR (tan presentes en nuestro corazón estos días), con Nuestra Señora del Pilar siempre como guía y compañera, y que tuvieron como primeros destinos Baracaldo (Vizcaya) e Inchaurrondo (San Sebastián) en los años más duros del terrorismo.

La mujer ya había trabajado en labores distintas a la labor administrativa para la que había opositado (cuerpos Auxiliar y Administrativo), pasando a formar parte de manera voluntaria en los Grupos de Orientación de Toxicómanos y Familiares. Desde 1974, también de forma voluntaria, se formó el Grupo Especial Femenino en el que desarrollaba labores específicas policiales de forma permanente e incluyendo servicios armados, siendo un ejemplo claro la escolta de las infantas reales. Estas experiencias fueron muy efectivas e incrementaron en gran parte del colectivo policial, especialmente en los que trabajaron directamente con ellas, el sentimiento de auténtica necesidad de la incorporación de la mujer, que demostró su eficacia de forma especial en la lucha contra el terrorismo (que contaba en sus filas con una presencia continua femenina y reforzaba la necesidad de mujeres en nuestras filas).

En 1977 se publicó el Real Decreto 1.468/1977, de 17 de junio, por el que se modifican las condiciones de ingreso en el Cuerpo General de Policía. Ésta es la norma que abre la puerta al ingreso de la mujer en la Policía, empezándose a discutir en el Consejo de Ministros del 13 de mayo de 1977 según la prensa. Durante el proceso don Rodolfo manifestó que encontró el apoyo del Consejo, así como que no se dio ninguna oposición desde el estamento policial y militar. Una medida que dentro de la reforma de la Policía y del proceso de la Transición quedó eclipsada, pero que podemos celebrar este año, XLV aniversario de su incorporación al Cuerpo, poniendo en valor la figura de uno de los ministros más importantes en la historia de la Policía, Don Rodolfo, que posibilitó el mencionado hito.

El tiempo de la entrevista ha transcurrido rápido por lo que antes de despedirnos le pido unos minutos para presentarle el proyecto de monumento a la Policía en su bicentenario. Como a todos los que han podido conocer el proyecto en profundidad, a don Rodolfo le cautiva el boceto del maestro Salvador Amaya, por lo que le solicité su adhesión al proyecto, al que se sumó gustoso, y colaborará de una forma muy especial que pronto anunciaremos. Un monumento que tiene como nota importante la forma de participación, la suscripción nacional, para la que necesitamos la ayuda del lector, apoyándonos con su donativo, todos suman, ninguno es pequeño, como tampoco lo es el ayudarnos a difundir la iniciativa. Pueden realizar los donativos mediante transferencia a la cuenta bancaria con IBAN ES1630580972752720026250 de la entidad bancaria Cajamar, mediante Bizum al número 08558 (modalidad ONG, no particulares), o Paypal mediante la cuenta paypal@donantenacional.es

Puede encontrar la información completa del proyecto en la web https://www.donantenacional.es/monumento/

Luis Mairata De Anduiza, Presidente de ANDFCAE, Asociación Nacional de Donantes de las Fuerzas y Cuerpos Armados de España.

Agradecimientos: este encuentro no habría sido posible sin la mediación de María Teresa Álvarez García, de mi madre María Luisa, y el siempre atento trabajo de Susana (Oficina de don Rodolfo), a todos ellos mi agradecimiento y el de toda la Asociación.

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