Matanza de Puerto Hurraco, el mayor asesinato en masa de España

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Columna de Ricardo Magaz en h50 Digital Policial. “CRÓNICAS DEL NUEVE PARABELLUM”.

El pasado 26 de agosto se cumplieron 30 años del mayor asesinato en masa de España: la matanza de Puerto Hurraco. Tal día de 1990, los hermanos Emilio y Antonio Izquierdo salieron a la calle del pueblo con sus escopetas y las cananas a rebosar de cartuchos de postas del 12. La orgía de sangre comenzó de inmediato. Los Izquierdo dispararon a todo lo que se movía al caer la tarde en la pequeña aldea extremeña: niños, adultos, ancianos, hombres, mujeres… En su cacería sin piedad, un auténtico fusilamiento, mataron a nueve personas y dejaron doce malheridos. Luego huyeron al monte donde pasaron la noche escondidos. Un ejército de guardias civiles logró al fin detenerles con ayuda de un helicóptero al despuntar el día. De no haberles arrestado, la tragedia acaecería aún mayor: los hermanos tenían planeado bajar al pueblo durante el entierro de las víctimas para acabar con todos los asistentes.

Cadáveres en las calles

El asesinato múltiple de Puerto Hurraco es verdaderamente una historia de odio atávico y cainismo. La familia Izquierdo aborrecía a muerte a los Cabanillas, sus vecinos de pedanía, con quienes ya habían tenido disputas de lindes y desdichas personales. En 1967, un Izquierdo mató a puñaladas a un Cabanillas. Con el paso del tiempo, sin que se supiera el motivo, la casa familiar de los Izquierdo ardió en llamas y pereció la madre en su interior. La venganza estaba servida: Emilio y Antonio, instigados por sus hermanas, descolgaron las escopetas y emprendieron un rally criminal de pólvora y dolor, sembrándolo de cadáveres el pueblo.

“EL CLAN HOMICIDA DE LOS HERMANOS IZQUIERDO SE DESENVOLVÍA EN EL PRIMITIVISMO CULTURAL Y EL EMPOBRECIMIENTO AFECTIVO…”

El médico forense que correspondía a la zona en aquella época era un tal Guillermo Fernández Vara, actual presidente de Extremadura. Fernández Vara hizo su trabajo: realizó las autopsias y analizó a los homicidas y a sus hermanas, supuestas inductoras del horror. “Proceso paranoide y trastornos delirantes compartidos” fue su diagnóstico de experto. Después de muchas vueltas, y con el andar del calendario, podemos añadir al dictamen médico-forense el hecho del primitivismo cultural y el empobrecimiento afectivo en el que se desenvolvía el clan. El juez que les condenó a 684 años dijo en su sentencia que, pese al perfil paranoide, los acusados “conservaban una capacidad de raciocinio dentro de la normalidad”. Es decir, tenían conciencia del mal causado, pero lo banalizaron.

La simiente del mal

Cumpliendo pena, Emilio falleció en la cárcel de un ataque al corazón, Antonio se ahorcó en la celda de la prisión y Ángela y Luciana fallecieron en el psiquiátrico de Mérida. Los Izquierdo, “la simiente del mal”, desaparecieron sin dejar descendencia.

En España, los asesinatos en masa suelen tener un origen fundamentalmente rural. El de Puerto Hurraco lidera el ranking, con nueve cadáveres, seguido por la masacre de Chantada, en Lugo, donde el labrador Paulino Fernández Vázquez mató en 1989 a cuchilladas a ocho personas tras una discusión por el riego de una finca. Años antes, en 1975, el cortijo de Los Galindos, en la provincia de Sevilla, se tiñó de sangre con cinco empleados del campo asesinados sin que haya aparecido el culpable. A este crimen sin resolver le va a la zaga en número de víctimas, entre otros casos mediáticos, el del pueblo leonés de Herreros de Rueda, cuando en 1996 el agricultor Jesús Andrés Iglesias, apostado en una ventana, acribilló con su escopeta a la procesión del Corpus que pasaba por la calle, abatiendo mortalmente a tres vecinos y a un guardia civil de patrulla.

La maldad no necesita razones, solo pretextos.

(*) Ricardo Magaz es profesor de Fenomenología Criminal en la UNED, ensayista y miembro de la Policía Nacional (s/a)

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