Los policías y guardias civiles están hechos de otra pasta

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Vivimos tiempos convulsos donde las noticias vuelan a través de nuestros móviles, en forma de WhatsApp o a través de mensajes en las redes sociales.

Noticias virales donde, dependiendo del que escribe la noticia, puedes ser el bueno o el malo de la película. Noticias sesgadas y objetivas que pueden llegar a distorsionar la realidad de lo que ha sucedido.

Tal es así, que cualquier actuación policial dependiendo del enfoque, puede encumbrarte o sentarte en un banquillo de acusados.

Puedes estar horas debatiendo, tras visionar un vídeo de una actuación policial, sobre cual habría sido la mejor manera de realizar la intervención. Debatir sobre algún pequeño matiz, que tras una consulta el Código Penal, puedes decir airoso que tenías razón y que se podría haber actuado de otra manera.

Pero esas horas de debate y esa consulta al Código Penal, desde la tranquilidad que proporciona un sofá y el saber que no te estás jugando tu trabajo o tu vida, no la tiene el policía del vídeo.

Ese policía o guardia civil, que desde que recibe el aviso por la emisora, piensa en qué se va a encontrar, mientras se enfunda en las manos los guantes anticorte, por si acaso la cosa se complica.

Esos agentes que corren hacia el peligro que hace huir despavoridos al resto de mortales, como si una fuerza los empujara. Y es que correr hacia el peligro solo lo hacen los policías o los locos.

Y es que están hechos de otra pasta

¿Cómo podría sino una persona subir a un piso donde unos terroristas están atrincherados y amenazan con inmolarse? O correr hacia el fuego porque hay alguien dentro, llegando a dañar sus pulmones por la inhalación de humos.

Sólo alguien que está hecho de otra pasta, correría hacia un atraco, sin saber que se va a encontrar, o hacia una pelea multitudinaria donde, según los testigos, hay armas blancas.

O quién entraría en una casa donde se escuchan gritos de socorro y fuertes golpes, sin saber cuanta gente hay o qué está pasando realmente.

¿Quién atravesaría la ciudad a toda velocidad sólo por escuchar por la emisora a un compañero pronunciar una sola palabra? “Apoyo”. Porque cuando un compañero pide apoyo, da igual lo que esté pasando, da igual qué compañero sea, no pones nombre o cara a esa voz. Sólo sabes que cuando alguien pide apoyo es porque la situación se ha complicado y puede peligrar su integridad física, o incluso su vida. Sólo sabes que tienes que llegar cuanto antes.

Ahí reside la auténtica fuerza de los policías y guardias. Cuando un compañero lo necesita se acude, nadie está sólo.

Son de otra pasta, pero son personas.

Les duelen los insultos y los golpes, aunque muchas veces no lo demuestren. Lloran en silencio cuando no logran salvar una vida y lo celebran cuando llegan a tiempo.

Sienten impotencia ante las injusticias. Llevan mucha carga emocional a sus espaldas que posiblemente sacarán en casa o se la tragarán.

Son los malos cuando sancionan, y los buenos cuando los necesitan.

La satisfacción personal es infinitamente mayor al reconocimiento profesional, el cual por desgracia pocas veces llega.

Son tu policía, la cual se jugará la vida por defender la tuya.

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