Los abuelos y los timos económico-sentimentales: delitos de crisis

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Columna de Manuel Avilés*, director de prisiones jubilado y escritor, para h50 Digital Policial

Corté este serial de abuelos, de enamoradas fogosas y pedigüeñas, de declaraciones de amor torrenciales y de proyectos de vida imposible y ligada siempre al dinero, porque más de cuatro y de cinco lectores me avisaron de la potencialidad del relato: ¡Aquí hay un buen libro! – dijo más de uno. Venga – me dije a mí mismo- cortemos y vamos a darle vueltas a la posibilidad de una novela negra y criminológica.

Hoy retomo, aunque sea momentáneamente estos relatos, porque he tenido un encuentro y quiero contarlo. La pulsión es irresistible.  El encuentro ha sido relativo precisamente a la petición de dinero a los abuelos por aquello, es posible que sea así, de que los viejecitos son más fáciles de  manipular y de engañar – somos, que me incluyo en lo de viejo-, poniéndoles la cara bonita adecuada delante y siendo la chica peticionaria poseedora de una personalidad resolutiva y fuerte.

La persona de que trata este episodio, muy bien podría ser Yulisdeysis, la colombiana afincada en Barcelona. Podría ser María Chestokowa, la polaca afincada en París – dice ella- con una cuenta para recibir el dinero ubicada en Lituania. Podría ser Jenny, andaluza que dice vivir en Bilbao o Salma, una marroquí guapísima, que dice vivir en Madrid y estar acabando medicina. Puede ser de Badajoz o de Barcelona, de Alicante o de Zamora. Puede ser cualquiera y sus fotos pueden ser suyas o no. Pueden ser eróticas o incluso pornográficas – si a cualquier señor le apetece consumir ese producto, si quiere acabar con los pies fríos y la cabeza caliente- sepa que eso está al alcance de cualquiera sin soltar un euro.

La gente que hemos pasado la edad de jubilación, creo que todos, tuvimos una educación en la España nacionalcatólica, represiva en materia sexual. Eso no admite discusión. Ahora algunos se quejan de manera desaforada de que- ayer vi a Abascal expresar esa queja en el debate anterior a las elecciones- se quejan repito de que los niños son “pervertidos” por algunas educaciones  sexuales más que dudosas impartidas en colegios que van de progresistas. No hay nada nuevo bajo el sol. Cuando mis padres me dejaron en el colegio de los claretianos para irse a trabajar a Alemania, los curas nos hacían confesarnos por orden alfabético y un pobre neurótico que era el que confesaba niños – parece que no servía para nada más- me preguntaba cada martes. ¿Tú te tocas? Yo tenía nueve años y no sabía qué contestar porque no sabía qué me estaba preguntando. Estaban empeñados en el asunto de la masturbación  – pecado gordo solitario- y en las amistades particulares  – pecado gordo de mariconeo- y yo no tenía ni idea de qué me estaban hablando. Una forma de pervertir a un niño de nueve años preocupado por el futbolín y por aprenderse de memoria las comarcas de Burgos y las declinaciones en latín. Había latín en primero y allí se estudiaba decojones, no como ahora.

Los traumas sexuales que podamos arrastrar los abuelos  – represión, sentimientos de culpa, seguridad de la condenación eterna, etc….- requerirían un psicoanálisis para cada uno, cosa que la seguridad social no puede costear porque ya no costea ni los jarabes para la tos. Ahora parece que tener tos no es una enfermedad sino un lujo.

Los que hemos pasado la edad de jubilación fuimos a clases segregadas. O sea, los niños con los niños y, las niñas con las niñas. Yo no vi nunca una mujer en clase hasta que no fui a la Universidad en el año 73. Eso puede haber influido  – no hablo de mi en concreto sino de mi generación entera- a la hora de ser más susceptible en mi posible  calidad de víctima de un posible – perdón por la repetición-  timo del amor y eso vale también para las mujeres.

Vamos a lo que vamos. Un señor mayor  – también una señora- es una persona intrínsecamente vulnerable. Tiene la vida hecha y va cuesta abajo, no trabaja, sus expectativas son limitadas, puede ser dependiente en muchos aspectos, ve la muerte cerca, se siente inútil en lo laboral y en lo físico, etc…. No me quiero poner trágico, pero salta a la vista hasta qué punto una persona de setenta años no puede estar a la altura de una de treinta. O sea, es un ser vulnerable y por tanto un sujeto pasivo de delitos con mayor probabilidad de otra persona más potente y ya sabemos que los estafadores no paran en menundencias. Carecen de cualquier empatía tal como…pobre abuelo, no puedo hacerle esto, le voy a ocasionar un desastre, etc…

Este fin de semana pasado, decidido a  seguir con mi criminología empírica, metiéndome entre la gente, hablando con unos y con otros e intentando entrar en los grupos más dispares que es donde se cuece la realidad, me apunté a una excursión en autobús hasta las Lagunas de Ruidera. Ida y vuelta en el día y comida en un restaurante junto a una de las lagunas. Una excursión así   – cincuenta y ocho personas de ambos sexos y todas de sesenta más o menos- es un observatorio sociológico inigualable. Un día entero da para mucho.

Antes de llegar a Villena, camino de Ruidera, el abuelo que me tocó de vecino ya se había soltado: Oiga – pregunta- ¿Usted vive solo o acompañado? De las dos formas, depende de cuándo y con quién – respondo-.

Hay que dar el menor número de datos posible. Si dices que eres médico, te cosen a preguntas de enfermedades. Si eres abogado, ven el momento propicio de plantearte un pleito gratis. Si eres economista quieren que les hagas allí mismo la declaración de la renta y si eres psicólogo, te cuentan sus gatillazos para que intentes remediárselos sobre la marcha y con un Freud de andar por casa.

⸺Yo ahora – continúa el abuelo, amigo para siempre- vivo con mi mujer que está impedida y nos ayudan los servicios sociales para poder cuidarla. Es que he tenido un problema… Verá, conocí a una chica por internet  – ya empezamos con el peligro de las redes para los abuelitos- y llevamos unos meses escribiéndonos. Es muy largo de explicar   – y se atranca y como que no quiere explayarse más por una cierta vergüenza.

Yo no le escribo, pero ella sigue haciéndolo porque desde el principio me empezó a contar sus penurias – niños, comida, averías en casa, en el coche, lavadora rota, un familiar enfermo, etc… Cada día tenía una tecla distinta y yo siempre la he ayudado. Desde hace un tiempo me mosqueé porque, claro, dice que me quiere, que quiere acostarse conmigo y hasta que vivamos juntos y me llama amor, cosa que no me han llamado jamás.

⸺¿Cómoooooooo?  – y pego un respingo en el asiento que hace tambalear al bus por los llanos manchegos.

⸺ Ella dice que me quiere, me dice que está muy triste y con mucha angustia, que la van a echar de su casa porque no puede pagar el alquiler y que se viene a vivir conmigo. Con sus dos niños pequeños claro. Yo le digo que eso es una locura y que nunca iría a  buen puerto una relación tan difícil porque yo le doblo la edad. Tengo setenta años. Y ella se empeña en afirmar que me quiere, me llama continuamente mi amor y dice que la edad no es problema, que solo es un número y…claro casi siempre eso va a acompañado de la petición de pasta por algún desastre, enfermedad, rotura, recibo o percance casero.

⸺Voy a hacer de abogado del diablo – sin serlo- pero hay que dejar las cosas claras. ¿Ha tenido usted relación íntima con esta chica? ¿Se ha acostado usted con ella, hablando en plata? ¿Tiene usted algo que ver en la concepción de los niños? ¿Puede usted o alguien considerarlo pareja de esa chica?

⸺¡Que va! Ni pareja ni nada. No le he dado ni un beso, ni me he acostado ni pienso hacerlo. Ella me lo ha sugerido varias veces y alguna vez ha mandado un meme de esos graciosos con una pareja “ejerciendo”, pero yo le he dicho siempre que eso sería estar locos con mi edad. Y ella insiste en que la edad no importa. No soy su pareja, le he dicho claro que no puedo serlo. No me he acostado y no le he cogido ni la mano.

Hombre yo no se lo preguntaba por cotilleo sino por ver si hay algún vínculo con usted que ella pueda intentar explotar: pareja, hijos, dejar su trabajo para venirse a vivir con usted, cambiar su vida por su culpa… que ahí sí se podría intentar agarrar algún abogado para pedirle responsabilidad en dinero. Ya sabe: ¡Yo, por ti, dejé mi casa y mi trabajo y ahora me veo tirada! Y ahí piden pasta. Pero por lo que dice usted, así de golpe,  veo poca tela que cortar.

⸺ Yo le he dado bastante dinero. Hasta vergüenza me da decirlo, pero bastante para un jubilado. Y ha sido por amistad, por lástima, por solidaridad… y siempre le he dicho que no me debía nada, porque ella siempre decía que me lo iba a devolver, aunque no sé cómo porque esta pelada, pelada.

⸺¿No le ha dado usted dinero a cambio de sexo? ¿La ha coaccionado de alguna forma?

⸺¡Que va!   Que ya le he dicho que no le he cogido ni la mano. Si yo hubiera querido sexo, con el dinero que le he  dado, en cualquier local de lujo me habrían hecho socio preferente. De quitarse el portero la gorra y saludar cada vez que me viera en la puerta. Claro está que yo tampoco estoy ya para dos polvos a la semana con las niñas que trabajan en esos sitios que, dicho con todo respeto, me coge a mí una de esas y no le duro ni medio asalto. Con todo respeto, eh…. Que yo he sido fiel siempre a mi señora y no he ido a puti clubs nunca. Le he dado dinero por puro cariño, por filantropía, por…ser gilipollas, pienso a veces.

⸺O sea que es usted el pringao de turno, que conoce a una chica de vista, que ella le dice que lo quiere y que está enamorada y usted suelta la pasta y casi que le da vergüenza decir cuánto le ha soltado. ¿Y en serio que no han tenido ningún contacto físico? Eso, sépalo usted, es difícil de creer pero si usted lo dice….

⸺Le aseguro que ni un beso, ni cogerle la mano siquiera. Y lo del pringao totalmente cierto. Ella pide, con mil argumentos de necesidad y yo le doy, alguna vez a regañadientes, pero al final siempre le doy. Y si alguna vez me he negado, se pone agresiva e incluso insulta. La última vez me ha pedido tres mil euros porque dice estar en un aprieto grave y yo no se los puedo dar porque no los tengo. Y ya dos veces me ha dicho que se va a enterar todo el mundo de quien soy yo y, claro, eso me pone un poco nervioso porque…yo no he cometido ningún delito, mi mujer no está como para reñirme que a la pobre la tienen hasta que levantar para ir al baño, pero tengo familia y amigos y no me gustaría que me tomaran por el pringao que he sido y estoy siendo.

⸺Pues, querido amigo, así a bote pronto y en medio de la Mancha, camino de las Lagunas de Ruidera, reconozcamos que es usted un pringao, un primo. Usted puede ser generoso, pero…claro no hasta  el punto de verse obligado a dar sin querer o sin poder y menos con el aviso de “se va a enterar todo el mundo”. ¿De qué se va a enterar el mundo?

El español está lleno de refranes: Das cien y no das una y es como si no hubieras dado ninguna. Y hay otro que dice. Cuanto más te agachas, más se te ve el culo  – con perdón. Esto la criminología lo tiene muy claro. A lo mejor la chica no es una estafadora profesional ni está integrada en una red de estafas. A lo mejor…¿Sabe usted lo que son los delitos de crisis? Esta mujer está en una situación de dificultad económica. No tiene trabajo o el que tiene no le llega para mantener a sus niños y con usted, un abuelo regularmente solvente, ha visto el cielo abierto con dos piropos, dos declaraciones de enamoramiento y dos fotos. Mucho más barato y fácil que un pluriempleo, que ir al banco de alimentos y a pedir socorro a los servicios sociales que funcionan de pena por cierto. Una situación de crisis que la muchacha resuelve con esa artimaña porque… ¿no creerá usted que está realmente enamorada?

Hemos llegado. Vamos a disfrutar de las lagunas y ya seguimos hablando.

Es horrible. Tan pronto das la pinta de saber algo de algo, ya tienes al cliente gratis en la consulta.

Columna de Manuel Avilés*, director de prisiones jubilado y escritor, para h50 Digital Policial

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