La sociedad civil y el Bicentenario de la Policía: el gran proyecto de una estatua en honor a la Policía Nacional

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La celebración de un cumpleaños siempre tiene dos vertientes, la del homenajeado y la de los amigos. Estamos a menos de un mes del día que se conmemorarán los doscientos años de una de las instituciones más valoradas y necesarias de la sociedad española, el Cuerpo Nacional de Policía, nuestra Policía Nacional. Y como amigo de esta institución llevo más de un año inmerso en la preparación de un regalo a la altura del acontecimiento.

El consenso de todos los amigos que hemos hablado de ello es claro, el mejor regalo que puede realizar la sociedad a la Policía es una estatua, un monumento. Es el regalo más vistoso y perdurable, teniendo millones de ejemplos de ello en diversidad de sociedades y momentos históricos, que siglos después de haberse concebido se pueden seguir disfrutando. Así que nos pusimos manos a la obra. Fue el tesón de un buen conocido de esta casa, Jesús Longueira (autor de “Ni olvido ni perdón”) que consiguió ponerse en contacto con un escultor magnífico, cuya destreza ya ha sido demostrada, y que es garantía de éxito, el que supuso el punto de no retorno. Longueira consiguió embarcar al maestro Salvador Amaya (sí, Amaya, maestro sin igual, autor de la estatua a Blas de Lezo, los Héroes de Baler, y La Legión, entre muchas obras), que de inmediato se entusiasmó y plasmó su idea en un magnífico boceto.

La primera pregunta era qué foto íbamos a utilizar para el regalo. Nuestra amiga cumple doscientos años, y elegir un momento de su vida es difícil. Unas veces ha trabajado sin uniforme, y más de la mitad de su vida también con él. Ha tenido diversas épocas y vivencias, y sólo podemos escoger una. El consenso se alcanzó rápido, es el Cuerpo de Seguridad uno de los periodos más significativos por abarcar algo más de un cuarto de su vida, con una vestimenta estética, que nos evoca el pasado, pero también todo lo que estaba por venir, un uniforme reconocible por una mayoría de la población que puede ver reflejada toda la historia de la Policía. Elegimos el uniforme con capote, según el reglamento de 1925, por diferenciarlo de otros cuerpos y ofrecer una estética fina y admirable. Al ser un regalo por el bicentenario no nos pareció adecuado el uniforme actual, pues no reflejaría toda la historia, pareciendo que sólo nos acordamos del presente.

Ofrecimos al maestro Amaya las fotos y la imagen, con la libertad de desarrollar la idea. Un día nos mandó las primeras imágenes. Yo, personalmente, esperaba un boceto en forma de dibujo, pero el maestro había plasmado la idea en una imagen de unos cuarenta centímetros de altura, que nos ofrecía una visión extraordinaria. Todos los que estábamos embarcados en el proyecto quedamos prendados de su belleza, y fuimos invitados al taller del escultor. Nos acercamos tres de nosotros y la sensación fue aún más grande.

Al entrar en el taller sentí un salto en el corazón, el arte se apoderaba de mis ojos. Mis sentimientos se dividieron entre el autor y la obra, de la que tiene una buena muestra en el taller. No podía evitar mirar detrás de él porque ya veía el boceto. Nuestra urgencia era visible, por lo que antes de seguir hablando nos dejó contemplar la imagen: una figura muy estética, trabajada, que transmite paz, seriedad, vigilancia, seguridad. Y si antes decía que el corazón se dividía entre el maestro y su obra, el maestro se lo ganó entero, porque deja algo de sí mismo en cada obra que realiza.

Ya teníamos el regalo pensado, el lugar donde nacería, y ahora tocaba preparar quién iba a participar en el regalo. Por motivos administrativos no se pudo ejecutar en el grupo inicial, por lo que ofrecí la asociación que presido para encauzar la idea. La Asociación Nacional de Donantes de las Fuerzas y Cuerpos Armados de España (ANDFCAE), que además se me antojó como una buena alternativa por estar formada por compañeros de los uniformados de toda España. La intención era que el regalo fuera de toda España, y por ello una asociación con vocación de hermandad que une a policías, militares, guardias civiles, y otros servicios uniformados, con el denominador común del servicio, me pareció idónea.

Empezamos a preparar la fiesta, empezamos a preparar la logística, y a día de hoy podemos empezar a realizar este proyecto que considero se va a convertir en un éxito. Invitamos a los amigos del homenajeado: asociaciones, sindicatos, personalidades… y poco a poco se van plasmando las adhesiones, la fiesta va tomando forma. Y con esta noticia y con el convencimiento absoluto de la celebración y el regalo, abrimos la invitación a todo aquél que se sume al proyecto.

En esta fiesta no podía faltar un amigo como lo es h50. Nos pusimos en contacto con él y el entusiasmo fue tan inmediato como inmenso. Nos ofrecieron todo su apoyo, y nos han espoleado para lanzar ya esta invitación, que se materializa en este artículo.

Pero el regalo me presentaba una espinita clavada. ¿Cómo homenajear a la Policía sabiendo que su padre está enfermo? Jose Manuel de Arjona de Cubas, fundador de la institución, yace en una tumba que fue profanada. La lápida está rota, seguramente algún salteador de tumbas buscó el botín interrumpiendo su descanso. Por ello, al plantear el proyecto propuse arreglar la lápida, y con el visto bueno de los compañeros me puse en contacto con el Cementerio de San Isidro. Apenas hace dos días, me contestaron del cementerio que el Patio de San Isidro, en el que se encontraba Arjona, había tenido que ser trasladado a la cripta.

Recibí la noticia con pena, pero pronto vi que no era motivo de tristeza si no de alegría. Arjona era el abuelo de mi tatarabuela, ¡son doscientos años!, seis generaciones. Por ello estoy seguro que el resto de la familia recibirá la iniciativa con alegría. En vez de arreglar la lápida, propuse a la Asamblea de Socios devolver al fundador de la Policía a un enterramiento individualizado. No hay mejor forma de celebrar este cumpleaños que con un regalo a nuestra amiga, la Policía, y otro al que la dio vida, Arjona. Una estatua para homenajear a la institución, y una sepultura individualizada para su padre (que entre otros muchos cargos ocupó la alcaldía de Sevilla y la de Madrid, como muchos lectores conocen). Así lo que iba a ser una cuestación, una suscripción a nivel nacional, para homenajear a la Policía, se convierte en dos, que irán unidas, traspasando el sobrante de una a la otra, para que la celebración sea completa.

Y todo esto lo anunciamos en un momento en el que las celebraciones navideñas, las del nacimiento más importante de la historia, ocupa nuestra ilusión y preparativos… ¿no había otro momento? Ciertamente sí, pero la historia así lo ha querido, y la Policía no descansa, dando muestra de ello desde su misma creación.

José Manuel de Arjona de Cubas es nombrado Superintendente General de Vigilancia Pública el 26 de noviembre de 1823. Días después se produce el relevo en el Ministerio de Gracia y Justicia, haciéndose cargo del puesto el Conde de Ofalia el 2 de diciembre de 1823. Éste autoriza a Arjona para la realización del proyecto de organización de la Policía General del Reyno. La hipótesis es que presentaría el proyecto que ya había preparado en 1816 adaptándolo al momento y corrigiéndolo, y lo presentaría poco después al rey. Éste lo examinaría, siendo adecuado a las necesidades, por lo que manda se constituya la junta para estudiarlo y que se pueda aprobar a la mayor brevedad, para que “empiece a regir desde principios del próximo mes y año si fuese posible; aún quando no se apruebe sino con la calidad de provisional e interino y sin perjuicio de ser rectificado con la experiencia, como es indispensable que suceda con un establecimiento no ensayado en nuestro país.”[1]

Un documento que muestra la urgencia por poseer un cuerpo que realice las funciones policiales, y que por ello prevé que pueda contener elementos mejorables, que exijan modificaciones en un breve espacio de tiempo, señalando su novedad.

El Secretario del Consejo pone en boca del rey las siguientes palabras[2]: “El estado de inquietud y desorden en que se hallan los más de los pueblos de la monarquía por efecto del régimen anárquico que por más de tres años afligió a la España, han fijado las miras paternales del rey NS y convencido de la importancia de establecer sin pérdidas de tiempo la Policía General del Reyno. El rey quiere que ésta no se vea como en otro tiempo limitada a cortas atribuciones, incierta por lo indefinido de ellas, y embarazada por el tema de los choques o competencias con otra autoridades; sino que sea vigorosa, dotada de los recursos necesarios para hacer el bien y para impedir el mal, y que al mismo tiempo que sea un medio irresistible de represión para los malos, lo sea de provecho para los buenos. Con este designio en lo que concierne, se sirvió SM mandar al Superintendente General de Vigilancia Pública se formase un plan comprensivo de cuantas disposiciones creyese conducentes al logro de las reales intenciones, y en cumplimiento de la orden citada ha elevado el Superintendente a manos de SM con fecha de 21[3] el adjunto proyecto de decreto para la organización de la Policía, y enterado de ello se ha servido resolver: que para informar sobre este importante y urgente negocio con el acierto y la celeridad que exige el bien de sus vasallos, y mediante versados[4] puntos de contacto con diferentes autoridades, se forme una junta compuesta de seis ministros de sus consejos supremos, del oficial  del consejo real, y del superintendente de vigilancia, los cuales se reunirán en la posada de VSY y bajo su presidencia discutirán dicho proyecto del decreto.”[5]

En esta junta estuvieron los Ministros de Guerra, Indias, Hacienda, y Gracia y Justicia. El rey además de apremiar a la revisión del proyecto que se adjunta (el redactado por Arjona), pide que si se deniega alguno de los artículos se proponga la solución a ellos, de forma que se pueda aprobar el reglamento en la forma que la junta considere, no deseándose una denegación que alargara la aprobación de un decreto. Al proyecto se le realiza, por parte de la junta, modificaciones y puntualizaciones en apenas dos o tres de sus artículos, siendo añadido un artículo entero, por lo que en lo fundamental se acepta el reglamento presentado. El nuevo reglamento se remite al rey el 1 de enero de 1824: la junta de ministros del Consejo Supremo del Rey, “ha reconocido y meditado cuanto en el él se propone”[6] (proyecto de decreto de la organización de la Policía General del Reyno) “y conforme con el plan presentado por el Superintendente General del ramo para que desde un punto céntrico la acción de la policía, se difunda y ejerza para todo el reino”[7].

Por tanto, se eleva el proyecto, por la Junta de Ministros nombrada a tal efecto en diciembre de año próximo pasado, pasando a reproducir el reglamento, que es sancionado por el rey el día 8 de enero de 1824, publicándose en la Real Cédula de 13 de enero de 1824, constituyéndose como la fecha de fundación de la Policía.

Y este es el motivo por el que no solo va a ser especial el año 2024. Los amantes de la historia, los amigos de la Policía Nacional, tenemos motivos para comenzar ya a celebrar el bicentenario.

Luis Mairata De Anduiza, Presidente de ANDFCAE

https://www.donantenacional.es/monumento

[1] Carta del Secretario del Consejo, Legajo 12.353 en Turrado Vidal, Martín (2002). Documentos fundacionales de la Policía, Ministerio del Interior.

[2] Íbid.

[3] 21 de diciembre de 1823

[4] La palabra versados puede no ser exacta, interpretación del autor de la caligrafía.

[5] Carta del Secretario del Consejo, Legajo 12.353

[6] Carta de la Junta de Ministros al Secretario del rey, Legajo 12.353

[7] Este plan no se encuentra en el legajo, puede haberse perdido, encontrarse en otro legajo, o que fuera una exposición oral.

Un comentario sobre “La sociedad civil y el Bicentenario de la Policía: el gran proyecto de una estatua en honor a la Policía Nacional

  1. Los amigos de la policía sabemos que la fundación del Cuerpo Nacional de Policía fue el 13 de marzo de 1986. Y que todo eso del bicentenario es un montaje burdo.

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