Karkubi, la droga maldita de los pobres

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Columna de Ricardo Magaz en h50 Digital Policial. “CRÓNICAS DEL NUEVE PARABELLUM”.

El Karkubi es una potente droga alucinógena y de abuso relativamente nueva en España. Apareció en nuestras calles en los peores momentos de la pandemia. Sin embargo, en Marruecos llevaba tiempo funcionando en los barrios más depauperados del país Alauí. Realmente, el Karkubi fue un invento para abaratar materia y, de paso, potenciar los efectos en el organismo humano. Un cóctel extremadamente peligroso, como se ha visto después. En mi libro Narcotráfico y drogas de abuso ya traté hace unos años el problema que iba a suponer la mixtura de sustancias a bajo coste para fomentar el consumo adictivo.

Psicotrópicos y hachís

El Karkubi, también llamado “cartucho”, “recarga” o “ampolla roja”, se elabora principalmente en Marruecos y, en menor medida, en la vecina Argelia. Luego cruza el estrecho de Gibraltar y ya la tenemos en el trapicheo callejero español, a menos de cuatro euros el comprimido. La fórmula no es complicada ni requiere grandes laboratorios. Se trata de una mezcla del llamado “maajun”, una especie de masa realizada con ansiolíticos, hachís en polvo, alcohol y colorante rojo.

Mafias hispano-marroquís

El componente esencial del Karkubi es, como queda dicho, los medicamentos ansiolíticos tipo Rivotril que se consiguen sin mayores contratiempos en el sector farmacológico español con recetas desviadas o en el mercado negro. Después, las mafias hispano-marroquíes los llevan al Magreb para la mezcla con el hachís local por la zona de Ketama, en la provincia de Alhucemas Un negocio redondo para los narcos de las dos orillas del Mediterráneo.

Efectos devastadores

El Karkubi, más allá del problema delincuencial de una droga alucinógena, causa otros peligros graves: comportamientos psicopáticos y de extrema agresividad que en ocasiones acaban en suicidio. Una sustancia depresora del sistema nervioso central con gran poder de adición y mucha tolerancia; o sea, necesidad de consumir cada vez más cantidad para alcanzar los efectos iniciales.

En suma, una droga maldita que engancha y destruye luego a los jóvenes en los barrios más desfavorecidos de ambos lados del estrecho.

(*) Ricardo Magaz es profesor de Fenomenología Criminal en la UNED, ensayista y miembro de la Policía Nacional (sgda/ac)

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