El Príncipe: un barrio “no go”

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La historia se repite, y no aprendemos. Seguimos llevándonos las manos a la cabeza, siempre que por causa de algún suceso violento relevante, tenemos noticias de ciertos barrios conflictivos y peligrosos como (Saint Denis) en Francia o (Molenbeek) en Bélgica,  preguntándonos de nuevo, cómo ha podido ocurrir. La respuesta es simple, pero en infinidad de ocasiones, se omite deliberadamente. La hipocresía y el buenismo, permiten que cuando se habla de esa  problemática delincuencial tan grave, siempre se termine echando balones fuera,  procurando desmarcarse por completo de algo que nos afecta directamente.

Aquí en España, también tenemos lo nuestro. Barrios como el de El Príncipe, en Ceuta, son el ejemplo más claro de que algo está fallando, y en gran medida, gracias a la permisividad que las autoridades tienen respecto a acciones un tanto ambiguas, llevadas a cabo por determinados colectivos que siempre gozan de una ultraprotección. De ellos nunca se puede hablar porque en seguida se ofenden

No es un fenómeno nuevo

Hace unas décadas al oír hablar de “Las tres mil viviendas”, de “Los pajaritos” en Sevilla (por poner un ejemplo conocido), era sinónimo de barrio marginal, delincuencia, y sobre todo de una zona inaccesible para el ciudadano de a pie e incluso para la misma policía. A día de hoy, esos barrios han parecido caer interesadamente en el olvido, no siendo ya los protagonistas de la actualidad en cuanto a titulares en la prensa. El hecho de que no se hable tanto de esa delincuencia, ni de esos barrios, no quiere decir que el problema haya desaparecido, sino que solamente, se ha puesto el foco en otro lugar.

Factores que influyen

Todos los barrios que son catalogados como conflictivos, tienen similares factores en su ADN que hace que la marginalidad aflore. Muchos serán los que entre argumentos de copia y pega, señalen como culpable al fracaso escolar, al desempleo, a la drogadicción, pero muy pocos eran los que se pongan manos a la obra para revertir esa sensación constante de abandono y de ilegalidad.

Desde el punto de vista de la seguridad, el barrio de El Príncipe en Ceuta, supone un reto para cualquier cuerpo policial. Es notable la presencia de grupos de las unidades de intervención Policia UIP o subgrupos de UPR, que realizan una labor de prevención de la delincuencia, llegando incluso a tener que abandonar alguna de las zonas asignadas en su servicio, por no poder garantizar su propia seguridad e integridad física. Luego están Los grupos de información de la Policía Nacional, esos,  que se esfuerzan para no ser detectados, pero que , igualmente están trabajando de manera continuada sin descanso.

Una cantera para la yihad

Que la prensa tilde al barrio de El Príncipe, como un caladero de yihadistas, es motivo suficiente de preocupación. No es el pequeño delincuente que trapichea con droga, no es el caco que se dedica a los hurtos (ojo que no le arresto importancia a estos hechos delictivos), pero hay que subrayar, que la cuestión yihadista es bastante justo a la vuelta de la esquina, tenemos un grave problema con el terrorismo. No podemos estar siempre mirando en la lejanía de Siria o las fronteras con Turquía, sabiendo que en territorio español hay una “zona No Go” expresamente por motivos terroristas.

“Vecinos ejemplares

Un vecino del barrio de El Príncipe conocido como ‘kokito”, posaba para la prensa exhibiendo las 5 cabezas que supuestamente había cortado a los “infieles” en Siria, mientras amenazaba con volver a España y reconquistarla para el Islam.

Desde su captación y adoctrinamiento, hasta su huída a Siria para hacer la yihad luchando como muyahidin por el califato, tipos como “Kokito” o como el llamado “Barbas”, se radicalizaron en el propio barrio, demostrando una extrema fiereza y saña incomparable. Estos sujetos, terroristas, criminales, ya desde bien jóvenes apuntaban maneras y dejaban claras sus intenciones para dar un paso más. Nunca se escondieron, ya que estar cobijados por su gente, y su barrio, les hacía sentir seguros y respaldados.

Ante una peligrosa y nutrida cantera de yihadistas, no hay tiempo que perder. La lucha contra el terrorismo islámico es una batalla titánica que se lleva a cabo de manera silenciosa, pero que sin duda surte de mucho efecto. La red de inteligencia es sumamente compleja, y aunque formalmente quién lleva la acción es la Policía, Guardia civil o el CNI, también se apoyan en valiosos informantes anónimos, unas veces son vecinos, otras personas que trabajan en la calle sin más, o familiares de jóvenes con una incipiente y explosiva radicalización, que presos del miedo, se la juegan cada vez que facilitan información.

Lucha nacional e internacional

La relación estrecha entre las autoridades policiales y judiciales europeas, fomenta la coordinación y cooperación en ambos frentes, elevando a un nivel máximo su compromiso ante el difícil reto que tienen por delante.

Por mucha que sea la presencia policial y su actividad, por muy exhaustivo que sea el trabajo de vigilancia, y por estrecho que sea el cerco en torno a aquellos radicalizados, el barrio de “El Príncipe” sigue siendo una zona muy poco aconsejable de visitar.

¿Hasta cuándo?…. Imposible responder esta pregunta, pues la cultura de la delincuencia, y porqué no decirlo claramente, la “cultura del yihadismo”,  han sido aceptadas como buenas, calando hondo, al punto de predominar en casi todos los estamentos sociales del barrio.

Han sido muchas las operaciones antiterroristas llevadas a cabo en el barrio de El Príncipe, que se han saldado con la detención de numerosos individuos relacionados directamente con el terrorismo yihadista, tanto a nivel de financiación, captación, ocultación y soporte, así como de terroristas dispuestos a atentar principalmente en España.

Cuando la sharía llegue para quedarse, será muy tarde y  El príncipe se convertirá en un barrio sin retorno.

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