Covid-19: navidades urgentes y otras celebraciones

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Artículo de: Rosa Mª García Durán

Otra de Covid-19. Prometo variar de tema en la siguiente colaboración para H50. El bicho este nos ha hecho postergar fiestas de todo tipo, familiares y colectivas, con fecha en rojo en el calendario o con significado particular para cada uno de nosotros. Bodas bautizos y banquetes, que decían en la tele, para otro momento. Y ese momento parece que se hace esperar un poco (?) más. 

 Alternativas

Algunas de las celebraciones que quedaban para “luego“, o se llevaban a cabo con alguna que otra improvisación fueron los cumpleaños de los más pequeños. Para ellos, en la mayoría de los casos, es el día más especial del año y así se lo hacen ver su familia y sus amigos. Sin embargo, pasaron muchos días durante el confinamiento y los peques entendieron, no había otra, que en el “feliz cumpleaños” faltaría mucha gente y que los regalos, si requerían ser estrenados en la calle, tenían la alternativa, no sé si apropiada o convincente, de ser probados en el pasillo de casa, a poder ser sin generar efectos secundarios en mobiliario y paredes.

Patrullas policiales

La Policía Municipal de Madrid recibió innumerables muestras de agradecimiento por el inusitado regalo que llevaron hasta la casa de los homenajeados, patrullas con luces y señales de emergencia para felicitarlos y aplaudir su buen comportamiento. Niños y niñas miraban impresionados e incrédulos, pero absortos porque la policía, que se sabía, además, sus nombres, se sumaba a su cumpleaños y aplaudía su buen comportamiento.

Reflexión

Por qué traigo esto a colación. Porque estos episodios, que van más allá de una mera anécdota, tanto por el número de felicitaciones que realizamos, como por el cariño que recibimos de los pequeños y sus familias; nos puede hacer reflexionar un poco, a quienes ya somos talluditos y podemos estar pensando en salir de fiesta.

 “EN OCASIONES LOS AGENTES HAN SIDO GOLPEADOS Y QUEDADO, EN ALGÚN CASO, MAL HERIDOS Y EN PERIODO DE CUARENTENA

Resulta que seguimos persiguiendo a la Covid-19, y esta no nos ha cogido miedo, a nadie, y parece incluso ponerse “exquisita” a la hora de escoger entre tantas víctimas como se le ponen por delante.

Octubre no ha sido un mes del que podamos sentirnos orgullosos en este sentido, fundamentalmente por las fiestas y botellones y otras reuniones, celebradas sin garantías sanitarias. Parecían ser urgentes y no podían esperar. Aunque a diferencia de los ‘cumples’ infantiles y no hace mucho de ello, ahora existen más posibilidades de hacer vida social, más allá de la resignada tras una ventana; estos encuentros pueden poner la cara colorada a más de uno, si nos acordamos de la lección que nos dieron, entonces, los más pequeños.

 Reglas

Ahora disponemos de horarios, fórmulas concretas de agrupación y espacios; pero, parece ser que a algunos no les vale. Dar la espalda a las reglas que nos permiten divertirnos sin agotar a los médicos, ni enviar al hospital a personas vulnerables, o a quienes aparentemente no lo eran, frente a esta PANDEMIA INFECCIOSA es irresponsable. Pero sobre todo doloroso, insolidario y objeto de sanción (y nótese el orden de la relación).

Por cierto que, en aquel momento inicial de esta infección que ha dado la vuelta al mundo y del que parece haberse apropiado, el personal médico y el policial, y todos los servicios esenciales, recibían aplausos alentadores, como los de los niños desde sus ventanas y balcones. Ahora, es difícil explicar por qué, cuando tratamos de evitar concentraciones de personas para adelantar lo antes posible el fin de esta pesadilla, ese gesto de ánimo ha devenido, en ocasiones, en fuerte oposición a la actuación policial. Los agentes han sido golpeados y quedado, en algún caso, mal heridos. Amén de tener que pasar, según los casos, por el protocolo de cuarentena.

El personal sanitario también recibe alguna invectiva, si acaso esta más dialéctica, y parecen ser los responsables de lo contrario que, en realidad, hacen, es decir, curar, proteger, prevenir; pero desde su condición de profesionales, que los milagros no rezan en el Vademecum.

Qué urgencias podemos hacer valer para celebrar este tipo de fiestas en la calle, locales o domicilios. Ninguna.

Salvar la vida

En los hospitales sí hay URGENCIAS y nadie se pregunta por qué. Quién acude a ese acceso hospitalario no puede esperar, su llegada es inaplazable y médicos y policías vuelven, en realidad no han dejado de hacerlo, a acelerar el servicio al máximo de revoluciones. Alguien muy enfermo tiene que salir de ese trance. Y no solo los contagiados por la Covid-19, sino quienes presentan patologías que comprometen seriamente su salud, y que quieren, porque es su derecho y lo necesitan, ser atendidos a tiempo para curarse, mejorar o salvar la vida.

Las navidades están muy próximas y el panorama será muy parecido a este. Lo podemos mejorar entre todos, cierto.  Celebremos las navidades. Sin urgencias

Autoría: Rosa Mª García Durán | Intendente de la Policía Municipal de Madrid y jefa de la Unidad de Participación y Convivencia. Anteriormente fue responsable del Área de Formación del Cuerpo.

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