Captagón y fanatismo: drogas y terrorismo

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No hace falta ser un estudioso de la medicina para saber que el consumo de sustancias estupefacientes provoca daños irreversibles en el organismo y en la conducta de las personas. Si se mezclan esas drogas con otras sustancias el daño es potencialmente mayor,  pero si a eso le añadimos el plus del adoctrinamiento radical en cualquiera de sus versiones, es entonces cuando la excéntrica mixtura se convierte en un cóctel verdaderamente explosivo.

Las variables que adquieren las sustancias estupefacientes son tan distintas y tan complejas como los intereses que tiene el que las elabora y trafica con ellas. Da igual si es cocaína, heroína o MDMA,  la química es extraordinariamente agradecida,  pues la codiciada dosis brinda al ser humano la nada exclusiva oportunidad de “entonarse”. Unas veces quien la toma lo hará para evadirse de una realidad difícil y otras será para adaptarse a cualquier situación por disparatada e irreverente que sea. Esto y mucho más es lo que la droga te ofrece, eso sí, pagando el precio más caro, tu vida.

La que hoy está catalogada como una de las drogas más peligrosas del momento, en su inicio se encuadraba dentro de las composiciones farmacológicas utilizadas habitualmente en medicina a la hora de tratar problemas como el TDAH, la hiperactividad, la narcolepsia y otros estados depresivos. La fórmula de la fenetilina surgió en Alemania en la década de los sesenta, permaneciendo su consumo de manera legal al menos durante veinte años. Durante la década de los ochenta el abuso, el descontrol y la ingesta irresponsable de este principio activo le llevaron a la ilegalización con el consiguiente cese de fabricación y pauta.

En el momento en el que una sustancia pasa de ser considerada una medicina pautada por un médico y suministrada por un farmacéutico a convertirse en una droga ilegal y adquirida en el mercado negro, es vital no perder la pista del negocio, pues cuando un camino se corta otras vías paralelas se abren. Siempre va a haber alguien que sepa aprovechar la oportunidad.

Es en la desaparición del mercado regulado donde muchos países del este de Europa vieron una oportunidad económica alternativa y continuaron la fabricación clandestina de la fenetilina. El negocio no ha sido muy duradero debido a las continuas operaciones policiales contra el tráfico ilícito de sustancias estupefacientes y a un estricto control farmacéutico por parte de la Unión Europea, ya que de algún modo han terminado por asfixiar a un entramado criminal que poco a poco se ha desinflado.

Con la competencia europea de capa caída el testigo lo tomó Siria, que aprovechando la guerra que asolaba el país vio con buenos ojos la fabricación y la distribución del CAPTAGON como fuente de beneficios. El haberse convertido Siria en un estado fallido no sólo ha fomentado la fabricación y comercio, sino que también ha disparado su consumo de manera exponencial. Una droga de bajo coste y gran demanda producida en casa es prácticamente un filón, pues se tiene constancia que en el año 2021 los valores de ventas oscilaron cerca de los casi 5.400 millones de euros.

Queda mucho por hacer.

Las instituciones policiales europeas (EUROPOL y EUROJUST) se afanan en buscar soluciones a los diferentes frentes que se han abierto actualmente en el ámbito de la seguridad de la unión. Desde los diversos grupos de trabajo se procura abundar en la relevancia de la actividad de la delincuencia transnacional a nivel global y en como influye en nuestra sociedad.  Las alertas han saltado y como no podía ser de otra manera, de nuevo llegamos tarde. Nos ha pasado con el FENTANILO y ahora de nuevo con el CAPTAGON. No vemos el problema hasta que lo tenemos encima de nosotros.  Es necesario trabajar muy duro y centrarse en la materia fijando objetivos claros que vayan desde la vigilancia extrema de los que en su día eran fabricantes de fenetilina, hasta implicarse más si cabe en el control férreo de todos aquellos cauces que pudieran llevar a las mafias a mover  ésas sustancias.

Europa sigue en jornadas de puertas abiertas y desde Siria continúan enviándonos refugiados, terroristas y captagón.

CAPTAGÓN y terrorismo en un mismo pack.

Los últimos ataques terroristas de Hamas en territorio de Israel nos han obligado a dejar a un lado lo que estábamos haciendo y prestar atención a la nueva guerra y a sus tácticas. De la masacre causada por los miles de terroristas que arrasaron todo a su paso hemos sacado en claro que el fanatismo y la deshumanización no tienen límites. Muerte, secuestros, violaciones y torturas atroces era cuanto les esperaba a todos aquellos que se interpusieron entre ellos y su yihad contra Israel. El relato de los supervivientes era prácticamente el guión de una película de terror, no servía de nada tratar de escapar o suplicar clemencia. Como las alimañas sedientas de sangre los terroristas de Hamas se regodeaban de sus sádicas jornadas sangrientas grabándose victoriosos mostrando rehenes y cadáveres como trofeos.

Y os preguntaréis ¿Qué tiene que ver el consumo de drogas con ésto?

Cuando el ejército de Israel pudo controlar la zona,  militares, policías y sanitarios pudieron tomar contacto con la tragedia quedando visible el monstruoso reguero de muerte tras el paso de los terroristas islámicos. Fruto de la respuesta militar israelí caerían abatidos numerosos asaltantes y otros muchos serían apresados. El estado de agitación que presentaban los detenidos no era motivado por el miedo al desconocer que futuro les esperaba, ni tampoco por la exaltación propia de quien lucha. Su alteración venía causada por algo tan simple el consumo de una sustancia estupefaciente preparada para ser tomada antes del ataque. La droga suministrada les permitía desinhibirse provocándoles una euforia extrema. La nueva táctica de guerra había funcionado, el consumo de la droga y un radicalismo exacerbado facilitaron la tarea que les hizo capaces de todo. Cero empatía, los terroristas estaban fuera de sí.

Conexión París.

Después de varios estudios, se ha demostrado que entre el ataque terrorista a Israel y los atentados yihadistas de París existen notables coincidencias. Tanto unos terroristas como otros habían consumido una misma sustancia estupefaciente conocida como  CAPTAGON o llamada la cocaína de los pobres. Y es que el consumo de esa sustancia tiene sentido cuando lo que se quiere conseguir es generar un estado de excitación y agitación en niveles superiores a la cocaína. Ya en Bataclán quedó patente la crueldad y la falta de escrúpulos, algo así no se había visto en territorio europeo. La bomba, el cuchillo o el asalto con AK-47 eran el sota, caballo y rey de los yihadistas, lo que pasó dentro de la sala fue producto de la locura y la deshumanización.

Es evidente la conexión entre grupos criminales organizados, el tráfico de drogas y el terrorismo. Policial y judicialmente golpe a golpe se les presenta batalla, pero mientras por parte de quienes ostentan el poder no exista una firme disposición de plantarse y dar un golpe sobre la mesa, todo seguirá igual.

A unos el fentanilo les devora, les anula y les convierte en zombies, y a otros el captagón les otorga la euforia de creerse inmortales

La siniestra cadena del mal sigue sumando eslabones y parece que no tiene fin.

BRAU LÓPEZ MATAMOROS
VENUS INFINITA
@mar_deposeidon


VENUS INFINITA
h50 Diario Digital Policial

@mar_deposeidon

 

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