“Alea acta est”: España vendida

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No he votado al PP en mi puta vida y no pienso votarlo. Ya veré a quien en las próximas elecciones si tengo que acudir a ellas.  La genética – de mi madre, mi padre era facha- es imposible cambiarla. En la mañana del domingo, petroleado hasta el techo, maqueado, con la ropa de fiesta -como antiguamente iba a la misa de diez en la iglesia de mi pueblo con aquel cura hereje que tenía novia y se absolvía a si mismo cada vez que cometía  pecados contra el celibato- he ido a la manifestación a dar fe de lo que allí pasaba. Usurpando el trabajo de los notarios, me he personado en la plaza del Ayuntamiento de Alicante a ver qué ganado andaba dando voces y clamando contra Sánchez. Me he desilusionado. No había nadie a favor.

Vamos a ser serios: No menos de veinte mil personas. La plaza atascada. La calle Jorge Juan hasta  los topes, La calle Altamira hasta la Rambla llena de gente. La Rambla también.  Las calles adyacentes, las que daban a la plaza de la Santa Faz, hasta la Iglesia de Santa María, las que daban a la calle San Fernando y las que deban a la calle Mayor, llenas de gente, que lo he visto yo con estos ojos que tienen que ir al crematorio y no me lo ha contado nadie ni cobro de nadie para escribirlo. ¡Ojo Hacienda! Que luego me crujís. No cobro de Nadie. No menos de ocho mil personas que estoy acostumbrado aun a contar presos en las cárceles.

Muchas banderas del PP, muchas de Europa con el escudito del PP al fondo a la izquierda, un fallo. Varias pancartas pequeñas con mensajes que se repiten: “Sánchez, traidor. Puigdemont a prisión. Sánchez a prisión. España no se arrodilla”. Hay una que las supera a todas.  Alicante es devoto de la Santa Faz, un milagro inexiste y falso, una reliquia que es mentira, es un cuadrito del siglo XVI y ni tocó el rostro de Jesús ni quien lo fundó,  pero aquí todo el mundo a la venera y eso merece un respeto: La Santa Faz. Un señor al que paro pidiéndole que me deje hacer un a foto pone lo siguiente en su pancarta: FAZ DIVINA, ALUMBRA AL GILIPOLLAS ESTE.  No sé si el editor del periódico será capaz de poner la foto que le he hecho junto con la de una señora elegantísima, vestida de seda  – ¡qué nivel! – aporto foto también- Que luego se ha atrevido a sentar un pobre a su mesa en Teselas, una mujer forradísima. Yo – ella, que con la bandera de España se manifestaba contra Sánchez al que todos voceaban como gran traidor. Yo nada, ehhhhhhh, a mi no me miren que yo estaba tomando notas, aunque pienso que Sánchez ha traicionado al país. Que conste.

Al principio de la manifa suena varias veces la canción Libertad sin ira de Jarcha. La derecha se ha adueñado de ella aunque esta canción nació en los años setenta precisamente contra la derechona que se empeñaba en mantener el antiguo régimen: palo largo y mano dura, para evitar lo peor. Hoy canta Jarcha y todos la corean porque la cosa ha cambiado. Sánchez ha desguazado la nación como Carlos IV, como Fernando VII, Sánchez se ha hecho Borbón, pero Napoleón no está, ahora andan venidos arriba los independens de derechas  – PNV y Puigdemont- y los de izquierdas-  – Bildu y Ezquerra-, a ver dónde acaba esto, que yo no lo veré porque ando en los aledaños del crematorio. El amor de mi vida dice que ahora no podemos estar juntos, que en la próxima vida se vendrá conmigo sí o sí. Entonces miraré desde el otro mundo a ver si todo termina como el rosario de la aurora, como en Las guerras de nuestros antepasados de Delibes: lo que hay fuera ya lo sé mira, los unos contra los otros. Creo que era Sabina quien lo decía, ni me acuerdo después del champan a que me ha invitado esta rubia cañonazo: “Lo peor del amor, cuando termina, son las habitaciones ventiladas, el solo de pijamas con sordina, la adrenalina en camas separadas. Lo malo del después son los despojos que embalsaman los pájaros del sueño….

La mitad de los asistentes  – jóvenes que no han cumplido los treinta ni por asomo- no saben quién es Jarcha ni han oído “Libertad sin ira” en su vida. La tararean desafinando. Yo me vengo arriba y la canto entera, echando a un lado las notas y la escritura. “Pero yo solo he visto gente que sufre y calla dolor y miedo, gente que solo desea, su pan, su hembra y la fiesta en paz”. ¡Qué años aquellos!  Con Franco….. es indiscutible, éramos todos más jóvenes.

Canta luego Niño Bravo, muerto hace mil años en accidente de tráfico,  “Libre, como el sol cuando amanece yo soy libre…..como el mar”.  La gente corea porque esa sí se la sabe. Me fijo. No veo ni una sola bandera del PSOE  – Patxi López y Santos Cerdán están cobrando-, no veo ni una bandera de la UGT  – Pepe López está recibiendo clases de lo que es trabajar algo que no ha hecho en su vida, y enseñando a los ugeteros los pactos con la ultraderecha en prisiones-, tampoco de  CC.OO  – único sindicato honrado que he conocido y del que ahora ignoro sus derroteros en pos del poder.

Suena “Mi querida España” de Cecilia, otra grande muerta en la carretera, la gente canta también. Después entra de lleno el folklore: Viva España y con Manolo Escobar ya cantan todos.  Sigo viendo los mismos carteles pero de otra gente porque mi memoria, desde que trabajé como espía, es fotográfica: Puigdemont a Prisión. Sánchez a prisión. Todos los quieren presos a los dos. ¡Las cárceles se viene arriba! Con lo que nos han criticado.

No veo ultraderechistas. Solo gente normal: funcionarios  – conozco a muchos-; abogados; un juez; empresarios  – la rubia cañonazo que me ha invitado-; jubilados por un tubo; algún militar con gorro y gafas, como escondido. Todo gente normal. Muchos jóvenes que pueden ser cualquier cosa, desde parados hasta meritorios de esos que hacen prácticas en cualquier sitio sin cobrar.

¡Hostias! Con el asco consiguiente. Tengo que correr, pero el gentío me lo impide, voy a vomitar a un bar desierto y mal equipado en una esquinade la calle Mayor. ¿ He visto a un ultra fascista en la manifestación! Un fascista de reconocido prestigio. Solo uno, pero allí estaba. He salido por patas.

Este tiparraco obeso mórbido, embotado, con la misma cara de mala hostia de antaño…Lo siento no puedo compartir con un engendro de ese calibre ni el desprecio por Sánchez  – ha vendido el país a Puigdemont los esquerras, los bildus y los peneuveros, solo por el poder,  como lo vendieron hace más de dos siglos Carlos IV y el marrajo cobarde de Fernando VII, al que su propia madre llamaba así-  ni las arcadas que me da Puigdemont, las puedo compartir con un psicópata de esa calaña ni manifestarme a su lado aunque sea para salvar mi propia vida.

Hay unas palabras, no sé de quien y suena el Himno de España. Lo oigo en silencio y quieto   – la mili me sigue influyendo- u¡y me piro porque no resisto ni medio minuto más respirando el mismo aire que el ultrafascista que he visto en la plaza. Solo uno. Los demás respetables, dignos, pacíficos, ciudadanos modélicos.

La manifestación ha estado más que justificada. Pedro Sánchez ha vendido a la nación por los votos independentistas para seguir en el sillón monclovita. Lo tengo clarísimo.  Como dice mi amigo Javier Nistal, jurista mucho más que prestigioso, ha creado el “Derecho del amigo”. O sea, se ha cargado el código del gran Juan Alberto Belloch, independiente, técnico, sabio, equilibrado, imparcial, válido para todos y se ha inventado el Código penal a la medida del amiguete. Una aberración que ya pagaremos. Yo no porque ando merodeando por el crematorio y los huesos y las cenizas ya no cumplen condenas.

Manuel Avilés

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