A vueltas con lo de Bukele

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Hoy en día, raro es aquella persona que no conoce o ha oído hablar del Presidente de El Salvador, “Bukele” pues si no lo ha hecho es que vive alejado de la realidad por activa y por pasiva.

Por todos ya son conocidos los métodos de los que se está sirviendo para reducir la tasa de homicidios en su país, hasta hace nada de los más peligrosos del mundo, y en definitiva, aumentar la seguridad y calidad de vida de los salvadoreños.

Llegó a un Estado fallido en cuanto a seguridad se refiere: ha pasado de 3.800 homicidios al año ,por no hablar de agresiones, violaciones y un largo etc. de delitos relacionados con las Maras y todo ese tipo de delincuencia “pandillera”, a 496 homicidios en 2022 y, este 2023, reducir la tasa de homicidios a 1,8 por cada 100.000 habitantes e incluso, siempre en palabras de Bukele, han logrado contar 182 días sin muertos por asesinos…

Métodos, los usados por Bukele, de los que ahora los ecos internacionales y especialmente, esas voces progresistas, resilientes y que hablan de “derechos sociales” desde la seguridad y protección de sus barrios pijos, tras los altos muros de sus casas o desde la ignorancia de la asamblea de la universidad o con escolta policial a costa de nuestros impuestos, dicen que violan los derechos humanos y no sé qué cosas de papanatas más.

Leo con estupor, en esa selva que es Twitter y de la que no puedo escaparme, ni quiero, auténticas barbaridades de españolitos de a pie a los que se les llena la boca con “derechos humanos, violencia, etc.” para hablar y criticar lo que ocurre allí en El Salvador desde los ojos de nuestro país.

Y lo peor, lo que más me sorprende, es que es una corriente que se ha hecho aún más fuerte entre muchos opositores a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad.

Yo ya he dicho en muchas ocasiones que las nuevas hornadas, las nuevas generaciones de futuros, o intentos de, Policías, vienen cargadas de individuos con una prepotencia y una superioridad moral que desconozco de dónde la han obtenido y, lo que más me quema la piel, es aquello relacionado a la situación de aquel país que señalan y extrapolan al nuestro.

Jóvenes que viven en casa de papá y mamá, sin más obligación que entrenar y estudiar para sacarse la oposición, y es lícito, ojalá todo el mundo tuviera esa suerte, que no han salido de la cafetería de la “uni”, del tiktok y no abandonan ese halo de sapiencia que les da la titulitis de la que hacen gala, nos dicen a Policías que llevamos unos años en el fango, habiendo ofrecido no solo sudor, sino sangre y por desgracia, visto en demasiadas ocasiones que no se acaban, los diez peores minutos en la vida de una persona, que no tenemos ni idea de lo que decimos al responder que “en España haría falta algo similar a un Bukele”.

Nos dicen que estamos “en el siglo pasado” y que ese tipo de delincuencia, como cualquier otro tipo de violencia y parafraseando a cierto diputado que mancha el uniforme que vistió ahora que está del lado de los que aplauden a los del tiro en la nuca, “se soluciona con políticas sociales”.

Y yo les digo que no, que me tienen harto con tanta superioridad moral que creen tener y que no saben ni donde está.

Estoy hasta las narices de que vengan a decirnos cómo debemos realizar nuestro trabajo, cómo debemos pensar y qué debemos desear para nuestro país, desde debajo de ese manto de protección que decenas de miles de Policías y Militares les proporcionamos.

Porque las políticas sociales están bien cuando el problema aún no ha llegado siquiera a conato.

Las políticas sociales de las que tantos progresistas, eco veganos, resilientes y demás caterva de ignorantes e intolerantes hacéis gala, pueden servir como prevención pero, una vez el daño está hecho y el fruto del mal ha arraigado en las entrañas de un barrio, de una ciudad o en definitiva, de una sociedad, lo único que se puede hacer para revertirlo es ejercer la violencia que la legislación y la democracia te facilita.

A veces, aunque no sea lo que más queramos, debemos extirpar el tumor con las herramientas más contundentes y eficaces, dentro del marco legal, de las que disponemos, aunque no sea lo más bello en apariencia.

Ante las Maras, Bukele ha tenido que cortar por lo sano, amputar los miembros gangrenados para que la putrefacción no terminara de destrozar El Salvador, a pesar del coste político y social que le ha supuesto y con toda seguridad le seguirá afectando.

A día de hoy, no habrá un solo salvadoreño que no esté relacionado de alguna manera con esos grupos criminales al que le preguntes y te diga que no apoya Bukele.

Porque Bukele, a pesar de los métodos fuera de las flores, las palabras bonitas y las nubes de algodón, ha dado a su pueblo algo que todo ser humano busca imperiosamente: seguridad para sí mismo y para los suyos.

Y mientras aquí, en mi amada España, seguimos con los ojos cerrados.

Acostumbrados a acercar a terroristas a sus casas e incluso meterlos en las instituciones, nos despertamos con esputos hacia los métodos de ese señor, porque “no es humano”.

Pero yo digo que lo que no es humano es que te asesinen de dos puñaladas cuando vuelves de trabajar si te niegas a que te roben o que violen a tu hija entre tres salvajes que no se han adaptado, ni quieren, al país, costumbres y leyes en las que viven.

Lo que no es humano es que tengas que salir con miedo de tu casa ni que tengas aún más temor de defenderte en tu hogar ante quien la asalta por las consecuencias legales, mediáticas y sociales posteriores.

Por suerte, España no está al nivel de El Salvador en cuanto a delincuencia y peligrosidad se refiere, pero no seamos necios, es cuestión de tiempo y de “políticas sociales” que nos acerquemos.

Si al lobo le abres la puerta del redil y además le acaricias el lomo mientras desmiembra a una oveja, no esperes que se quede ahí. Volverá a por más y lo hará acompañado del resto de la manada.

Si atas al perro pastor y además le señalas, le golpeas y descargas tu ira y odio hacia él, no podrá proteger al rebaño.

Si te dedicas a hacer el imbécil, soltando soflamas de cuán mala es la Policía y lo bien que iría todo con esas mismas políticas sociales que llevan fallando durante décadas, la violencia en las calles seguirá en aumento y ni tú ni tus hijos, especialmente tus hijas, y todos sabemos por qué, estaréis a salvo. Condenándonos a todos a ese infierno del que están saliendo aquellos a los que llamas “torturadores” y de los que no tienes más idea de lo que la caja tonta y demás panfletos sectarios te dicen que tienes que creer.

Así pues, si me preguntan qué opino de Bukele y de los métodos que ha tenido que tomar, y que seguro le ha sido difícil tomar ciertas decisiones, y si me gustaría tener algo similar en mi país, respondo con un rotundo sí.

Porque como dice mi compañero Samuel, el ser humano tiene un gen atávico de protección de la prole desde que nace: “un padre o una madre mata y muere por sus hijos sin cuestionarse nada”.

Pensemos en nuestros hijos, padres, hermanas, vecinos a fin de cuentas. Pensemos en nuestros barrios, en nuestra ciudad, en el país, cultura y tradiciones que nos vio nacer y nos ha educado y criado y pensemos si queremos seguir manteniéndolo o dejarlo a manos de delincuentes y miserables.

Ustedes, como ciudadanos, lo tienen “fácil”: estén del lado de la ley y la democracia, de aquellos partidos, políticos y organizaciones que defienden nuestro pueblo y nuestras calles. Estén con esos uniformados que cada día salen sin saber si volverán a casa con sus hijos, por protegerles a ustedes. Estén del lado de los perros pastores y no de quienes azuzan y abren camino a los lobos.

Porque yo, como ciudadano, como orgulloso Policía, mataré y moriré por proteger a los míos, por los que he jurado dar mi vida así que, si una persona, un político, está dispuesto a asumir el coste y protegernos a todos de los lobos a pesar de las consecuencias, yo seré el primer perro pastor en su línea de defensa.

“La única solución contra la gente mala y violenta, son personas buenas más hábiles en la violencia” – Código japonés Bushido.
A mis perros pastores. Aguantad.
Cesar Augusto Alvarado para h50 Digital

2 COMENTARIOS

  1. Estoy totalmente deacuerdo con las politicas adoptadas por Bukele. El hacer las cosas solo hay que tener voluntad. Por fin el pueblo salvadoreño puede vivir tranquilo, sin temor a que te maten en una esquina.

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