Gestión de la violencia en escenarios urbanos

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La semana pasada un manifestante resultó herido por un disparo de bala en un acto de protesta por un agente de paisano. Desde Una Policía para el Siglo XXI consideramos que no es nuestra tarea juzgar esa actuación, pero sí valorar el contexto general desde la perspectiva del uso de la fuerza y el reglamento europeo de uso de la fuerza que enviamos a la Oficina de la Comisión Europea y el Parlamento Europeo en Madrid el pasado mes de noviembre (2021) y que permite evaluar ese y otros sucesos usando un mismo modelo.

Desde entonces hemos publicado una serie de artículos en este mismo medio sobre la “Gestión de la violencia”, el primero trataba sobre la escalada y la asimetría, el segundo artículo relataba sobre los principios generales, el tercero sobre las fases iniciales, y el cuarto y último sobre las fases avanzadas (enlace a vídeo en YouTube). En todo caso hablábamos del uso de la fuerza como forma de gestión de la violencia, porque los violentos no siguen reglas de enfrentamiento, pero quienes gestionan la violencia sí, y eso diferencia a un terrorista de un militar, a un delincuente de un policía, a un manifestante violento de un antidisturbios, y a un preso de un funcionario de prisiones. Aunque las fuerzas del caos pretendan equiparar a los buenos y a los malos, el orden y el caos.

Hoy comentaremos cuestiones tácticas con base en el manual de 50 páginas que sobre combate en escenarios urbanos, o “defensa urbana” publicado hace unos días por John Spencer en Twitter, académico experto en guerrilla urbana con experiencia como investigador en el terreno en varios escenarios de conflicto, el manual está orientado a los combatientes en Ucrania, especialmente a los civiles, exmilitares y mercenarios que no forman parte de un ejército regular y se tienen que enfrentar a un ejército con grandes medios. Y es de gran valor en este momento no solo por Ucrania, sino porque existe un riesgo real de escalada de la violencia a las calles de las principales capitales europeas, donde se ha sembrado el caldo de cultivo en años anteriores.

Las reglas básicas de Spencer pueden resulta controvertidas, porque recomienda a los combatientes usar edificios e instalaciones de cemento, especialmente las que tienen techo y no permiten ser detectado desde el aire, sin observar la contrapartida de que estos edificios que eran viviendas, pasan a ser objetivo militar, recibir ataques de artillería, y los civiles que habitan en ellos no podrán volver a sus casas. Pero por otro lado expone principios universales del uso de la fuerza que todo policía operativo debe conocer. Enumeramos algunos:

  • La defensa es la forma más fuerte de combate. El atacante ha de venir a ti, no tú acudir a él, y para ello ha de cruzar espacios abiertos en los que exponerse.
  • Prepara continuamente la defensa, incluso en plena acción sigue mejorando las posiciones.
  • Cuando el atacante venga a ti y usa barreras, especialmente de cemento.
  • Escóndete y no muestres tu posición, incluso desde el aire pueden verte.
  • Usa subterráneos para esconderte, escapar, protegerte, almacenar provisiones, desplazarte y atacar.
  • Usa el factor sorpresa para que tú decidas cuándo ocurre el combate.
  • Combate en grupos, mínimo de 3 a 5 personas.
  • Siembre ataca desde una posición camuflada y protegida.
  • Bebe agua y lava tus manos antes de comer para evitar infecciones.
  • Sigue las reglas de enfrentamiento con independencia de las tácticas del enemigo, ve identificado y respeta a los detenidos.

Grosso modo las anteriores son normas básicas que también aplican a contextos civiles por las fuerzas y cuerpos de seguridad, ya sea por uniformados o por agentes de paisano, tanto en contextos de seguridad ciudadana, como de orden público o en situaciones especiales.

Es importante tener en cuenta que en la práctica policial estos conceptos tanto afectan a favor como en contra, porque pueden representar la ventaja competitiva de un criminal que pretende esconderse, escapar, protegerse, almacenar armas evidencias del delito, desplazarse o lanzar un ataque sorpresivo frente a las patrullas que lo buscan.

El manual de John Spencer, continua con las ocho reglas del asalto a una ciudad, que pueden traducirse a situaciones de orden público:

  1. En contra de la premisa de “quien golpea primero, golpea dos veces”, dice que el defensor tiene ventaja porque conlleva más esfuerzo atacar que defenderse.
  2. El terreno urbano reduce las ventajas del atacante en inteligencia, vigilancia y reconocimiento, la utilidad de recursos aéreos y la habilidad para atacar a larga distancia.
  3. El defensor puede ver y enfrentarse al atacante que viene, porque el atacante tiene cobertura limitada mientras el defensor permanece oculto.
  4. Las estructuras que ofrecen ventaja competitiva para la defensa son instalaciones seguras.
  5. Los atacantes deben usar fuerza explosiva para penetrar edificios. Para abrir el camino a otras unidades y despejar el interior.
  6. El defensor mantiene relativa libertad de maniobra sobre el terreno urbano. Puede preparar el terreno, puede conectar posiciones, puede construir obstáculos y elaborar emboscadas.
  7. El subsuelo sirve como refugio. Usa túneles, oculta de ser detectados, provee cobertura, y se emplea ofensivamente para usar explosivos.
  8. Ni atacante ni defensor deben concentrar sus fuerzas contra el otro. Para agilizar los movimientos apuesta por distribuir la fuerza y concentrar la formación en puntos decisivos.

Y los seis elementos de la defensa. Que sirven con independencia de la escala y el ambiente:

Preparación: La preparación es continua desde el momento que se entra en servicio. Incluso mientras unos actúan, otros construyen protegen y anticipan la defensa.

Flexibilidad: Para cambiar las acciones del atacante. Por ejemplo, induciéndole a cambiar de planes o a tomar una ruta donde se le está esperando.

Seguridad: Todas las posiciones tomadas han de estar aseguradas. Esto tiene aplicación sobre las vías de entrada y salida de una zona de operaciones, como un barrio.

Operaciones en profundidad: Aunque habla de ser capaz de “matar a distancia”, en el contexto policial puede tener otras aplicaciones que no impliquen matar, pero sí cerrar vías de escape como en una operación jaula.

Disrupción: Usar los elementos urbanos para romper la formación del enemigo y dividirlo, tiene aplicación en situaciones de orden público.

Maniobra: Usar al mismo tiempo fuego y movimiento. El movimiento se puede usar de manera simultánea con otras acciones que no tienen por qué se disparar.

Masa y concentración: Lanzarse en grupo sobre objetivos críticos. A nivel policial esto aplica cuando se tiene localizado a un grupo de objetivos en un lugar cerrado y se interviene para la identificación de todos ellos sin posibilidad de escape ni de ocultamiento de las armas, por ejemplo, en una plaza.

Los principios anteriores son importantes porque tanto los puede emplear un policía durante el despliegue y el uso de la fuerza como los pueden emplear en su contra los agentes del caos.

En el borrador de reglamento europeo de uso de la fuerza no entramos en consideraciones tácticas, pero sí en definiciones, por ejemplo, en el artículo 34, definimos las operaciones de información como las actividades diseñadas con el propósito de recoger datos que permitan confeccionar productos de inteligencia sobre una amenaza, planificar operaciones y neutralizarla.

Así mismo definimos las operaciones de seguridad ciudadana, diferenciadas de las operaciones de orden público y de las operaciones especiales no para quienes las ejecutan, sino para quienes necesitan comprender las diferencias: el decisor político, la opinión pública y los juristas.

Esto es necesario para que sepan con qué están tratando cuando les pongan sobre la mesa los tres casos ocurridos la semana pasada: el primero un crimen pasional, un tiroteo en Madrid por un ajuste de cuentas con un muerto, esta clase junto a otros delitos económicos, crimen organizado, terrorismo, patrimonio o violencia intrafamiliar los hemos denominado como “situación especial” en el uso de la fuerza, ya que implican siempre unidades especializadas y pueden implicar a primeros intervinientes y unidades de orden público. El segundo tipo es el orden público, como el disparo sufrido por un camionero que participaba en un piquete; y el tercero de seguridad ciudadana, como el apuñalamiento en Valencia a un ciudadano tras negarle tabaco al agresor.

Para dar soluciones hay que comenzar por definir los problemas y de ahí que nuestro reglamento de uso de la fuerza sea un documento de derecho positivo. Y si además el instrumento está orientado para formar parte del derecho comunitario, permitirá que llamemos a las mismas cosas de la misma manera, porque los problemas son los mismos desde Portugal hasta Finlandia. Para explicar la necesidad de este reglamento, esta semana he publicado en Amazon el resultado de dos años y medio de investigación incluyendo un máster en seguridad internacional y nueve meses de redacción, el libro tiene 500 páginas y se llama ENTRE EL ORDEN Y EL CAOS, HACIA UN MODELO EUROPEO DE USO DE LA FUERZA. Para conocer mejor a las fuerzas del caos podéis entrar en la descripción pinchando en el hipervínculo superior y en la foto de la portada.

Juan Pablo de Anca Cuesta. Subinspector de Policía Nacional y fundador de Una Policía para el Siglo XXI

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