La Guaria Civil muere pero no se rinde

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Lo dice el monolito que hay en Colegio de Guardias Jóvenes de Valdemoro en Madrid. Lo dice bien claro. Desde el primer día que pasas por delante de él, lees una y otra vez la misma frase. Pero ¿Cómo se puede morir y no rendirse al mismo tiempo?

“Mama me voy a Valdemoro, quiero ser Guardia Civil”. Hace ahora algunos años de aquella frase que sentó como una losa a una familia con antecedentes por todas las partes del árbol genealógico de Guardias Civiles. Tantos antecedentes que no creo que haya muchas familias con tantos Guardias Civiles como nosotros. Cayó como una losa precisamente por eso, porque una madre aunque se sepa orgullosa de tener un hijo Guardia Civil, sabe también que no será un camino fácil.

Los Guardias Civiles hemos sido destinados a los confines de España, una España diferente pero construida con fuertes lazos que nunca ha permitido que nos quedemos solos. Siempre hay una mano amiga, una cuadra donde dejar el caballo otrora y alguien que se ofrece a reparar los pantalones de servicio ahora.

A lo largo de nuestra historia, nos han amenazado, insultado, escupido, apuñalado, atropellado y asesinado. Nos han disparado por la espalda como no podía ser de otra manera, pues quien conoce a un Guardia Civil que de frente no lo habríamos puesto fácil. Han tratado de expulsarnos en algunos territorios de esta España nuestra, mi querida España, como diría Cecilia en aquellos versos hermosos y lejanos ya, pero de una rabiosa actualidad en un momento en el que como pueblo nos hemos unido, por encima de mandamases y líderes de postín.

Pero por encima de todo, en cualquiera de los destinos en los que he prestado servicio he encontrado gente que nos ayuda, nos comprende y nos tiene una mano en lo que sea menester. Gentes que han sabido ver por encima del uniforme o más bien por debajo del como sostenemos precisamente desde Unidad Familiar Guardia Civil, una persona bajo el uniforme. Por ellos, por nuestras familias, nuestras madres e hijos, por cada una de las personas que una vez dijeron sin complejos y con sincero aliento ¡Viva la Guardia Civil!

Ahora más que nunca, paso corto y vista larga. Salvaguardémonos bien para poder proteger a los ciudadanos, extrememos medidas de higiene y autoprotección. Como rezaba una de las antiguas medidas antes de la práctica de tiro “Maneje siempre su arma como si estuviera cargada”, apliquemos pues esa lógica y manipulemos todo como si pudiera estar contaminado. Si durante todos estos años hemos sobrevivido fue por nuestro ahínco, nuestro buen hacer y nuestras ganas de volver a casa. Actitud circunspecta, aún cuando por dentro los temores tratan de aflorar. Es normal compañeros, pero no es la primera vez que nos pasa y siempre supimos aparentar quietud en medio de la tormenta, volveremos a hacerlo. En muchos Y si en la mayoría de ocasiones vencimos a pesar del material de dotación y no precisamente gracias a este, se dice y ya está.

Hoy nos enfrentamos, quizá, al peor de los enemigos que nuestros ojos han visto jamás. El COVID-19 no actúa por rabia, odio, despecho, ni intereses espurios, si no por su propia naturaleza. Es cierto que no sabemos muchas cosas sobre él, pero es más cierto aún que el dichoso virus no sabe que aquí donde nos encontramos hay unos hombres y mujeres dispuestos a darlo todo para que los ciudadanos se vuelvan a sentir seguros cuando vean, desde el obligatorio confinamiento de sus casas, un vehículo de la Guardia Civil.

Hace un par de años nos gritaron en casi todos las Casas Cuartel de España “NO ESTAIS SOLOS”, ahora es el momento de demostrarles que ellos nunca lo estuvieron y que en estos tiempos de zozobra menos aún.

A nuestros sanitarios, gracias. El castillo lo custodiamos nosotros dando la vida si es necesario. Sentid vuestras espaldas seguras y seguid atendiendo sin desmayo a quienes han puesto lo más preciado, su vida, en vuestras manos.

Y recuerda Mama, que la Guardia Civil muere pero no se rinde. Prometo volver a casa y cuidar de los míos. Ojala pudiera teneos más cerca para darte ese abrazo que mereces y ansías, pero ya sabes que para que otros puedan dárselos nosotros debemos permanecer separados…

Hoy cuando salga al balcón desde mi cuartel cantare “No estáis solos” a esos sanitarios, pero también a las FFCCSE, Policías Autonómicas, Policías Locales, Farmacéuticos, Transportistas, Trabajadores de supermercado, Brigadas municipales y todos aquellos que con su solidaridad están ayudando a que todo esto termine pronto.

Dedicado a todos los fallecidos por culpa del COVID-19 y de manera muy especial a mis compañeros Guardias Civiles que dieron su vida.

La muerte no es el final
Asociación Unidad Familiar Guardia Civil

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