¡Viva Alá! ¡Mueran los Cristianos!

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Son las expresiones amenazantes de un islamista radical, salafista, fan de Daesh, el marroquí Yasin Kanza, que en nombre de Alá asesinó a machetazos al sacristán, Diego Valencia, en la Iglesia de nuestra Señora de la Palma de Algeciras e hirió a un cura y tres feligreses. Lo hizo por el hecho de ser cristianos. Se imaginan por un momento que estas salvajes acciones, propias de los bárbaros, fueran cometidas por un cristiano sobre unos musulmanes,  no ya radicales. En estos momentos aún estarían ardiendo las calles de toda España y de muchos otros países occidentales. Los cristianos son considerados infieles por estos fanáticos del terror, que degüellan en nombre de Alá. Es el fundamentalismo islámico que ha ocasionado centenares de muertos en Europa y tienen acogotados a sus dirigentes. ¡Basta ya de eufemismos!

No podemos consentir que los que profesan fanáticamente otra religión, otros usos y costumbres, todos medievales, traten de amedrentar y desalojar de sus creencias de libertad e igualdad a los que le han dado cobijo y trabajo en su propia casa. No podemos consentir que los lobos nos coman en nuestro propio hogar, por muchas llamadas que ahora se realicen para recuperar la convivencia después de estos actos a todas luces execrables. El miércoles pasado se celebró en el Círculo de Bellas Artes de Madrid una reunión a la que asistió el Arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, y el secretario de la Comisión Islámica de España, Mohamed Ajan, entre otros, para tratar de recuperar la imagen de unidad de las entidades de la sociedad civil y reforzar las medidas de prevención ante estos hechos, pero de nada servirá si no se pone coto a estas salvajes acciones colaborando activamente en su denuncia y persecución. Los pétalos de rosa y los bombones son para los que sean merecedores de tales presentes. No para los criminales. Con todo lo que han hecho, y mucho más que desgraciadamente veremos, me entristece, que no me sorprende, el buenismo propiciado por el Papa. La convivencia la fracturan los salvajes que no respetan las normas democráticas en los países que les acogen y les proporcionan comida, incluso ayudas económicas, mientras en los suyos consienten que los sátrapas les pisen sus cabezas y atropellen los más elementales derechos de las mujeres, que en muchos casos les suponen su muerte.

Pues bien, hace unos días el magistrado juez de refuerzo de la Audiencia Nacional, Joaquín Gadea ordenó la prisión provisional para el marroquí Yasin Kanza por el asesinato premeditado de Algeciras. La información que le ha proporcionado la Policía ha sido determinante para que el juez lo califique de ataque yihadista, contra sacerdotes que profesan la fe de la Iglesia Católica. Recordemos que este yihadista antes bebía alcohol y fumaba hachís. Luego se radicalizó. Tenía orden de expulsión, pero no fue aceptado por nuestros vecinos del sur, que ahora están pastoreando a Sánchez y su gobierno.

Ingresa en prisión el presunto yihadista que asesinó a un sacristán en Algeciras

Aunque en un principio el Juez consideró que el asesinato no había sido consecuencia de una enfermedad mental del yihadista, ahora el mismo magistrado ha solicitado un informe forense para determinar si el asesinato y demás delitos terroristas estaban justificados por razón de la locura de quien los ejecutó. Esperemos que el asesinato y demás delitos terroristas no queden impunes por la gracia de su Dios, que nunca se la concedió. Como alguien me comentaba, no todos somos hermanos, si los que dicen serlo nos asesinan vilmente. Confiemos en el resultado de los informes forenses.

Autor: Manuel Novás Caamaño | Abogado     

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