artículo de Amara @laflordehielo
El pasado 4 de junio, cuatro agentes de la Policía Local de San Martín de la Vega vivieron una intervención que rozó la tragedia.
Una mujer, bajo los efectos de las drogas, deambulaba sola por la calle. Lo que parecía una situación rutinaria se tornó en una agresión violenta cuando la mujer un cuchillo y atacó a los agentes.
En décimas de segundo, los policías experimentaron un efecto túnel, una reacción fisiológica al estrés extremo que limita la percepción y ralentiza el tiempo. Uno de ellos intentó utilizar el táser, pero solo uno de los dardos impactó en la agresora, fallando en su función de inmovilización. Sin tiempo para colocarse los chalecos antibalas (varios de ellos), los cuatro agentes tuvieron que reducirla manualmente, enfrentándose a una mujer en estado salvaje hasta que fue trasladada a los servicios médicos
Este episodio pone de manifiesto la precariedad en la que trabajan los policías locales del municipio. Con una plantilla reducida a la mitad en la última década, una comisaría en condiciones insalubres y la falta de herramientas adecuados, como tasers en buen estado, los agentes se ven obligados a enfrentarse a situaciones de alto riesgo sin el respaldo necesario.
La facilidad de acceso a las drogas y la falta de información en intervenciones como esta aumenta el peligro para los policías, que deben tomar decisiones críticas en fracciones de segundo. La carencia de efectivos hace muchas veces un solo patrullero atienda avisos donde debería acudir refuerzos, y la cobertura en eventos o turnos críticos se ve comprometida. Esta precariedad no solo desmotiva al agente, sino que aumenta su vulnerabilidad.
La actuación rápida, el instinto y la reacción casi automática de los agentes evitaron lo peor pero pudieron abrir los informativos con una desgracia, si el cuchillo hubiese alcanzado el cuello de uno de los agentes, estaríamos contando otra historia.
El problema no es solo el peligro en la calle, lo vivido por estos agentes refleja una realidad que muchos prefieren no mirar: la seguridad se mantiene, muchas veces, por pura vocación.. y porque quizás, como algunos creen, cada policía lleva
un ángel de la guarda.