
LA ANÉCDOTA
Hace escasamente un mes tuve el honor de ser invitado a título personal y privado a un evento social muy propio de las más altas esferas de la política, de la cultura y de diversos organismos gubernamentales de la educación, el comercio, la economía o la seguridad.
Ya en el acceso me pregunté en varias ocasiones ¿Qué pinto yo aquí? pues a mi alrededor sólo había autoridades, miembros de los ejércitos y las policías de embajadas como la estadounidense o la italiana, así como ministros y mandos de la policía nacional y la guardia civil. No había distinciones en estatus económicos o en escalas y categorías, todos éramos invitados por igual.
En uno de los corrillos en los que participé me presentaron a unos señores que resultaron ser mandos policiales y a los que con gusto saludé mientras notaba una sensación de desconcierto al comprobar ellos que yo era un simple policía de escala básica. Es lo que tiene cuando sales de la esfera profesional y vistes de traje en vez de con el uniforme, que todos nos igualamos.
EL MOTIVO
Las escalas y categorías fueron creadas en el cuerpo policial para tener un orden jerárquico y una mejor organización. La separación entre los miembros de un estadio respecto a los otros favorece una distinción que en ocasiones y fuera de contexto puede interpretarse de forma negativa. En el ideal policial todos somos compañeros, en la realidad diaria hay quien se afana en remarcar que cada uno es una cosa diferente y es mejor no mezclar churras con merinas.
Conste de antemano que este artículo no es una crítica al sistema de organización jerárquica de la Policía Nacional, sino más bien una reivindicación de la importancia de una escala básica un tanto menospreciada durante décadas. Así que partiendo de la base que un servidor tiene amigos en todas las escalas y categorías tanto en nuestro cuerpo policial como en el cuerpo hermano de la Guardia Civil, de los Mossos o incluso de la Policía Nationale francesa o la Policía di Stato italiana he de reconocer que aún se percibe un tufillo clasista cuando un policía básico destaca en algunas facetas. Son demasiados los ejemplos de policías deportistas de alto nivel, instructores de artes marciales aplicadas a nuestra labor, técnicos en emergencias, escritores, divulgadores de cultura en el ámbito policial, conferenciantes en grandes eventos y entrevistados en televisiones y medios de comunicación internacionales.
Escala básica sí, aunque muy preparada. La evolución en el modelo policial y por ende en sus propios miembros ha dado como resultado una policía especializada, formada y con capacidad de adaptación a una sociedad que demanda profesionales altamente cualificados. Hoy en día el nivel en los procesos selectivos de acceso a la escala básica es muy superior respecto a épocas anteriores. El hecho de que un gran número de los opositores y futuros policías cuenten con una amplia formación y experiencia laboral es indicador de aporte de calidad al colectivo policial.
Eso es en cuanto a los compañeros que llegarán a vestir de azul, porque sí hacemos mención a policías en servicio activo de la escala básica podríamos poner miles de ejemplos de compañeros con dobles grados, máster y demás estudios superiores universitarios. Tenemos policías políglotas en tres e incluso cuatro idiomas, instructores de armamento, especialistas en ciberdelincuencia, criminalística o expertos en seguridad e inteligencia.
La escala base de la Policía Nacional es la menos básica. La punta de lanza más directa contra la delincuencia, la infantería más valiosa y potente en la lucha contra el crimen organizado, y sí todo ejército necesita un buen general y demás subalternos, nosotros también los tenemos como Oficiales y Subinspectores diligentes, Inspectores aplicados o Inspectores Jefes o Comisarios que se han mojado con el guardia mientras jarreaba el agua en mitad de una intervención (Para los incrédulos diré que fue hecho vivido de primera mano en mi etapa en un G.O.R.). La garantía del éxito reside siempre en una buena organización, en disciplina, trabajo en equipo y la premisa clara de que todos somos eslabones de una misma cadena y si uno se rompe, indistintamente del que sea, toda la cadena se resiente.
Sirva este artículo para mostrar mi orgullo por tantos compañeros policías que con solamente un laurel en la divisa supieron darme algunas de las lecciones más importantes de mi vida.












