Manuel Avilés*
La masa es amorfa. Prueba es que en muchos espectáculos, concursos bodrios, mítines y reuniones de todo tipo hay “aplaudidores” profesionales y pagados que son los encargados de romper el silencio y arrastrar a la masa imbécil. Aplaude uno con entusiasmo y todos los demás lo siguen como borregos automatizados. Eso pasa en la política cada día. Eso, además de los autobuses y los bocadillos y la oportunidad de preguntar al gerifalte: ¿qué hay de lo mío? No crean que solo pasaba cuando las manifestaciones de Franco. Cuando un partido – de derechas o que se dice de izquierdas- se propone llenar la plaza de toros de Valencia, o la de Colón en Madrid, echan mano de los bocadillos de jamón y los autobuses gratis, además de pasar lista entre todos los cargos paniaguados de modo que no falte ni uno, salvo que quiera atenerse a las consecuencias. El que se mueve no sale en la foto.
Yo ahora, con mala leche, lo reconozco, veo mítines de Feijoo y de Sánchez y están plagados de gente que cobra por desempeñar puestos a dedo subordinados al partido: diputados, concejales, ministros evidentemente y de ahí para abajo hasta jefes de área, los que busques. Directores generales a porrillo, subdirectores generales, subdelegados del gobierno, jefecillos de las subdelegaciones y de la última covachuela, son entidades menores que tienen que estar hasta para poner las sillas y pasar el mocho. He tenido como “honra personal” haber ido a un solo mitin en mi vida y escarmenté de tal manera – estaba Pablo Iglesias y unos cuantos podemitas más- que si me han invitado a algún otro me he limitado a decir: lo tengo prohibido por mi médico. Según mi psiquiatra ese tipo de reuniones excitan – con perdón- mi agresividad y mis peores instintos, y puedo liarla bien liada.
Este fin de semana largo, desde el viernes al martes, me he visto sumergido en los telediarios mitineros y he tenido que desenterrar mis colecciones del Capitán Trueno y de Mortadelo – me ha faltado sacar del baúl a Rompetechos-, para superar dos principios de ictus, uno de gilipollez y tres microinfartos que me han dejado postrado en cama, inservible si es que ya no lo estaba. Me ha venido bien en definitiva porque con estos días de frío de cojones, dónde iba a estar mejor que en la cama. Aunque haya estado solo por mi mala suerte, que la rubia del Jaguar, misericordiosa en tiempos pasados, ha pasado de mí. No me ha traído ni un triste taper de nada y me ha dejado tirado, argumentando que soy un Cromagnon irrecuperable.
Los informativos no han tenido desperdicio. Sánchez cuida a su grey y a va Asturias a ver a Barbón, va a Plasencia – magnifica ciudad- a ver a Gallardo, barones un poco díscolos, pero menos, y va a Toledo a ver y a abrazarse con Page que le sigue recordando en su cara que el socialismo no puede tener predilección por determinados territorios – léase catalanes y vascos que están enchufados como dos rubios que había en mi colegio y que, entonces, ignorante yo, me daban envidia cuando el cura los sacaba del estudio porque con nueve y diez años ignoraba el precio y el menester-. Bueno pues esos, o sus descendientes, han montado en este solar patrio y yo me he enterado porque me lo ha dicho la rubia del Jaguar, aunque no me traiga cocido ni tortilla ni nada, un grupo de trabajo para curar la homosexualidad a base de no sé qué terapia y de oración. ¡La madre que me parió, que siempre la zorra guardando las gallinas! Mecagoentoloquesemenea.
Para que vean que no odio a Sánchez, que coincido con muchas de sus políticas sociales aunque me toque los cojones que siempre vaya con él ese que muchos llaman el “comegambas ugetero”. Será porque no sabe que ha integrado a los más ultraderechistas de las cárceles en ese bodrio que con Largo Caballero o Nicolás Redondo fue un sindicato de clase. No odio a Sánchez, tal y como me acusa el De Manuel, pero no comulgo con ruedas de molino ni con leyes ad hoc y “Puigdemoniacas” solo para mantenerse en el sillón. Ya han visto al delincuente fugado exigir, no pedir, exigir una reunión en Suiza y con un observador internacional. Habla como si fuera representante de un estado que se dirige al presidente de otro y solo es un golpista fugado, pero con siete votos que resultan imprescindibles para que el que va a ir a Suiza y adonde le pidan, pueda seguir ocupando el despacho monclovita.
Podemos estar tranquilos o jodidos – depende- pero Sánchez va a durar la legislatura entera. Es un Maquiavelo de libro. Un genio. Tiene a sus apoyos cogidos por los mismísimos y todos los gestos de dejarlo colgado de la brocha son puro teatro. Postureo del bueno y no se van porque están continuamente pillando. Hoy, por ejemplo, me he enterado que al PNV le han regalado el palacete en el que tiene su sede el Instituto Cervantes – por favor si es mentira, díganmelo y me retracto inmediatamente-. Tras el regalo de quince millones de euros, una nadería comparada con la caja de la seguridad social, le alquilan el mismo palacete al mismo partido para que siga funcionando ahí el Instituto Cervantes. ¿Es mentira? Díganmelo.
RNV, Bildu, Puigdemont y ERC no van a dejar caer a Sánchez jamás y por eso, en el fervor del mitin, con el público aplaudiendo a rabiar repitió la misma frase varias veces. Volveremos a ganar en 2027. Claro. Ha ganado porque se cuenta él con sus adláteres.
No es tan distinto de los demás políticos mundiales. El gran fascista Trump, nada más entrar ha indultado a los que asaltaron el Capitolio, como Sánchez amnistió a quienes delinquieron en octubre de 2017. Al señor Borbón, de eterno veraneo entre los Emiratos y Sanxexo, no ha habido ni que amnistiarlo porque nunca se ha permitido ni siquiera procesarlo, demostrando que el principio de Igualdad ante la Ley no existe aquí.
Fíjense si son todos iguales que hasta Biden, que parecía honesto, se ha despachado indultando a todos sus familiares antes de irse para que el otro no pueda meterles mano en represalia por los líos – puro teatro- que le han montado con la actriz porno Stormy Daniels. Me jode que haya ganado Trump porque me va a quitar lo último que quería hacer en mi vida, aunque me dejara el pellejo en el desierto de Mojave, y se pudiera ver mi calavera pelada y quemada por el sol: iba a hacer la Ruta 66 en moto, aunque tuviera que pedir una hipoteca inversa, pero con este tipo al frente es un peligro flagrante. Te tacha de hispano y acabas en un trullo de Texas, haciéndole de monaguillo a algún primo de aquel cura que se llevaba al rubio del estudio. Arruinado y jodido en el pleno sentido del término, Miguelito.
No quiero opinar aun. Como ya he leído en varios sitios, es lo que tiene ser un jubilado inútil, que tienes todo el tiempo del mundo, no quiero opinar del cambio en la cúpula de Telefónica, pero soplan malos vientos y lo relacionan con los frentes judiciales abiertos al mundo socialista. Estaré al loro a ver cómo evoluciona el asunto turbio.
Último detalle que es para nota. No estoy de acuerdo con lo oído del juez Carretero interrogando a la señora Mouliaá. No son formas me parece, pero aún me parece peor lo que le he oído a la ministra Alegría: “No cuestionemos a las víctimas”. Eso es una barbaridad jurídica, democrática, antropológica, filosófica y más cosas. ¿Es que las víctimas, de cualquier delito, no solo de maltrato o de agresión sexual, no pueden mentir? ¿Siempre dicen la verdad? Cuarenta años de cárcel con delincuentes de todos los pelajes, aunque no estaban todos los que eran, ni eran todos los que estaban, me avalan: todo el mundo miente cuando lo sientan ante el que le puede meter mano en el peor de los sentidos. Las mujeres mienten. Los hombres mienten. Recordemos a mi querido profesor el magistrado don Rafael Bañón, inmenso juez e inmensa persona:” Cuando me pongo la toga para salir al estrado, voy cantando para mis adentros, vamos a contar mentiras”.
