Un día frio y revuelto. El gran lio mundial

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Manuel Avilés*

El título… reflejo fiel de la realidad. Me he levantado al ser de día, pese al domingo que señala el almanaque, porque los jubilados inservibles no tenemos calendario, nos da igual un día que otro. Me he ido con Casilda hasta la playa del Postiguet. Un espectáculo diferente al de los días soleados llenos de barrigones con chanclas y meybas de mercadillo, lorzas que no caben en los bikinis y pieles embadurnadas como para pasar por la sartén, a falta solo de ser rebozadas en harina. Hoy el viento es el dueño, los nubarrones amenazan con descargar, agresivos como cabelleras de ogro cabreado. El mar también está enfadado. Se atreven con él – a la fuerza ahorcan- dos tipos con traje de neopreno y un artilugio con el que rastrean si alguien ha perdido una sortija, una cadena o una moneda de dos euros. Me siento en una cafetería al resguardo de la ventolera. Ahí está la primera alegría de la mañana. Han desaparecido los camareros abuelos y calvos, con zapatos de charol, bolígrafo bic antiguo y memoria fotográfica para saber qué ha pedido, qué falta y qué debe cada mesa. Todos son chavales sudamericanos. Una chica venezolana, dulce como solo saben serlo   ellas, pregunta con voz melodiosa, qué va a tomar el señor, se ve que ha leído “Los confesores reales: pecado, política y perdón” y me ha visto en el confesionario con Isabel la Católica. Vestida completamente de negro, pantalón y camisas ceñidos, casi intramusculares, peinado impecable y modales más impecables aun, como el vestido, la sonrisa  y el pelo. Consciente del ridículo posible  por mi condición de vejestorio, no le digo nada. Me quedo con las ganas, me reprimo, no por miedo a la recua de podemitas.

Aprovecho, reprimido – milagros de la informática- para echar un vistazo a la prensa. Leyendo las noticias, tengo que cambiar el café con leche por un orujo doble, de los de sesenta grados, prácticamente alcohol de quemar, para soportar la basura que encierra cualquier periódico.

Trump ha echado, a patadas, del despacho oval de la Casa Blanca a Zelenski, con el que estaba teniendo una entrevista. El gran fascista, Donal Trump, es intragable. ¡Qué cierto es que la historia la escriben los vencedores! Otro gran fascista, Putin, criado y formado en el KGB, buena escuela, y aupado por un Yeltsin alcohólico y acabado, no ha invadido Ucrania. No invadió en 2014  la península de Crimea y no ha mandado a la muerte a decenas de miles de soldados por sus afanes imperialistas y su egolatría.

¡Qué torpe fue Francis Fukuyama cuando escribió “El fin de la historia”! La historia ha terminado  – escribía cuando cayó el Muro de Berlín- ya no hay bloques. Solo nos queda progresar en la ciencia y vivir bien. Un iluso, que desconocía la continuidad de los asesinos en serie, tantos negociantes de armas, tantos imperialistas, tantos estadistas trajeados que van de tíos importantísimos y montan una guerra sin inmutarse. ¿Qué es Netanyahu, que son los ayatollahs iraníes, qué tantos otros?

Los bloques han resucitado de golpe porque Trump, omnipotente putero, un Koldbalos venido a más – presuntamente- ha ganado las elecciones en un país imbécil con la promesa de que América va a ser de nuevo la dueña del mundo, la primera. El colegueo Trumputin, no es del todo imbécil. Los dos saben, y ellos verán cuáles son sus planes, que el chino Xi Jinping manda un huevo, tiene pasta, tiene bombas atómicas y tiene ejército para aburrir. Zelenski no es el que busca la tercera guerra mundial. A mí de la guerra en Ucrania solo hay una cosa que me mosquea: si te das una vuelta por Alicante, te encuentras treinta coches ucranianos. Todos de altísimo nivel  – porches, toyotas, audis, bemeuves…- todos conducidos por jóvenes o por niñas estratosféricas  y que evidencian un nivel económico estupendo. ¿Cómo es esto posible en un país invadido, necesitado de ayuda, en cuya búsqueda peregrina su presidente, y en la ruina por los bombardeos rusos?  Es solo una pregunta a la que no tengo ni idea de cómo responder.

En todo caso Zelenski  – al que achacan haber sido un cómico pero ahora parece un hombre preocupado y entregado a  su país- no ha empezado la guerra mundial, una guerra que sería la cuarta porque la tercera ya comenzó  en los desiertos de Afganistán con Al Qaeda, armada en principio, por cierto, por los americanos para pelear contra los rusos a finales del siglo XX. Nihil novum sub sole.

Europa manda menos que el Mogorcias en Trafalgar Square. Los miles de burócratas de Bruselas  – con su legión de asesores- ganando pasta a espuertas y sin dar golpe, no han logrado obligar a Putin a frenar sus invasiones. De sobra sabemos que los grandes gobernantes montan guerras fuera de sus fronteras  – dense una vuelta por África- aunque los rusos esta vez han montado la invasión al lado para tener salida al Mediterráneo. No hay que olvidar que Crimea está en el Mar negro y se comunica con el Mediterráneo a través del Bósforo.

A ver si le damos un repaso a la geografía, que ahora tampoco se estudia porque los docentes se limitan a conocer la autonomía. Si le hablas a Puigdemont del río Guadalquivir o del Guadiana que pasa por Don Benito y Medellín, te monta una moción de censura y te echa atrás los presupuestos generales. Solo se estudia el río Ter que pasa por Ripoll, que cojones.

Aparte del colegueo Trumputinesco, la prensa habla de Koldabalos. Nos ayuda a enriquecer el lenguaje. A ver si lo he entendido bien: Un tipo – todo presuntamente hasta que hay sentencia, yo escribo de lo que he leído en mi calidad de anciano inútil y desocupado- que no tenía cualificación alguna, portero de un antro, parece. Es promocionado por un colega  – ¿un tal Santos, navarro como él?-. Asesor del ministro de Fomento. ¡Cuidao con la polla! Dirían en mi tierra.

Tiene en el móvil un catálogo de chicas que le enseña  a su jefe y este  – POR FAVOR TODO PRESUNTAMENTE, SI ESTOY EQUIVOCADO DESMIENTANME Y ME RETRACTO DE INMEDIATO- este, su jefe, no me creo que un asesor pueda hacer todo eso sin conocimiento y consentimiento del jefe  – presuntamente. ¿He dicho presuntamente un numero bastante de veces?- Su jefe, escoge a una chica y, tras varias gestiones, se le apaña un piso céntrico en Madrid, se le paga  una dieta excelsa por cada día de viaje con el jefazo y se le hace un contrato cojonudo en dos empresas públicas.

Fíjense en una cosa. Cuando yo estaba en la cárcel, se decía de los vagos y los enchufados: ese trabaja menos que el sastre de Tarzán. Ahora el refrán ha cambiado: ese trabaja menos que el hermano de Sánchez  – presuntamente- o trabaja menos que la novia de Ábalos  – presuntamente también-.

¿He dicho novia de Ábalos? Los periodistas son unos mataos. No se documentan, cojones. Ya lo he leído todo. Si pagaba por estar con ella, eso no es una novia porque una novia, al menos técnicamente, no cobra por serlo. ¿Era pareja o era escort contratada? La clave de la investigación es quien ponía la pasta, porque si era Aldama o algún secuaz  – presuntamente-, al final la pagábamos entre todos.

¡Ayyy señor, llévame pronto! Me fui ayer por la tarde a un festejo cultural que organizó la agitadora protestante María Perales en los libros de Ultramar. Un disfrute. Mogollón de abuelos afanosos de saber, un batiburrillo, un refrito de ideas, pero gente   – no me explico cómo ni por qué- con ganas de saber, de discutir sobre ideas y de analizar la realidad.

Hablaron de los Mitos y las Creencias. No oí citar a Ortega y Gasset: La ideas se tienen, en las creencias se está. Mantuve silencio porque Marieta me tiene manía y lo mismo me llama narciso que maricón que verborréico. Nada de eso es verdad. Pura manía. Los mitos nacen de la curiosidad, de la inteligencia y de la ignorancia.

El hombre es curioso incluso antes de bajarse de los árboles y ser un homínido. Se preguntaba, ya en las sabanas africanas cuando andaba recolectando los frutos que pillaba,  por  la vida, por la muerte, por el sufrimiento, por el dolor y la enfermedad. Así surgieron las religiones que se copian unas a otras desde siempre en sus formas y misterios. Los mitos, de personas curiosas pero ignorantes, son inventos, cuentecillos que tratan de explicar la realidad. La hacen inteligible, de aquella manera para quienes están acostumbrados o se acostumbran ahí a comulgar con ruedas de molino y esas convicciones se meten  – como dicen en mi tierra- en la masa de la sangre, se hacen convicciones acríticas e inamovibles, profundas e instaladas y forman la esencia de la religión, una máquina de cohesión social y de poder. El próximo día, ahora que terminan los carnavales y empieza la cuaresma, hablamos del gran mito aún vigente: el pecado original y sus fantásticas y enloquecidas consecuencias.

Manuel Avilés, escritor y director de prisiones jubilado, columnista de h50 Digital

 

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