
Manuel Avilés*
Mi capacidad de asombro, #conloqueyohesido y con lo que he visto, está colmada. Pocas cosas me cogen de sorpresa. Voy por la carretera y veo dos coches despanzurrados, o voy por la calle y pasan siete coches de policía lanzando destellos y sirenazos, o veo de lejos una bronca y setenta amontonados vociferando, o un vecino trastornado que hace una payasada, no pongo el grito en el cielo. Es lo normal. Cuarenta años de cárcel te dan la impresión de que ya lo has visto todo.
No obstante, en la recta final que acaba en el tanatorio, pidiendo pista para reunirme con los santos, los apóstoles, los papas y todos los confesores a los que les han colocado corona y certificado de estar a la derecha de no se sabe quién y no se sabe dónde, en esta recta final, me extraña – no me asombra- que aun hay gente que se empeñe en odiarme como a Wyoming. Me gusta la crítica porque hay que dejar suelta la libertad de expresión, pero se empeñan en llamarme facha. De Manuel – sanchista- y otros socialistas de salón y cubata, sindicalistas de gambas y Barbadillo, y adalides de la libertad que jamás han dado un palo al agua para defender los derechos de nadie, me llaman facha. ¿Por qué he empezado diciendo todo esto? No lo sé. Pero me apetecía. Vamos a lo que vamos.
Le he dado leña a Sánchez hasta en el carnet de identidad, he dicho mil veces que paga lo que haga falta, incluido el desguace del Estado, para mantener el sillón de la Moncloa y al revoltillo legitimo de grupúsculos – fruto de la nefasta Ley D´Hont que da escaños con pocos votos si los concentras en un territorio minúsculo- que le sostienen el sofá monclovita, les dará lo que le pidan y si se tiene que morrear con Puigdemont…se morrea. Eso lo tengo claro.
Sánchez ha hecho una cosa bien y hay que reconocerla en aras del equilibrio y la objetividad. En la declaración de hace unos días sobre Israel y Gaza ha afirmado sin tapujos que lo que lleva a cabo Israel, o sea, Netanyahu y todo su gobierno y todos los ciudadanos que lo apoyan y Donald Trump que es tan criminal de guerra como él, es un genocidio en nombre de la lucha contra el terrorismo.
Jamás lo admitirán. Siempre dirán que su guerra – no puede haber una guerra entre potencias tan dispares porque siempre será asimétrica- pretende la paz, la justicia y el bien general, pero eso es una gran mentira.
El problema viene de muy lejos y se hunde en miles de años de historia de la humanidad. De terrorismo, desde la humildad, que a estas alturas paso de tirarme pegotes ni de fardar por nada, creo que entiendo algo porque me he dedicado profesionalmente a ello bastantes años en puestos de importante responsabilidad.
Los judíos son un pueblo muy peculiar. Me parece bien – un mecanismo como otro cualquiera- que para cohesionarse como pueblo y persistir en el tinglado, se hayan inventado un Dios que los ha escogido a ellos. Eso, curas, frailes y obispos de por medio, nos lo hemos tragado en nuestra religión cristiana que viene directamente de la judía. Los judíos, Biblia en mano, dicen que esa es la tierra prometida. O sea, que Dios ha dicho que esa tierra es suya. Ya nos sitúan, cultural e históricamente, caprichosamente, ante un Dios que decide lo que quiere porque le da la gana y elige a un pueblo porque sí. Bien, lo elige porque para eso es Dios y a los demás que nos den morcilla. Y como ha dicho que esa tierra es de ellos y ellos son un pueblo poderoso – grandes profesionales de siempre, grandes banqueros, grandes intelectuales- sabe mover sus fichas para conseguir lo que quiere.
La Biblia no es el mejor libro de la humanidad porque, para empezar, no es un libro sino una inmensa colección de ellos, de mitos, de poemas, de canciones, de historias de abuelos a nietos, que tardaron mucho en escribirse por miles de manos. Los manuscritos de Qumram son del siglo V antes de Cristo o sea que toda la historia de Abraham, Isaac, Moisés de demás gentes son puras tradiciones orales deformadas y agrandadas en beneficio del propio pueblo. Ya lo decía Peixoto, aquel etarra viejo que pertenecía a la facción de los cabras: para que un pueblo exista hacen falta años y sangre. Los judíos tienen eso de sobra.
Me salto a Jesús de Nazaret porque, si no, la historia me da para dos libros, como a Leire, la fontanera, sus apuntes y sus grabaciones.
En el siglo VII, cuando los cristianos andaban a la greña por la contaminación platónica del cristianismo: una persona, dos, tres. Un solo Dios y tres personas. Naturaleza divina o naturaleza humana. Engendrado, no creado. Un ser eterno que controla, juzga y ve milimetricamente a los miles de millones de seres humanos que han sido, que son y serán. Una construcción liosa que solo se traga si uno es capaz de comulgar con ruedas de molino.
Cuando andaban los aficionados a Platón y Aristóteles, tratando estas cuestiones bizantinas, discusiones interminables generadas en sus inicios por el secretario de organización del cristianismo, que era platónico e influenciado por Plotino -no se me subleven los devotos ni se querellen, que decir que alguien es platónico no es ningún delito. Cuando andaban enredados en estas cuestiones etéreas y discutiendo sin fin, llegó un camellero analfabeto pero listo como el hambre, Mahoma o Muhammad, y dijo que el arcángel San Gabriel, le había dictado el Corán con una única verdad teológica: Solo Allah es Dios y Muhammad su profeta. Como siempre, luego llegaron otros que complicaron la historia y añadieron sharias, obligaciones de velos – que las feminazis no se atreven o repudiar porque dicen que es cultura- y montó otra religión que se extiende como una gran mancha de aceite y se come a las otras dos. Las tres grandes religiones del libro son variaciones sobre un idéntico tema, como cuando uno inventa una melodía y después hace juegos con la original para crear varias hijas de la misma. El tronco, varios mitos, Abraham, Isaac, Jacob, Moisés, los arcángeles y demás andan presentes en las tres. Y el timo de siempre: la muerte y el encuentro con Dios después de ella si has cumplido lo que te piden los gerifaltes de la misma que son la voz de Dios.
Vayan a Hebrón – donde yo he estado, rodeado de tanques judíos, porque desprecio a los especialistas de salón que no pisan la arena- y dense una vuelta por la tumba de los patriarcas si los soldados los dejan porque se creen que los patriarcas y su tumba son solamente suyos – allí no hay nadie enterrado ni hay ningún patriarca dentro-. Otro mito.
El islam se expande y el cristianismo se defiende. Incluso se inventan la venida de Santiago – el camino es el primer gran movimiento turístico de la historia- para que les ayude contra los moros aunque Santiago jamás pisó la península que aún no era España. Ya tenemos una gran y larga guerra de religión. Los moros llegaron hasta la mitad de Europa, hasta Poitiers y hasta Viena. El empuje cristiano – política y economía de por medio- los acorrala en Granada y ahí permanecen ocho siglos.
Un viejo, sabio y gran profesor mío, Manuel de Sotomayor decía: Hay que unificar el lenguaje. No podemos decir la invasión árabe y la conquista de América. Ambas son invasiones o ambas son conquistas.
No me da el artículo y si el pueblo lo pide haré una serie. Si no lo pide pues… es que no le interesa y …estoy perdiendo el tiempo.
Los judíos, los moros y los cristianos no se crean que estaban todo el tiempo peleando porque no era cierto. Utilizaban mucho más el comercio y andaban comprando y vendiendo y haciéndose ricos unos y otros. Los cristianos trabajaban menos porque eso era cosa de plebeyos y de gente de sangre sucia. Lo suyo era el frailerío y la milicia, que era lo que daba autoridad y postín, se arzobispo, conde, caballero o general. Los moros y los judíos hacía acequias, regadíos, obras hidráulicas, pero el trabajo con las manos era de poco fuste aunque se acudiera a ellos cuando hacía falta un médico por ejemplo.
Hay que dar saltos en la historia porque no hay sitio y me echan del periódico por plasta y por artículos kilométricos. Moros y judíos son expulsados y a finales del siglo XIX surge el fenómeno del sionismo. Ayuda el genocidio nazi y ahí vemos hasta qué punto es fácil que las víctimas copien conductas y se conviertan en victimarios, los maltratados en maltratadores.
Resumo: No puedes decir que tu haces la guerra en defensa propia – muy mal los atentados de Hamás, imposibles de justificar- cuando estás matando niños y abuelas que andan amontonados intentando coger comida, y bombardeando gente indefensa, y que los otros son terroristas. Eres tan terrorista como ellos. Terrorista es el que ordena los atentados de Hamás, terrorista es el líder judío que responde desproporcionadamente y terrorista es el que arma y financia a ese líder judío. Si Feijoo y Tellado y Almeida quieren unas clases de qué es terrorismo y genocidio que me llamen. Voy gratis.
Si queréis, decídselo al editor, y la semana próxima escribo algo sobre la definición de terrorismo, sobre el nacimiento de sionismo, sobre la creación interesada del estado de Israel y sobre la ocupación forzosa y violenta que los judíos hacen de los territorios palestinos. Por cierto ¿habéis oído en la biblia hablar de los filisteos, a los que el rey David con la honda mató al gigante Goliat? Pues los filisteos ya estaban allí, eran los palestinos. El problema viene de lejos.












No he logrado pasar de las primeras menciones a Dios. Siempre es horrible leer, acerca del tema que sea, a quien no tiene ni puta idea de ese tema…