Si quieres que te respeten, hazte respetar

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Si se quiere articular un escenario real y efectivo de respeto máximo hacia las fuerzas y cuerpos de seguridad, hay dos vías fundamentales; la primera: una defensa en las instancias judiciales y administrativas constante y perseverante; y la segunda: y más importante: ser conscientes de la importancia del uso cotidiano del lenguaje.

Se debe interiorizar que el lenguaje es lo más importante y fundamental de esta ecuación, de hecho, lo que controla nuestra imagen ante la sociedad, son las frases que se utilizan, y utilizamos, cuando de nosotros se trata.

A eso debe ir unido, un compromiso íntegro y voluntad inquebrantable de combatir y denunciar ante las autoridades administrativas y judiciales todas aquellas acciones que menoscaben o lesionen la dignidad y el buen nombre, tanto de sus integrantes a nivel individual; como del colectivo, a nivel general.

Hoy, estaría fuera de la esfera política o mediática, cualquiera que hiciese mofa, burla o amenazase a una mujer, y lo mismo debe ocurrir, con quienes se siguen atribuyendo la licencia de insultar, atentar o menospreciar a las fuerzas de seguridad.

Ningún ciudadano que haya sido condenado por delitos, como, injuriar, vejar, agredir y por supuesto atentar, contra policías, jueces o servidores públicos, debería poder ejercer la política.

Dependiendo de lo que se diga y escriba -y cómo se escriba-, sobre un colectivo, así será el retrato y percepción que los demás, sobre tal, percibirá. Por eso es muy importante la forma de expresarse, oral y escrita, ante los medios de comunicación, los políticos y la ciudadanía en general por parte de las llamadas fuerzas del orden.

Quienes tienen la obligación de crear, desarrollar y velar por mantener una imagen corporativa exquisita de la Guardia Civil y de la Policía Nacional, y de la Seguridad en general: deberían cuanto antes, dedicar recursos a estudiar la mejor forma de estructurar y comunicar las ideas positivas de estos cuerpos, -que son infinitas- y de destruir, con las mismas armas del lenguaje, las posibilidades de sus adversarios, que los hay.

Hay que lograr una estrategia que sea capaz de estructurar un marco conceptual de todos los asuntos de imagen de la Policía Nacional y Guardia Civil en torno a unos valores básicos definidos y profundamente asentados en la mentalidad de gran parte de la ciudadanía: términos como honor, lealtad, profesionalidad, imparcialidad, rectitud, integridad, código deontológico, dedicación, compromiso, etc., tienen y deben de usarse como referencias.

Se tiene que profundizar en ese sistema de conceptos y valores, hasta ser capaces de elaborar un discurso articulado y un lenguaje sutil y eficaz que implique inocular los innumerables valores y sentimientos de los que las masas son generalmente inconscientes para que sean asimilados a través del subconsciente.

Llegados a este punto, este lenguaje bien armado, tendrá el poder de definir la realidad que se quiere transmitir, una vez introducido y reiterado en los medios de comunicación, contribuyendo a construir, con el tiempo, una imagen impecable de ambas instituciones.

Los marcos de referencia no pueden verse ni oírse, forman parte de lo que se llaman estructuras de nuestro cerebro a las que no podemos acceder conscientemente-, pero que conocemos por sus consecuencias: nuestro modo de razonar y lo que se entiende por sentido común.

También conocemos los marcos de referencia a través del lenguaje. Todas las palabras se definen en relación a marcos conceptuales. Cuando se oye una palabra, se activa en el cerebro su marco (o su colección de marcos). Cambiar de marco es cambiar el modo que tiene la gente de ver el mundo. Es cambiar lo que se entiende por sentido común. Puesto que el lenguaje activa los marcos, los nuevos marcos requieren un nuevo lenguaje.

En el libro de George Lakoff, No pienses en un elefante: lenguaje y debate político, explica claramente como los lobbies y Think Thank norteamericanos más importantes, tras detectar la importancia del lenguaje, se han gastado a lo largo de los años billones de dólares, en recursos humanos, destinados a este apartado: el “crear relatos”; pues son muy conscientes que, sin un mensaje ni relato propio, muchas entidades, corporaciones, partidos políticos, sindicatos, ONG, etc., no tendrían sentido e incluso podrían desaparecer por irrelevancia. Hoy, hacen lo mismo los lobbies europeos, asiáticos, y chinos; sobre todo en las redes sociales, por algo será.

Apremia por tanto el crear nuevos marcos de referencia y etiquetas verbales para combatir en los mismos términos, el lenguaje y discurso contrario -que tan bien saben utilizar- los adversarios de las fuerzas y cuerpos de seguridad, y que llevan muchos años con sus disertaciones y peroratas, campando a sus anchas, entre otras cosas porque no se les ha hecho frente nunca, y va siendo hora.

A continuación, se detallan varios ejemplos de cómo una simple frase o acrónimo tiene una importancia mayor del que al principio se le pueda dar, y el calado que puede tener en millones de personas, capaz de distorsionar la imagen del colectivo policial.

Hay quienes se creen estar en posesión de una especie de “luz divina” y se permiten plantear barbaridades en forma de propuestas sin ningún rigor histórico, y sin rubor, vergüenza o pudor alguno en sus planteamientos; tal es el caso de a quienes se les ha ocurrido quitar el lema de los cuartes de la Guardia Civil y militares “Todo por la Patria”, por ser un término franquista y nazi, según ellos.

Estos “lumbreras”, que se denominan Asociación de la Recuperación de Memoria Histórica, -ARMA- deberían ser motivo de mofa general por la propuesta en sí, y no sólo por innecesaria, demagógica e ideológica, sino por analfabeta e inculta; pero como cobran subvenciones públicas hay que ponerse serios, y no permitirles que ese mensaje suyo, -interesado y crematístico a buen seguro-, cale en la sociedad, por no saber sido contrarrestado como se merece, pues además es tendencioso, falaz y falso.

Todo por la Patria”, tiene su origen durante la Guerra de Independencia contra el Ejercito de Napoleón en el siglo XIX, desde 1808 hasta 1814, y salvo aclaración postrera de alguno de los miembros de esta ilustre asociación, se cree que ni Franco ni Hitler habían nacido aún en esas fechas.

Otro ejemplo de perversión lingüística, es el acrónimo A.C.A.B.; «All cops are bastards»; que significa: todos los policías son unos bastardos. Lo mismo significa los números 1312.

Se usa para burlarse de las Fuerzas del Orden que les identifican. Así, plasman estas rúbricas cuando firman los documentos de lectura de derechos y denuncias en caso de ser detenidos. Insultan sibilinamente. No lo hacen abiertamente, sino a través de estas siglas y números; -de nuevo el lenguaje-.

Algo tan simple como cuatro letras o cuatro números, identifica a centenares de miles de personas en todo el mundo en contra de la Policía. Lo llevan impreso, en sudaderas, gorras, camisetas y pulseras normalmente. Pues se debe saber que es sancionable.

Así, el 7 de enero de 2011, tres ultras de fútbol seguidores del Ajax Ámsterdam, fueron multados por usar camisetas con los números 1312 impresos en ellos, ya que ese número significa “ACAB”.

El 4 de julio de 2015, una joven de Alicante fue multada con 600 euros por vestir una camiseta con el acrónimo “ACAB“.

Tampoco se puede consentir, que nadie pueda proferir impunemente; que la Policía es racista, o que la Guardia Civil ha torturado sistemáticamente, o “que todos sabemos lo que pasa en las comisarías o cuarteles cuando no hay cámaras”, sin que el autor o autores de esas declaraciones, normalmente etarras, no tengan reproche penal.

“Lo relevante en la mentira no es nunca el contenido, sino la intencionalidad del que miente” señala Jaques Derrida

El colectivo, a nivel institucional, tiene que ofrecer una visión común de defensa de todos basada en el respeto a sus uniformes, y exigir que ese respeto sea real.

Lo que nos une son nuestros valores. Tenemos que aprender a expresarlos con firmeza y claridad. Para que las futuras generaciones de funcionarios de la seguridad pública puedan ganar en el futuro esa batalla. Estamos a tiempo.

Autor: Javier Rodrigo Ordóñez

Inspector de Policía Nacional | Diplomado Universitario, profesor de primaria, especialidad Ciencias Humanas, Universidad de Oviedo | Master, Universidad de Salamanca

@JaviRodrigo11

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