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Sánchez tiene la culpa. Hecatombe

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Manuel Avilés*

Hecatombe es una palabra griega. Ahora la gente, los chicos jóvenes, ya no tienen ni idea de eso porque con estos planes de estudio, sin poder suspender ni repetir aunque no sepan ni la fórmula del agua, hay que esperar a que crezcan para ver si son capaces de decir imbecilidades como algunos diputados y próceres del Estado, como por ejemplo: no hay nada, todo es bulo, todo es fango. Nada se va a demostrar porque no hay nada, solo montajes del facherío  y de la caverna ultra.

Yo estaba esperanzado al oír lo de la caverna y creí que  Pachi López, ilustrado, nos iba a hablar de mito de Platón, pero no.

Hecatombe  – se pronuncia sin un cambio, como hace dos mil años- era una ceremonia religiosa que consistía en matar cien bueyes en honor de los dioses. ¡Qué manía de todas las religiones con los sacrificios, con matar gente, cojones! Hoy la palabra – por el follón que se montaba, la sangre corriendo, los bueyes mugiendo e intentando escaparse y los esclavos entendidos en animales tratando de sujetarlos- se usa para definir a una catástrofe, un desastre con muchas víctimas, como los bueyes griegos.

No se rían los populares que ellos tuvieron la suya. Cuando Bárcenas, ellos decían exactamente lo mismo que dijo ayer tarde Sánchez: vamos a depurar,  vamos a hacer una auditoría, nos han defraudado, no sabíamos nada, han abusado de nuestra confianza y a Rajoy, que me caía como el culo, le costó salir por patas  cuando la moción de censura, a ahogar sus penas por la defenestración en un garito cerca del Congreso, contaban los plumillas.

Se delegan las funciones, pero no se delega la responsabilidad. Si tú mandas y no te enteras de que tu subordinado te la está metiendo doblada hay dos posibilidades. Una eres un incompetente que no controla nada o eres un compinchado. En ambos casos tienes responsabilidad. No me queda más remedio que citar a José Antonio Pérez Tapias, que perdió frente a Sánchez en las elecciones internas socialistas: Willy Brandt, cabeza del socialismo europeo, artífice de la Ostpolitik y canciller alemán, dimitió de su puesto en mayo del 74  – Tapias y yo estudiábamos entonces segundo de filosofía, él tuvo una exitosa carrera y yo no llegué a nada. ¡Qué le vamos a hacer!-. Willy Brandt dimitió asumiendo su responsabilidad política, cuando saltó a la escena que su colaborador  Günter Guillaume  – una mezcla de Koldo, Ábalos, Cerdán y Aldama, todo presuntamente- además de colaborar, era espía para la Stasi, la feroz policía de la Alemania Oriental. Willy Brant se fue, y asumir esa responsabilidad política le hizo ser más grande como referente de la izquierda. De Manuel, sanchista, a ver si espabilas y dejas de llamarme facha, que voy a ir un día a tu gabinete de crisis y la voy a liar parda.

Ya me he liado. No digo yo que Sánchez tenga la culpa de todo  – presuntamente-, pero con el follón que han preparado imputados, procesados, advertidos, investigados, grabadores, registradores, enchufadores, buscadores de pisos, sobrinas, aspirantes a empresas públicas, músicos y danzantes y otros dedicados a menesteres varios  – todo presuntamente hasta que haya sentencias si es que algún día las hay porque a este paso es más fácil que vaya yo a la cárcel y me toque compartir chabolo con Koldo, que ver por allí al resto de la patulea, con todo este follón, me voy a morir   – hoy he echado sangre otra vez y no voy al médico porque la enfermera se empeña en quitarme los gayumbos y paso más vergüenza que en las duchas de la mili-, me voy a morir digo y no voy a terminar ni mis memorias – esas van a ser un pelotazo y no las de Bárbara Rey- ni las memorias de Joaquín Galánt, que ese sí que era un político sin un pero que ponerle, de la época gloriosa de Suárez, de Felipe, de Guerra y hasta de Carrillo, que el hombre haría sus tropelías en la guerra, como todos, pero en esos momentos difíciles, cuando los Abogados de Atocha, por ejemplo, supo mantener controlados a los comunistas viscerales y manifestarse en la calle sin liarla.

Yo estoy contento escuchando las cintas de Koldo. Dan fe de que no va a quedar en el paro. Tiene trabajo como lingüista. Ni Ferdinand de Saussure, oigan. Se queja a Ábalos – presuntamente- de que Cerdán lo ha líado con una cantidad de pasta: “delante  mía, oye”. Conjuguen: “delante suya”, “delante tuya”. Luego no digan que no son instructivos mis artículos. También he leído que al conocer este espanto de Sánchez, los sindicatos de clase, significados y alarmados, dieron un fuerte golpe en la mesa. Se les cayeron dos bandejas de gambas y volvió la paz mientras andaban agachados recogiéndolas.

Don Pedro Sánchez: yo lo alabé y lo admiré, incluso lo voté, cuando usted se remangó con su Peugeot azul 504 y dio la vuelta a España peleando contra el aparato socialista antiguo, enfrentándose y liquidando, por ejemplo,  a Bono o a la faraona de Andalucía. Nos las prometíamos felices con sus promesas. Yo estaba esperanzado, pero claro, los del Peugeot están ahora de capa caída. Solo queda usted sin señalar y ya todo el mundo habla mal de “la banda del Peugeot”, Ábalos, Koldo y Cerdán. ¡Menuda  tropa! La que lo acompañaba.

Usted, en quien yo confiaba, se mantiene porque los abuelos cobramos  la pensión el veintiocho, porque dicen que la economía va bien y  porque su suelo electoral es acrítico. Hay otra razón de peso, Tezanos, para hacer su estimación de voto, en sus profundos estudios sociológicos, pregunta a la gente qué le parece el voto telemático en Eurovisión.  Por favor yo quiero votar al Chiquilicuatre o a aquella gitana morena que preguntaba ayyyy, quien maneja mi barca, que esa la quiero bailar agarrado con mi chica, la preciosidad más guapa del universo, la de la boca de terciopelo y los labios jugosos. Ayyy señor.

Menuda manera de gastar el dinero público en esas encuestas cutres y tramposas, que yo necesito para unos pinganillos porque me quedé sordo en la mili tirando cañonazos para defender al país. Le pedí al capitán un aparato de esos que ahora llevan hasta los que siegan el césped de los juzgados y me dijo maricón diez o doce veces. Me preguntó a voces: ¿Tu eres un hombre? Yo le dije sí, pero no quiero ser un hombre sordo. Y dormí dos noches en el suelo de prevención. Por los pinganillos me piden seis mil pavos. Puigdemones, bildus, peneuveros, sumandos, podemitas  – también los voté tres veces-, esquerras, etc… siguen en silencio, apoyando y cobrando.

¡Para lo que hay que oír, me estoy quieto!

Manuel Avilés, escritor y director de prisiones jubilado, columnista de h50 Digital

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