
Rafa Cádiz
Apenas un año después de la adquisición de medio millar de torniquetes, concretamente los pertenecientes a la 7ª Generación de la marca CAT (Combat Application Tourniquet), nos ha sorprendido una recomendación, que supuestamente han hecho mandos de la Ertzaintza a sus agentes, respecto al uso de torniquetes con personas no pertenecientes a la institución.
Concretamente, “La Ertzaintza aconseja a sus agentes no usar torniquetes para ayudar a ciudadanos” según publica hoy el diario El Correo, alegando que “los agentes carecen de la suficiente formación para usarlos de forma general y que es preferible que los utilicen con otros ertzainas”.
Esta recomendación, de ser cierta, infringe el ordenamiento jurídico que las instituciones policiales en general y la Ertzaintza en particular juraron (o prometieron) proteger. Específicamente, y por orden de importancia, esta recomendación chocaría de frente contra el mandato constitucional de “proteger el libre ejercicio de los derechos de los ciudadanos” (Art.104.1 CE), siendo el derecho por antonomasia de una persona el derecho a la vida e integridad física (Art.15 CE).
Así mismo, y como indican los principios básicos de actuación (Art. 5 LOFCS) desarrollados en la Ley Orgánica 2/1986, de 13 de marzo, de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, en particular, al apartado de “Relaciones con la Comunidad” donde los agentes: “En el ejercicio de sus funciones deberán actuar con la decisión necesaria, y sin demora cuando de ello dependa evitar un daño grave, inmediato e irreparable; rigiéndose al hacerlo por los principios de congruencia, oportunidad y proporcionalidad en la utilización de los medios a su alcance”. Sin contar, que siguiendo esta recomendación, los agentes podrían estar incurriendo en un delito de Omisión del deber de socorro (Art.195.1 CP) al negar una asistencia crucial para la supervivencia de la persona, al existir un riesgo manifiesto y grave, y siempre que no exista riesgo para los intervinientes o terceros.
Y aunque es cierto, por boca de sus propios agentes, que la formación que reciben en la academia de Arkaute (Álava) debería ser más abundante y específica; también ha quedado demostrado científicamente y lo que es más importante, a nivel práctico, que la colocación por parte de personal policial de un torniquete comercial, en caso de amputaciones o hemorragias exanguinantes en las extremidades, suele marcar la diferencia entre la vida y la muerte de las personas que lo requieren, siendo casi nulos los riesgos de su correcto uso en el ámbito civil.










