En pleno siglo XXI, la Policía Nacional española sigue rigiéndose por una norma nacida en pleno franquismo para la concesión de sus más altas distinciones. Se trata de la Ley 5/1964, de 29 de abril, que regula las condecoraciones policiales, una legislación que, aunque ha sido parcialmente modificada, mantiene su estructura y espíritu original en plena era democrática, consolidando la paradoja institucional de un país europeo donde el reconocimiento oficial de los agentes se sigue otorgando bajo el marco legal de una dictadura.
El origen: una ley del régimen
En 1964, España vivía bajo la dictadura de Francisco Franco, en un contexto de fuerte control político, censura y ausencia de libertades. En el ámbito deportivo, la selección española ganó la Eurocopa de fútbol frente a la Unión Soviética. Es el mismo año donde se forjó la Ley 5/1964 promulgada durante «el régimen» con el objetivo de establecer la Orden del Mérito Policial, una distinción dividida en tres categorías: medalla de oro, medalla de plata y medalla con distintivo rojo. Cada una de ellas conlleva un reconocimiento público y, en el caso de las dos últimas, una pensión vitalicia para el agente condecorado.
Aunque el contexto político ha cambiado radicalmente desde entonces, a día de hoy esta ley no ha sido derogada. En su lugar, ha sufrido reformas puntuales que han ajustado ciertos aspectos técnicos, pero sin alterar su esencia ni sustituirla por una norma democrática plenamente renovada.
¿Qué implica esta vigencia?
- Reconocimiento bajo una ley autoritaria: Las medallas que se entregan hoy en actos solemnes, como el Día de la Policía, siguen el procedimiento y los criterios definidos en una ley que no fue concebida en un marco de derechos y libertades. Algo que choca frontalmente con la imagen moderna que la institución pretende proyectar entre la ciudadanía.
- Pensión asociada: La medalla con distintivo rojo otorga una pensión mensual que se suma al salario del agente. Esto ha generado controversias sobre la transparencia y equidad en su concesión, especialmente cuando se otorgan a altos mandos y discriminan a policías de escalas inferiores justificándose por méritos que no siempre implican riesgo físico denominadas en la jerga policial como «medallas de sofá».
- Falta de reforma integral: A pesar de los avances democráticos en otras áreas del sistema policial, no se ha impulsado una ley nueva que regule las condecoraciones desde una perspectiva moderna, transparente y adaptada a los valores constitucionales.
¿Reconocimiento o privilegio?
La existencia de una pensión asociada a estas medallas ha generado tensiones internas en el cuerpo. Muchos agentes denuncian que la concesión no siempre responde a criterios objetivos, y que la falta de transparencia alimenta el clientelismo institucional. Además, se contrasta con la ausencia de avances en otras reivindicaciones como la equiparación salarial, el reconocimiento como profesión de riesgo o una jubilación digna.
¿Es hora de una nueva ley?
Diversos sindicatos policiales y juristas han reclamado la derogación definitiva de la Ley 5/1964 y la creación de una nueva norma que regule las condecoraciones desde una perspectiva democrática, con criterios claros, públicos y fiscalizables. El objetivo no es eliminar el reconocimiento, sino dignificarlo y desvincularlo de un pasado autoritario que ya no representa ni a la institución ni a la sociedad española.
Las medallas policiales deberían ser símbolo de mérito, sacrificio y servicio público. Pero mientras se sigan concediendo bajo una ley franquista, ese símbolo arrastra una sombra que contradice los valores que la Policía Nacional aspira a representar. Reformar esta normativa no es solo una cuestión legal: es una cuestión de coherencia democrática.
Día de la Policía: Orgullo institucional sin equiparación, sin jubilación y sin profesión de riesgo
