Las listas del terror

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Dicen los expertos en vocabulario y gramática que la mala utilización de una palabra fuera del contexto adecuado supone desvirtuar lo que se quiere decir. Esto a simple vista puede parecer algo obvio, pero analizándolo de manera sosegada es mucho más importante de lo que parece. Hay palabras que se pueden utilizar mal fruto del desconocimiento o por la falta de vocabulario y, también puede darse el caso de que el uso erróneo venga de manera intencionada para inducirnos a entender un mensaje maquillado.

Normalmente para gran parte de la sociedad ese tipo de cuestiones pasan muy de lejos, pero he de recalcar que hay que escoger muy bien las palabras incluso para algo tan evidente como llamar a las cosas como son.

Si una persona comete un delito, es un delincuente y en el futuro aunque haya pagado su deuda o incluso quedado absuelto de cargos, a efectos penales, judiciales o legales, será un delincuente ya que no se contempla como correcta la definición ex delincuente. Las víctimas lo son y lo serán siempre pase el tiempo que pase nunca dejarán de serlo, por lo cual,  igual pasará con sus victimarios, que serán siempre delincuentes, asesinos, agresores o terroristas.

Un descaro mayúsculo

En estos últimos quiero fijarme, en los terroristas. Ya hemos hablado muchas veces sobre el blanqueamiento y el burdo maquillaje que se está llevando a cabo con el terrorismo de ETA, pero en los últimos tiempos es una cuestión que está generando un cierto malestar no solo entre sus víctimas y familiares, sino también entre la sociedad española en general.

Es sin duda una tomadura de pelo que se abran las instituciones a formaciones políticas que no condenen el terrorismo, o a aquellas en las que existan miembros que hayan sido condenados por terrorismo, ni qué decir tiene si encima se trata de delitos de sangre. Que esta anomalía se  vea con normalidad y se argumente como un ejemplo de la victoria de la democracia, es sin duda para hacérselo mirar.

Se quiere eximir de culpa a quien se vanagloriaba de tener libertad para atentar contra policías, guardias civiles o militares, incluso durante la celebración de los entierros de los compañeros asesinados. Se olvida la  responsabilidad de quienes se escondieron detrás de sus banderas y pancartas, o incluso  desde medios de comunicación e instituciones, animaron a seguir la lucha armada justificando también con el silencio y la indiferencia cada acto terrorista. Ellos también tienen su culpa en tanta muerte.

En cambio

Por todo lo anterior, resulta incomprensible que se tolere y permita que desde ciertas alineaciones políticas se ponga siempre en cuestión el trabajo policial, al punto de instalar un foco y una lupa constante ante cualquier operación e intervención policial buscando la mínima falla para acometer contra los agentes y contra la institución. Hay que recordar como se ha intentado de manera repetida criminalizar la actuación tanto de la policía como de la Guardia Civil en actos de contención ante las avalanchas de inmigrantes en zonas fronterizas como Ceuta, Melilla o Canarias se ha vilipendiado y enjuiciado a policías por su actuación legítima y acorde a derecho ante el golpe de estado sufrido en Cataluña en el año 2017, al igual que por los disturbios que se derivaron en los meses posteriores. A cada momento que pueden muestran un odio enorme y rencor desmedido hacia la policía desprestigiando su labor y poniéndoles siempre en el ojo del huracán.

Pero…

Una vez más le damos la vuelta a la tortilla y tachamos de violentos a quienes a la hora de realizar su labor profesional, tienen la facultad excepcional para el ejercicio de la fuerza y la violencia en los casos debidamente señalados por la ley, mientras que encumbramos como gente de paz a aquellos que se dedicaban a señalar, y a apuntar para después ejecutar con un tiro en la nuca a quienes pensaban diferente. No me voy a cansar de repetir y dejar claro quiénes son los malos, y quienes son los buenos en esta historia.

No aprenden

Lo peor de todo esto, es que todavía hay una gran parte de nuestra sociedad que sigue sin inmutarse ante estos desmanes. Se escandalizan mucho y ponen el grito en el cielo más porque un ciudadano investigado supuestamente por corrupción, aun quedando absuelto y sin cargos, decida presentarse a unas elecciones, que cuando un terrorista condenado por delitos de sangre, lo hace como pasarela a utilizar las instituciones para seguir destruyendo España.

El vocabulario español es muy rico, y las reglas gramaticales muy precisas, así, al igual que lo blanco es blanco y lo negro es negro, un terrorista será siempre un terrorista. 

Recordemos que de los cuarenta y cuatro candidatos de Bildu presentados en las listas electorales, los hay con antecedentes y condenas por terrorismo, de los que resaltan dos en particular, dos despreciables asesinos de  policías y  guardias civiles. Gestos así, ponen de nuevo en evidencia que ni ETA ha desaparecido, ni se espera que nadie pida al menos perdón por tanto crimen y daño causado.

Sí las gallinas le abren la puerta al zorro para que se meta dentro del corral, estaremos claramente una vez más ante el fracaso de la sociedad.

DESDE EL ROMPEOLAS – h50 Diario Digital Policial BRAU LÓPEZ MATAMOROS

VENUS INFINITA 

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