Lapidación en redes sociales

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La lapidación es un acto cobarde, un grupo lanza piedras contra el reo hasta matarlo. Suele producir una muerte muy lenta y ese es el objetivo, un mayor sufrimiento en el condenado para regocijo de los agresores. La sangre motiva a las fieras.

En toda lapidación existe una víctima y una muchedumbre agresora e irracional.

Actualmente, salvo algunos territorios y culturas, no existe esa pena de forma explícita, ha evolucionado con nuevos métodos, también violentos.

La lapidación sigue existiendo y ha tomado nuevas formas, lo vimos la semana pasada. Un grupo humano, trabajadores de una empresa, “lapidó” a una víctima hasta conducirla a la desesperación y acabar con su vida por vergüenza.

Vergüenza que no sienten los que la señalaron, hoy se esconden y borran WhatsApp, su cobardía llega hasta esos extremos. Visionaron y difundieron un vídeo íntimo, machacaron a su víctima, la menospreciaron … la lapidaron.

En Twitter, Facebook.. se lapida todos los días, se insulta en grupo, en masa, “cada insulto es una piedra y quien lo lanza un violento”.

Cuando el grupo es cerrado y lo hacen con nombre y apellidos, hay una forma de evitarla, enfrentándose a ellos, a los más destacados, a quien dirige ese grupo de energúmenos, son los “lapidadores profesiones”. Fácilmente detectables y generalmente con un objetivo y motivación definidos. No tienen límites, controlan a una caterva que no razona, he visto hasta criticar un libro en una red social y ninguno lo había leído.

La valentía del señalado es más fuerte que la bajeza moral de los agresores. Utilizar el código penal o régimen disciplinario de caracter administrativo es sencillo, terminan escondiéndose ante el miedo.

Pero cuando el grupo es abierto y el agresor se esconde tras un link, la dificultad de persecución de esos violentos aumenta.

El insulto en Twitter, en redes sociales, va más allá de un ataque al honor, busca destruir la personalidad, busca desacreditar, anular a una persona. Es vertido en masa de forma casi anónima, conscientes de esa destrucción, es un nuevo tipo de violencia en internet para el que no está preparado ni da respuesta el código penal.

Las redes sociales deben cambiar, deben ser reguladas, se debe facilitar al agredido su defensa.

Decía un profesor en una academia de policía que la educación, humildad y elegancia deben imperar no solo en nuestro trabajo sino en nuestra vida. El hombre no tenía Twitter, se dedicaba a enseñar y escribir libros que no se leían.

 

 

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