La soga tributaria

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Hace unos meses Pedro J. Ramírez denunciaba que en 2020 el Gobierno había pagado 807 millones de euros en concepto de pluses discrecionales, vamos sobresueldos, (más de 134 mil millones de las antiguas pesetas), cuando España se acercaba ya a la quiebra y suponía un escándalo, dado que esa fiesta la pagamos todos los contribuyentes. Nos concierne porque afecta al dinero público, máxime en un año de grave empobrecimiento colectivo, que el Gobierno hubiera gastado 807 millones de euros, un 10% más de los ya generosamente presupuestados en gratificar a funcionarios y empleados públicos. Seguía diciendo, produce un sentimiento de agravio y exige una clarificación, sólo si estuvieran vinculados a la lucha contra la pandemia tendrían justificación algunos de estos pluses y sobresueldos de Sánchez, no así, sí, como me temo, han servido para pagarle voluntades y alimentar camarillas, por lo que la “oposición” debería haber obligado a la Ministra de Hacienda a explicarlo ante el Congreso de los Diputados donde residir la representación popular.

En el mismo sentido, el Diario Expansión ya adelantaba en el pasado mes de abril que la Agencia Tributaria prometió un bonus de productividad a sus funcionarios de 100 millones de euros, a pesar de la crisis del coronavirus, siempre que cumplieran los objetivos de recaudar más IVA, que lo que crezca el consumo, y más IRPF, que lo que suban los salarios, según estableció el Plan de Retribución acordado. Dicho y hecho, el Gobierno disparó el esfuerzo fiscal de los contribuyentes aunque la economía se encontraba y se encuentre en la UCI. La recaudación sube aunque la economía no se recupera. El esfuerzo fiscal es el que pone en relación la presión fiscal con la renta per cápita. Así las cosas, el esfuerzo en impuestos de un español es casi el 50% superior al de un alemán. España ocupa el 4º lugar del mundo en esfuerzo fiscal con una renta per cápita anual de 24.000 € (salario medio), mientras Alemania ocupa el 9º con una renta per cápita anual de 40.120 €, Más aún, el esfuerzo fiscal en España está por encima de algunos países como Dinamarca, Suecia, Finlandia u Holanda, paradigma de impuestos altos, no digamos si se cumplen los proyectos de subidas de impuestos que ya se están anunciando. Mientras Alemania prepara una rebaja de impuestos de 30.000 millones de euros e Italia también planea rebajarlos. Lo de España en materia de impuestos es igual a ese conductor que va por una autovía en dirección contraria y da las luces a otros porque piensa que son los equivocados.

Cuando el III Reich perdió la guerra y sobre las cenizas humeantes del terror mundial, con más de cien de millones de muertos, todavía quedaba desnazificar las mentes y las conciencias –cosa que no sé si a fecha de hoy hemos avanzado mucho- ya que del Holocausto y del horror nadie era responsable, todos cumplían órdenes. De alguna forma lo que pasa en Hacienda tiene una cierta similitud, todos cumplen normativa y objetivos, la humanidad y misericordia no tienen cabida. Si a eso añades dietas, recompensas y ascensos por objetivos, Dachau y la destrucción del contribuyente están servidos. Añadimos la percepción del ciudadano del escarnio y que se sufraga con el dinero que le esquilman, así como la destrucción económica de familias y empresas.
En fin, choteo generalizado, y solo me apunto a un grano de una copiosísima paella, por tanto, si no fuera por el drama diario de más de tres millones de personas que se encuentran en paro y las incontables colas del hambre y miseria, esto, como dice mi amigo Julio, sería un descojone digno del sistema solar. Pero, eso no significa que en Hacienda no haya calidad humana ni profesional, ellos son también víctimas de una trituradora diseñada para un sistema inhumano, que paraliza la creatividad y riqueza de una Nación con un control inmisericorde, omnipresente y omnisciente de un gobierno nepótico, irresponsable, manirroto y su legión de enchufados de turno. Solo adoran un “dios”, mantenerse en el poder como sea hasta el final de sus días.

No obstante lo antedicho, aunque ya me recojo, finalmente se hace necesario recordar lo que decía Don Quijote: “Sábete, Sancho, que todas estas borrascas que nos suceden son señales de que presto ha de serenar el tiempo y han de sucedernos bien las cosas; porque no es posible que el mal ni el bien sean durables, y de aquí se sigue que, habiendo durado mucho el mal, el bien esté cerca…” ¡Ojalá se cumpla el dicho del sabio Cervantes!

Autor: Manuel Novás Casmaño | Abogado

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