
La “meseta” en el turno Policial: Una Pausa Estratégica para la Forma Física y el Servicio Público
En el argot policial, la “meseta” es mucho más que un simple descanso temporal del turno. Se trata de un espacio temporal, generalmente intermedio, en el que los agentes no están atendiendo avisos urgentes ni directamente patrullando, pero si permanecen operativos y disponibles para actuar en caso de emergencia.
Este margen de tiempo, bien gestionado, puede convertirse en un HERRAMIENTA CLAVE para la preparación física y mental del agente, sobre todo en aquellos cuerpos municipales donde las comisarías están dotadas con zonas de gimnasio o salas de entrenamiento funcional.
¿Por qué entrenar en la meseta es una ventaja operativa?
El entrenamiento físico dentro del turno de trabajo no es una “comodidad” ni un privilegio; es, en muchos casos, una estrategia de prevención y rendimiento. Un policía en buena forma física:
. Responde más rápido.
. Tiene mayor resistencia ante una intervenciones (persecuciones, reducciones, asistencia en catástrofes)
. Soporta mejor el estrés físico y mental del servicio
. Reduce el riesgo de lesiones laborales, especialmente en tareas operativas.
Además, muchos de los incidentes en vía pública exigen agilidad, fuerza y capacidad de reacción inmediata, cualidades que no se desarrollan por arte de magia: hay que entrenarlas.
Por tanto, contar con tiempo y medios para ejercitarse durante la jornada laboral no solo es razonable, sino deseable.
¿Deberían haber gimnasios en todas las comisarías de distrito?
Rotundamente sí.
El entrenamiento no puede depender únicamente de la voluntad personal ni del tiempo libre del agente. Si se exige una buena condición física para ingresar en el cuerpo, también se debería facilitar el mantenimiento de ese nivel.
Dotar las comisarías con min-gyms o zonas de entrenamiento funcional es una inversión en salud, operativa y seguridad pública.
Incluso sin grandes instalaciones, un espacio equipado con lo básico (pesas, TRX, combas, sacos, esterillas, bicicletas estáticas o remos) puede marcar la diferencia. Además, la práctica deportiva compartida entre compañeros también refuerza el espíritu de equipo y la cohesión interna, factores fundamentales en el trabajo policial.
¿Existe una pérdida de forma física tras superar las oposiciones?
Sí, y es un problema recurrente y visible, especialmente cuando el entorno no promueve ni facilita la continuidad del entrenamiento. Es cierto que muchos opositores (hombres y mujeres) alcanzan un pico físico durante la fase de acceso, pero una vez dentro del cuerpo, se relajan, priorizan otros aspectos del servicio o simplemente no encuentran tiempo ni motivación para seguir entrenando.
En algunos casos, la falta de cultura del entrenamiento y la ausencia de programas de formación continua provoca una caída en el rendimiento físico, que puede traducirse en intervenciones más lentas, menor eficacia, mayor propensión a lesiones y, en el peor de los casos, una imagen pública debilitada de la autoridad.
Este fenómeno se observa con especial frecuencia en agentes que acceden a través de oposiciones exigentes pero luego no encuentran el impulso institucional o personal para seguir desarrollándose físicamente. Y es verdad que, en términos estadísticos, hay una mayor caída entre mujeres, muchas veces por falta de referentes, exigencias internas laxas o incluso presiones sociales que no se dan en el caso de los hombres.
¿Debería ser obligatorio una formación física continua?
No se trata de imponer controles físicos anuales como si fuera una oposición perpetua, pero sí incluir rutinas de mantenimiento, evaluaciones voluntarias, y sobre todo, formación e incentivo al deporte dentro del cuerpo. Los cuerpos policiales son organismos vivos, y la preparación física no es solo una herramienta de autoprotección, sino también un acto de responsabilidad hacia la ciudadanía.
Conclusión:
Entrenar en la “meseta” no es perder tiempo, es servir mejor
Convertir la “meseta” en un momento para el desarrollo físico no solo es útil, sino necesario. En lugar de verla como un tiempo muerto, debería asumirse como un espacio operativo inteligente, donde el cuerpo se fortalece para seguir sirviendo.
No se trata de convertir las comisarías en gimnasios de élite, sino en centros preparados para cuidar al policía que cuida de todos.
Porque un agente en forma es un agente más eficaz, más seguro, y también más respetado..
Y aunque pueda sonar superficial, la imagen también comunica autoridad, profesionalidad y respeto. Un agente en forma, con presencia física, genera una percepción inmediata de seguridad y COMPETENCIA.
La ciudadanía – aunque no siempre lo diga abiertamente- sí percibe y valora cuando quien protege las calles transmite forma física, control y actitud..y sí.. también hay un componente atractivo que no se puede negar:
¿A quién no le llama la atención ver un agente marcando bien el uniforme?
Ya sea por respeto, admiración..o por pura estética, el porte del uniforme gana muchos puntos cuando debajo hay forma física trabajada
Porque el físico policial es, al fin al cabo, una herramienta de trabajo y un reflejo del COMPROMISO con el SERVICIO.
Además, no olvidemos que el uniforme es un símbolo de poder, orden y protección..
Un artículo escrito por Amara Martín Vázquez @laflordehielo









