Manuel Avilés*
No debo de tener un carácter depresivo. De haber sido así, me habría pegado un tiro o me habría tirado al Puerto de Alicante, cogiendo carrerilla desde la plaza de Correos, que entonces era la de las putas. De ahí viene el título de mi libro “De prisiones, putas y pistolas”, puesto por el respeto que miles de mujeres que he conocido en las cárceles dedicadas a este oficio, dicen que el más antiguo del mundo, me merecen. Mucho más que algunas otras, que van de éticas, morales, educadísimas en las madres esclavas del cordero y del copón. Tirándome al puerto, con mi capacidad natatoria, la muerte habría sido segura pero tardía, que estás un tiempo tragando agua sucia, colillas y, entonces, manchas de gasoil y no sé cuántas cosas más. Entonces no estaba tan de moda la ecología y el cuidado con el medio. Habría sido más fácil el tiro – “es un asunto muy delicado el de la pena capital”, cantaban Javier Krahe con Sabina y Alberto Pérez en el club La Mandrágora en aquellos tiempos-. El tiro limpio, rápido, sin vuelta atrás, te mandaba al otro mundo, al infierno fijo porque el suicidio se consideraba pecado mortal y hasta te impedía el enterramiento en sagrado. A ver el Papa nuevo qué opina de esto, que Bergoglio no se pronunció. El tiro era fácil, ejecutable incluso en el propio domicilio y sin publicidad. Los carceleros de entonces teníamos permiso de armas de oficio – lo quitó de raíz Martínez Zato y esperen a las memorias que me ha encargado Eslava Galán y están cocinándose, que les contaré algún hecho sustancioso de peticiones de armas como para cortarse las venas con ellas-. Yo no tenía pistola entonces. Luego tuve revólver obligadamente por el tema etarra. Nunca lo enseñé, salvo en la portada de “357 Magnum. Por ti me juego la salvación”, pero algunos vagos, retorcidos que no habían dado golpe en su vida, me acusaron de ir por la vida como Harry el Sucio, o sea, Clint Eastwood. ¡Que más habría querido yo! ¡Marcando paquete y encendiendo las cerillas con la mano izquierda como en “La muerte tenía un precio”.
El tiro habría sido lo ideal. Pónganse en situación: salido de la universidad de Granada, rama filosofía, discutido con mi padre que me había acusado de ser un inútil que no valía para nada – esa descripción le venía de puta madre a los vagos sindicados de que hablo más arriba- aterrizo en los juzgados de Benalúa, entonces cárcel, y me como con patatas un universo de suciedad, cutrez, analfabetismo, engendro militaroide y pobreza. En las puertas de la cárcel, esperando para tener visitas – la puerta contraria a por donde ahora se entra a los juzgados- solo hay gitanos, mercheros, recogedores de chatarra, mercadilleros y pobres en general. ¿Dónde están los chorizos de guante blanco, banqueros, delfalcadores, genios de la estafa, curas parguelas…? Esos no entran, tienen buenos abogados y ponen recursos. Yo, que era rojo muy rojo entonces, hasta que los podemitas empezaron a vestir de diseño, disfrutar del coche oficial y las esperanzas de la izquierda socialista a montar fundaciones y a pedir permiso de armas como aquel funcionario inútil – recuerdo el sitio, el nombre y el delegado del gobierno que me consultó para dar el permiso- que trabajaba, saltándose la incompatibilidad, de chofer en un putiferio, como presuntamente luego algún alto cargo sin formación intelectual, filosófica, jurídica, económica, humanística, ni oposición alguna.
Si hay que tragarse eso, es mejor soltar a voces y ejecutar mi jaculatoria preferida: Señor, llévame pronto.
Yo no critico por sistema a Sánchez, que me parece un genio del sostenimiento del poder tras haberlo alcanzado. También critico a los populares y no hablemos de peneuves, bildus, puigdemones, abascales (años cobrando en un chollo de Esperanza Aguirre trabajando menos que Jessi, presuntamente) y demás vividores de la política sin escrúpulos ni sentido de estado alguno.
Ya se han acabado las fiestas – las procesiones, los arrepentimientos sangrientos de redenciones que no hacen falta, los funerales de jefes de estado eclesiásticos y las romerías de milagros y reliquias cuya falsedad salta a la vista y esto último lo digo por boca del gran Eslava y del grandísimo profesor Sotomayor, jesuita y catedrático de historia. Se han acabado las fiestas y volvemos a la realidad sin que sea posible nublarla con el “pan y circo” clásicos.
Hace más de una semana que, poniéndole la maleta a mi moto – yo que no soy nada, salvo motero, padre de Casilda y escritor anarcoide al que le importa una mierda incluso mantener su pensión porque lo poco que me queda lo puedo sufrir viviendo de la beneficencia-. Hace más de una semana, a mediodía, nos quedamos sin luz en España. Llega la noche y seguimos sin luz. Sin agua. Un país en el que solo funciona mercadona y ha cerrado hasta el chino de la esquina. Sin velas ni linternas y sin pan. Mi frigorífico caliente solo tiene mortadela y jamón york barato. El queso de El Pedernoso no me pasa por el gaznate por falta de líquido que suavice y evite que alguien me tenga que hacer la maniobra de los ahogados, la de Heimlich, la que quita la obstrucción de las vías respiratorias.
Ocho días después nadie nos ha dicho nada sobre ese apagón y su causas reales. Culpa de las nuevas generadoras de molinos de viento, de las nucleares, de las oscilaciones, de los ordenadores. Aquí no se va ni Dios. Todos agarrados al sueldo cojonudo.
De los trenes ni hablo porque los he sufrido cien veces. Ahora viajo bastante – con cargo a mi bolsillo por la pasión y la necesidad literaria, para mantener a raya el alzheimer, que yo no cobro por escribir en ningún sitio ni por predicar la literatura-. He estado tirado casi tres horas, por la catenaria caída, a veinte kilómetros de Palencia, viniendo de Santander. Sacando billete directo desde Santander o desde León, me han hecho bajar en Chamartín entre zanjas y ladrillos, entre hierros y máquinas como si estuviera en medio de un campo de minas. Nadie me ha dado nunca ni un vaso de agua. ¿Así se trata a los usuarios? Y en esos casos no se había producido ningún robo de cobre, pero claro si metemos a incompetentes a dirigir empresas públicas, si colocamos a quienes todos hemos visto ya en los videos acudiendo a los juzgados…pues así salen las cosas. Hoy he visto un chiste que me ha mandado una amiga y habla muy claro. La electricidad no funciona porque hay demasiados enchufes y lo mismo, por lo que se ve – critica política, no injuria- le pasa a la renfe. Ni cuando las chocolateras de vapor patinaban en la cuesta frente al colegio en el que yo andaba la mayor parte del tiempo castigado, he visto situación igual. Desde luego no con Felipe González, para que De Manuel no me llame facha.
Última noticia para nota: El Bbva hace una Opa sobre el Sabadell. Perfecto. Cosas de los banqueros y de sus accionistas. El gobierno tiene la llave – como de todo- para impedirla o favorecerla o mantenerse neutro. Dice Sánchez que va a hacer una consulta popular, un referéndum – una especie de, algo así como-. Bien. O sea, no hace una consulta para aumentar el gasto en defensa, no hace una consulta para amnistiar a los puigdemones, no hace una consulta para romper relaciones con Israel por el genocidio de Gaza, no hace una consulta para definir el terrorismo porque si los palestinos son terroristas para los judíos, lo mismo se puede aplicar a la inversa. Alucino que se pueda hacer una consulta popular porque un banco quiere comprar a otro y no para todo lo dicho antes. Y les aseguro que yo respeto a este gobierno aunque me parezca lleno de gilipolleces. Aún así es mi gobierno para el tiempo que me quede que estar en el convento. He aquí los motivos de la depresión, una tristeza que te inhabilita y que ocupa el espacio que antes ocupaba la energía y la alegría, un sentimiento hondo que te dice que algo muy profundo está fallando.
