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Fuego, neofascismo y mamporreros

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FUEGO, NEOFASCISMO ,MAMPORREROS, Manuel Avilés*

¿Sabes qué te digo? Que me quedo contigo, que no salgo de casa, que te beso y decides si quieres que sigamos jugando con las manos. Si quieres que inventemos nuevas formas de amarnos. ¿Y sabes qué te digo? Que voy a quererte , que me encanta tenerte frente a frente y pedirte que no te vayas nunca…

Me he puesto yo romántico con estos calores, con estos sudores, con esta canícula que está contribuyendo a aligerar las arcas de la seguridad social, liquidando abuelos – como los puigdemones contribuyen a hundirlas-. Me he puesto romántico con el trancazo de verano por culpa de los aires acondicionados, que ya me avisaron los curas hace mil años: ten en cuenta, hijo, decía un cura mariconcisimo al que le gustaba un rubio de mi clase, que Satanás aprovecha las enfermedades – mi trancazo veraniego que me tiene jodido y respirando a duras penas- para tentar a quienes luchan por estar en gracia de Dios, que las tentaciones siempre nos sobrevienen en la cama. Yo, machacado con la febrícula, sin poder arroparme, porque sudo como un pollo en una granja amontonada. Sin poder destaparme, porque tiemblo como la novicia de Don Juan Tenorio, me sorprendo cantando por Café Quijano y pensando – una tentación contra la castidad en toda regla a mis años y con mis imposibilidades- con mi chica galáctica y estratosférica. Mi chica, la que disuelve el asfalto y lo lanza al espacio con sus andares, la que subleva a los vendedores de cupones, la que anda sola por la calle y provoca torticolis, cojeras, choques con los semáforos e infartos de los que nadie cree que ella es la culpable. Mi chica no está y no estoy en edad de caer en el vicio bíblico de Onam. No estoy en edad ni en condiciones. Salgo de la cama en un intento desesperado de sobrevivir y tengo la idea desgraciada de poner le telediario. Había pensado no escribir nada hasta mediados de septiembre pero me puede la pulsión y el cabreo. Diez días, o más, hablando solo de bosques incendiados.

Hay una señora en una concentración con un cartel sumamente expresivo: España vaciada, España calcinada. La Sierra de la Culebra no se calla. Son incontables los fuegos de que da fe la televisión. La guardia civil corta carreteras. La UME – única creación importante de Zapatero- va loca estableciendo puestos de mando en uno y otro sitio, porque los incendios se multiplican como piojos en costura. Hasta mis nietas – desde León- me mandan el video de un incendio en un pueblo cercano a la cordillera cantábrica. Las carreteras y el ferrocarril dejan a Galicia incomunicada. Extremadura también arde y no sé si habrá quedado viva alguna cabra en El Casar de Cáceres, donde hacen ese queso que es un paraíso para el paladar.

¿Qué hacen los políticos? Sánchez está en Lanzarote, dicen que con Zapatero, con Illa – disfrutando del arreglo con Cataluña cambiado con desarreglar el resto del país- y con Almodovar. Pura política de estado. Si en mi época carcelera, me coge a mi un secuestro en la cárcel estando de vacaciones y no me presento en seis horas en Nanclares, me calzan sin vaselina y sin compasión, pero aquí no pasa nada. La gente nadando y ahogándose y el otro en El Ventorro con caídas de ojos. La gente ardiendo de cojones y estos charlando sobre Tacones lejanos o sobre la batalla de Waterloo y el nuevo inquilino del desastre napoleónico. Uno había al pie del cañón como encargado de las redes sociales, ese señor que parece escapado de Atapuerca – no se pierdan la película de mi amigo Manuel Ríos, La huella del mal que va sobre un crimen en ese lugar y va a venir al QUIJOTE NEGRO E HISTÓRICO a que la veamos con él-. Claro, como le lleva las redes sociales a Sánchez y se pregunta donde anda Moreno mientras arde monte en Tarifa, el tal Moreno, que tampoco destaca por su laboriosidad y su rendimiento en mi tierra – la Vega de Granada, los dominios del Moro Aliatar- le ha llamado Mamporrero de Sánchez. No creo que un guaperas de ese calibre haya necesitado nunca ni le haga falta jamás un mamporrero. Un palanganero como mucho.

Me surge una pregunta que me quita el sueño aunque el trancazo me tiene más vago y con menos ganas de trabajar que el catequista de Putin. ¿Si Sánchez fue capaz de cambiar el código penal en menos de lo que tarda en persignarse un cura loco, para librar de la cárcel a Puigdemont y sus secuaces, por qué no es capaz de meterles fuerte a los que incendian montes? ¿Eso no se puede? ¿Hay que reflexionar con cátedros, exégetas, filósofos del derecho y otras yerbas? Miren ustedes si el derecho es una filfa. Coges el móvil en el coche, te pillan y te funden vivo: seiscientos pavos, seis puntos y dos patadas en el culo. Vas buscando el tabaco y el mechero, miras hasta debajo de las alfombrillas y no pasa nada.

Estoy harto – le he dado varias vueltas a España en moto, marcando paquete y todo- de ver gentuza con la mano por fuera de la ventanilla con el cigarro. ¿No quieres humo y por eso fumas? ¡Cojones, trágate el humo y no vayas con el cigarro por fuera porque te molesta! Dos veces me han caído colillas en la pechuga e incontables veces pavesas que salen del cenutrio que va fumando. Los carteles de la carretera son claros pero insuficientes: tirar colillas, seis puntos. Hay que quitarles dos años el carnet. Por ejemplo. Y al que queme un monte – también estoy harto de oir, parece que tal incendio ha sido intencionado- se le mete prisión permanente revisable y que sepa que le esperan veinte años de talego por ir tan ligero de mechero. Eso y recuperar los rebaños de cabras y ovejas, de vacas y otros cuadrúpedos que limpien la maleza que es la yesca del verano. Estamos dejando una mierda de planeta a los nietos y eso es un crimen peor que el asesinato del pescaito de Almería y la chiquilla de Sevilla cuyo cadáver aun no ha aparecido. Peor que el asesinato de los dos niños pequeños que llevó a cabo el hijo de puta de Bretón en Córdoba. Siendo terrible el daño a unos niños indefensos es infinitamente peor el daño a toda la colectividad cargándose miles de hectáreas de bosque y arruinando el futuro de todos. Prisión permanente revisable. Ya.

Para acabar de arreglar el fin de semana, dos neofascistas con publicidad y boato, se reúnen en Anchorage para no acordar nada. Se veía venir. Comulgo con Pérez Tapias, mi compañero de pupitre tantos años. Maldad e imbecilidad pueden presentarse juntas. Lavrov ministro ruso de exteriores se ha presentado en la reunión de Alaska con una camiseta de la extinta Unión Soviética. No han llegado a ningún acuerdo sobre los intereses americanos y rusos en Ucrania porque lo de buscar la paz es un puro engaño a dos. Dos neofascistas e imperialistas – los chinos siguen callados y ganando dinero- que se reparten el mundo con sus negocios y sus oficios de policías que salvaguardan el orden – desorden mundial-. Ahí los tienen. Felices. Miren a Netanyahu, un criminal de guerra, que alimenta el terrorismo con su política nazi y que es surtido de armas para matar niños y desgraciados que se amontonan pidiendo comida. ¿Cuándo me van a contratar para dar una conferencia – gratis, sin cobrar- sobre el binomio terrorista acción-reacción? ¿Cuándo se van a enterar de la religión como arma de guerra? ¿De las comidas de coco basadas en la voluntad divina, la sharía, el derecho natural que nace en la mente de Dios… cuando van a dejar de manipular y de admitir que eso no son sino voluntades políticas de unos hombres que quieren dominar sobre otros?

A mi ya no me pilla eso porque estoy a dos pasos del crematorio, pero menudo mundo de mierda que les vamos a dejar a los chiquillos. Menudas enseñanzas.

Manuel Avilés, escritor y director de prisiones jubilado, columnista de h50 Digital

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