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Equiparación salarial: ¿por qué un agente nacional cobra menos que uno autonómico?

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Han pasado más de quince años desde que se alzó la voz por primera vez: equiparación salarial real entre Policía Nacional, Guardia Civil y los cuerpos autonómicos y locales. Desde entonces, lo que se ha acumulado no son mejoras, sino promesas incumplidas, bloqueos parlamentarios y una brecha que sigue creciendo. Hoy, en 2025, la indignación es más que legítima: es estructural.

Una desigualdad que se perpetúa

Mientras los Mossos d’Esquadra y la Ertzaintza han recibido subidas salariales de hasta 4.200 euros anuales en los últimos ejercicios, los agentes de Policía Nacional y Guardia Civil siguen esperando que se cumpla el acuerdo firmado en 2018, que prometía una equiparación “real, total y absoluta”. Aquel pacto histórico, impulsado por el Gobierno de Rajoy, contemplaba 807 millones de euros en tres años. ¿Resultado? Un parche temporal, sin continuidad ni voluntad política de consolidarlo.

Según datos recientes, la diferencia salarial entre un mosso o un ertzaina y un agente nacional puede superar los 8.000 euros anuales. Y eso sin contar los complementos específicos, pluses por peligrosidad, territorialidad o turnicidad que los cuerpos autonómicos gestionan con mayor flexibilidad presupuestaria.

¿Profesión de riesgo? Solo cuando conviene

La indignación se multiplica cuando se observa cómo el Gobierno ha bloqueado hasta en 18 ocasiones la proposición de ley que permitiría reconocer la profesión de riesgo para Policía Nacional y Guardia Civil. Mientras tanto, se aprueban leyes que benefician a otros colectivos con mayor celeridad. El mensaje institucional es claro: los agentes nacionales no son prioridad.

¿Cómo se explica esta paradoja?

¿Cómo es posible que un agente que puede ser destinado a cualquier punto del país, que actúa en operaciones antiterroristas, que protege fronteras, que investiga delitos complejos, cobre menos que un policía local o autonómico con competencias limitadas territorialmente?

La respuesta es tan cruda como evidente: falta de voluntad política, desinterés institucional y una gestión presupuestaria que margina a quienes sostienen la seguridad del Estado.

El hartazgo de los agentes

Las organizaciones sindicales y asociaciones profesionales siguen en pie de guerra. No piden privilegios, piden justicia. Piden que se reconozca el valor de su trabajo, que se dignifique su salario y que se cumplan los compromisos firmados. Piden que no se les trate como funcionarios de segunda.

¿Y ahora qué?

La equiparación salarial no es una cuestión técnica, es una cuestión de respeto. De reconocer que la seguridad nacional no puede depender de agentes mal pagados, desmotivados y ninguneados. Cada día que pasa sin una solución real, es un día más de agravio institucional.

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