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Esta es la historia de Agustín Fariña, ex soldado del Ejército de Tierra durante 20 años que ha iniciando una huelga de hambre ante el Ministerio de Defensa para reivindicar una justa pensión de discapacidad.

El Paseo de la Castellana lleva semanas atestiguando la lucha de este servidor. Sus eternos compañeros desde que el viernes 9 de abril decidiese comenzar una huelga de hambre en la capital han sido una bandera de España y varios carteles donde aclara el motivo de su situación. En uno de ellos reza una sentencia demoledora: “Defensa buscaba mi muerte, lo puedo demostrar”. Durante este tiempo ha sido asistido por efectivos del SAMUR, confiesa a Pilaru Ramos en esta entrevista que sobre su estado anímico y físico como se siente: “agotado, pero no pienso abandonar”.

Fariña nos narra el motivo de su reivindicación en una entrevista exclusiva para h50 donde analiza el detonante, causas y consecuencias que lo han conducido hasta esta situación límite. El escenario en el que nos sitúa es un despido injusto e improcedente por una mala praxis de sus superiores que comienza en 2014, año en el que padeció una lesión en su rodilla durante una prueba de esfuerzo en un ejercicio de campo a través que derivó, en un inicio, en una breve baja laboral por motivo profesional. A su regreso, a los diez días, se presenta ante el médico militar y se le asigna funciones que no exigiesen un elevado nivel físico. Sin embargo, esta medida incomodó a alguno de sus jefes indignado por tener en sus filas a un soldado que físicamente no respondiese a pleno rendimiento.

“Yo me presento en mi unidad, con mi alta, muy feliz y con mis muletas y bueno, por aquel entonces el teniente coronel jefe de la plana mayor del mando de Canarias (de la unidad de apoyo al mando de Canarias) nada más verme y de muy malas maneras me dijo: “¿Tú qué haces aquí?”. Entonces le expliqué, y bueno, su frase fue a continuación de que “Ni esa unidad, ni el Ejército en sí, la institución militar se podía permitir el lujo de tener de alta trabajando a un soldado rebajado de todo servicio”.

Yo viendo la mala h***** que se estaba gastando me las veía venir y le dije: “Bueno, con el debido respeto y subordinación vuelvo al médico militar, que me vuelva a dar la baja y me vuelvo a ir a casa porque a usted le ha parecido mal”. Y ahí fue donde nunca olvidaré esto: “¡Cómo! te vas a enterar… ¡incorpórate!. A partir de ahí, tenía cita urgente con la especialista en traumatología, no me dejaron salir del acuartelamiento por lo tanto se agravó la lesión, no me vieron más hasta un mes más tarde.

A continuación se me acusa sin prueba alguna de hasta haber cometido cuatro robos dentro de la unidad. Se me realizan dos prueba el mismo día, esto es lo más grave de todo, como comprenderán los oyentes, que puede afectar el honor y la dignidad de una persona… El mismo día se me realizan dos pruebas de test de detección de drogas, por abuso. Una por saliva que no estaba registrada, ni sigue registrada en la normativa general de sanidad militar, y la otra si registrada por esa normativa que es la de toda la vida, por orina.

Por aquel entonces comenzó el vía crucis de este patriota siendo perseguido mediante acusaciones de robo e inusuales narcotest al margen de la legalidad. Este español, nacido en Santa Cruz de Tenerife en septiembre de 1974, comenzó ahí su calvario librando duras batallas que le llevaron a enfrentarse cara a cara ante la justicia castrense bajo la amenaza de duras penas de prisión y acusado por delitos de robos e insubordinación a sus antiguos mandos de la Unidad del Cuartel General del Mando de Canarias. Los jueces le acabaron dando la razón, pero las denuncias interpuestas por este profesional por “acoso laboral”  acabaron en el archivo y, esta vez, siendo procesado por denuncia falsa aunque finalmente nuevamente absuelto.

Fariña nos detalla estos encuentros con los tribunales militares, manifestando: “En resumidas cuentas, me han dado la razón siempre, no estoy condenado por el Ministerio de Defensa que me había abierto también dentro de la persecución tres expedientes disciplinarios por falta grave. Me condenaron, pero mi abogada fue elevándolo hasta sacarlo del Ejército y el Tribunal Supremo también me dio la razón con lo cual me tuvieron que reintegrar ese dinero que me quitaron administrativamente. A día de hoy, no tienen nada en contra mía, no estoy condenado.

Toda esta persecución derivó en un “machaqueo psicológico” brutal, por ello estuve ingresado seis veces por intento de suicidio, hoy en día me arrepiento muchísimo… No por mi sino por el sufrimiento que he causado a toda una familia que tengo detrás de mí.

Y bueno, me siento aquí plantado porque dentro de la discapacidad que me ha quedado la Ley de Clases Pasivas del año 2001 me reconoce una pensión con ese porcentaje y el Ministerio de Defensa no me lo quiere dar, me lo ha pisoteado por completo, se ha ido elevando administrativamente y en el día de hoy, en exclusiva para h50, he recibido la muy mala noticia por parte de mi abogada que el último paso que se envió esa petición al Ministerio de Defensa dos días antes de yo comenzar aquí el 9 de abril, como dije, mi huelga de hambre

Finalmente, en septiembre de 2018 llegó su primer golpe siendo expulsado del Ejército por pérdida de condiciones psicofísicas. A partir de este momento fue diagnosticado por padecer “trastorno de estrés postraumático”. Su caso llegó a los despachos de la Audiencia Nacional donde una inverosímil sentencia acabó privándole de su derecho a pensión justa que hasta la fecha continúa solicitando.

Entrevista dirigida por Pilaru Ramos para h50 | Directora del programa La voz de h50

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