El peligro de convivir con una persona obsesiva y controladora

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He empleado “persona” porque esta patología no entiende de sexos y trae consecuencias desastrosas y trágicas. Recordemos el crimen de Alcorcón, donde una joven de 19 años apuñala a otra de 17,  expareja de su novio.

Esa celotipia, repetimos, no exclusiva de los hombres, lleva a espiar el móvil de su pareja, controlar con quién habla, considerándolo su posesión. En este caso era plenamente consciente de los hechos, vigilando a la víctima y buscando el momento propicio y no, no hay atenuante que valga por enfermedad mental.

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Estas personas están obsesionadas con una idea fija que permanece anclada en su mente de forma continua, repetitiva, y con ritualizaciones para llevar a cabo su fin:  eliminar todo tipo de obstáculos, personas o cosas, sin la mínima empatía por las víctimas, quedando en la base su narcisismo y egocentrismo. Que nadie toque lo que es solamente suyo.

De la obsesión de las neurosis a la psicopatía hay un paso muy corto, si no es controlado terapéuticamente y solucionado traumas y problemas del pasado .

Ana Julia, asesina de Gabriel, eliminó el obstáculo del que tenía celos, el hijo que tanto amaba su padre, su pareja en aquel entonces.

Recordemos a su vez el caso del joven subió a la fuerza a su expareja al coche y se estrellaron en una gasolinera y así permanecerían los dos juntos.

Por ello, en relaciones tanto de pareja como amistades, donde exista una fijación de una persona sobre la otra, lo mejor es romper esa cárcel, esos barrotes, al inicio.

La aniquilación, la destrucción de la personalidad libre creará innumerables patologías en el que la sufre, un agobio que genera somatizaciones como ahogo, asma, hipotonía, paralización, ansiedad, desorientación, intentos de suicidio, descontrol mental.

A su vez puede darse como mecanismo de defensa un síndrodome de Estocolmo, una relación de alta toxicidad y dependencia afectiva del verdugo. Este psicópata persigue y vigila, cerca a su víctima, la increpa, cuestiona e insulta y reduce su mundo a la infelicidad más absoluta.

No hay que tener miedo de denunciar y llamar a la Policía porque es la vía, el primer paso de la solución más acertada que te devuelve la vida que has empezado a perder e  impide te la quiten en su totalidad.

Desde el inicio, evitando caer en pozos más profundos sin salida, sin vuelta atrás. El valor no significa no tener miedo sino el coraje de afrontarlo.

Pilar Enjamio

Psicóloga y colaboradora de Policía H50

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