Dinamarca construirá su propio Alcatraz para criminales extranjeros

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Sí, el titular de la noticia no engaña. Dinamarca construirá su propio Alcatraz para criminales extranjeros. Así lo ha decidido el Parlamento danés.

El islote de  Lindholm, de poco más de 7 hectáreas,  es el lugar elegido para la construcción de un centro que acogería a unos 125 expresidiarios extranjeros.   A este lugar sólo serían trasladados quienes hayan cumplido sus penas de prisión y se encuentren en proceso de deportación o tengan la denominada “residencia tolerada“,  un estatus muy restrictivo reservado para criminales que no pueden ser devueltos a sus países por miedo a que se les ejecute o torture.

Islote de Lindholm/ Foto clarin.com

El plan está pensado, por tanto, para los exreclusos extranjeros más peligrosos: asesinos, violadores, yihadistas, narcotraficantes y criminales de guerra.

El centro comenzaría a funcionar en el año 2.021 y se encontraría bajo vigilancia policial. Como parece lógico, no se les privará de libertad y podrían salir de la isla en un ferry de pago. Eso sí, deberán pernoctar siempre en dicho centro. Los precios fijados y las frecuencias de la embarcación parece que no serían muy ventajosas.

El coste del proyecto se ha cifrado en 101,6 milllones de euros. Esta cantidad supone que el gasto medio se establecería en 670€ por persona. 

Cárcel/ Archivo

La ministra de Integración, la liberal Inger Støjberg, ha defendido la iniciativa sin complejos: “Estas personas son peligrosas. Han cometido delitos muy graves, han sido expulsadas de Dinamarca y deben estar bajo control. Cumplimos las convenciones internacionales, pero estar en un centro como este no puede ser algo agradable”.

El Gobierno danés no se anda con rodeos y responde así al ferviente choque cultural en el que se haya inmerso el país dada  la presión migratoria: “El mensaje tiene que ser claro: queremos que se vayan. Por supuesto, podrán abandonar la isla de vez en cuando, pero el ferry tendrá el precio más alto y el número de salidas más bajo que permitan las convenciones”.

Es la particular forma que ha encontrado Dinamarca para luchar con los altos índices delincuenciales y, por qué no decirlo, contra el choque cultural existente con los sectores fundamentalistas de la comunidad musulmana en el país nórdico.

Una medida a la americana  cuyo encaje legal deja entrever muchas lagunas.  La sombra de la xenofobia y la discriminación se ciernen sobre  los cimientos de esta decisión sin precedentes en el resto de Europa. 

 

 

 

 

 

 

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