Cura y ateo, “gracias a Dios”

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Artículo de Odracir Zagam.

 CURA Y ATEO, “GRACIAS A DIOS”

En esta ocasión mi artículo no va de sucesos. Me tomo “licencia de autor” para contar un asunto que me apetece, aquí, en H50. Una historia de amor y honestidad, pese al título provocador, lo reconozco.

Don José fue cura y ateo, “gracias a Dios”, al decir popular y sin ánimo de ofensa. Todo el pueblo lo sabía. Y todo el pueblo le quería porque era una excelente persona que ayudaba a la gente y nunca se metió con nadie. Ejerció el sacerdocio durante dos décadas hasta que lo dejó. Jamás tuvo ningún problema con el obispado que, en el fondo, conocía su falta de fe pero apreciaba la enorme dedicación a sus semejantes.

“Lo importante, a fin de cuentas, es ser una persona íntegra en cualquier función”

El peso de la soledad

Con el paso del tiempo y el peso de la soledad, don José se enamoró de una parroquiana. Dando ejemplo, colgó la sotana, se casó y fundó una familia. Hoy tiene tres hijos y dos nietos que son clavados a él. Cada año regresa al pueblo que le recibió de clérigo recién salido del seminario. Sigue siendo “Don José”, al que los vecinos saludan con afecto.

“Cuando vengo al pueblo siempre entro en la iglesia y me siento un rato. Se puede no creer y sin embargo estar a gusto allí. Una cosa no quita la otra”, recordó hace poco con un mosto en las manos mientras charlaba en la terraza del bar con el alcalde pedáneo.

Secularizado

La historia de don José es la de miles de curas secularizados por casarse o porque dejaron el clero voluntariamente por otros motivos respetables, incluida la pérdida de la fe. De antiguo se dice que la soledad agudiza la conciencia. En cualquier oficio o función. Con todo, lo importante a fin de cuentas es ser una persona honesta.

Por Odracir Zagam, para h50 Digital Policial

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