Crimen de Anna y Olivia: la triada oscura

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Columna de Ricardo Magaz en h50 Digital Policial. “CRÓNICAS DEL NUEVE PARABELLUM”.

Tomás Gimeno mató en su casa de Tenerife a sus dos hijas, Anna y Olivia. Luego las arrojó lastradas desde su barco al mar, a la altura del puerto de Güimar. Conseguido su propósito filicida, se suicidó lanzándose al agua con un cinturón de plomo.

Esta es la versión del juzgado, y sin duda la más probable, alejada de teorías imaginativas, aunque comprensibles.

Celópata

Todo el mundo, expertos y profanos, se preguntan, nos preguntamos, el porqué de esta sinrazón. La respuesta, al menos inicial, está en el auto de la jueza: Tomás era un celópata compulsivo que, además, codiciaba martirizar a su exmujer cometiendo el doble crimen con la incertidumbre de la desaparición de los cadáveres en el fondo del océano. Un modo de violencia vicaria y de suicidio ampliado, en función de cómo se analice.

No parecen los celos, sin embargo, motivo exclusivo y con suficiente potencial para el asesinato de sus dos hijas.

Las teorías, como el papel en blanco, lo aguantan casi todo. Desde el 27 de abril, fecha fatídica de la desaparición, se vienen publicando infinidad de cálculos sobre lo que pasó. Especialmente, el perfil psicológico de Tomás Gimeno.

Malvado

¿Era un malvado, un psicópata, un demonio…? No cabe duda que en términos corrientes, Gimeno era un ser malvado. Pero el mundo está repleto de gente perversa que no mata a nadie.

Si aplicamos a Tomás Gimeno el constructo de la “triada oscura”, divulgada en 2002 por los doctores Delroy Pauhlus y Kevin Williams, nos acercamos, a mi juicio, a la figura de Gimeno como hombre maquiavélico.

Narcisismo, psicopatía y maquiavelismo

La “triada oscura” explica tres conceptos: narcisismo, psicopatía y maquiavelismo. Estos tres rasgos juntos, unidos a la celopatía, son una bomba de relojería que deriva en la frialdad emocional y en el hecho de que el fin justifica los medios.

El narcisismo acercaría a Gimeno al egoísmo, al falso orgullo y a la megalomanía. El maquiavelismo del que sin duda ha hecho gala nos hablaría de su tendencia a la manipulación y a la ausencia de moralidad para conseguir sus objetivos. La psicopatía, por su parte, mostraría a una persona con un comportamiento antisocial, cruel, insensible, con la empatía adormecida y sin capacidad para los remordimientos. Un hombre capaz de considerar a los demás como objetos y cosificarlos para lograr sus empeños.

Hoja de ruta criminal

Cuando Tomás Gimeno secuestró a sus hijas Anna y Olivia, en su mente tenía fijada la hoja de ruta: darle muerte a las menores en su casa de Tenerife, posiblemente con algún psicotrópico o asfixiadas, trasladarlas en el coche hasta su barco y, navegando, arrojarlas a la profundidad del mar. Luego, arrojarse él. De ese modo, su plan maquiavélico quedaba perfectamente ejecutado. Se vengaba de su exmujer, madre de las niñas, y todos desaparecían supuestamente sin rastro y para siempre.

Bomba de relojería

Desde primeros de siglo, los estudios psicológicos y criminológicos sobre la denominada “triada oscura” vienen arrojando resultados que, a toro pasado, es decir, una vez analizados empíricamente los hechos y los actores, evidencian con un porcentaje abrumador al menos tres de los cuatro rasgos aquí expuestos: narcisismo, maquiavelismo y psicopatía. Y a menudo también los celos enfermizos, la celopatía.

En efecto, una bomba andante. Muy posiblemente, el perfil de Tomás Gimeno. El hombre que mató a sus hijas sin compasión.

(*) Ricardo Magaz es profesor de Fenomenología Criminal en la UNED, ensayista y miembro de la Policía Nacional (sgda/ac)

 

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