10 de enero: Asesinato y suicidio tras sufrir un atentado

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El 10 de enero está marcado en el calendario de ETA por dos muertes, la de Jesús Velasco Zuazola y la de José Carlos Marrero Sanabria

El 10 de enero de 1980, fue la fecha en la que ETA decidió asesinar al comandante de caballería Jesús Velasco Zuazola, jefe del Cuerpo de Miñones de Álava. Un cuerpo de policía dependiente de la Diputación Foral de Álava que actúa en esa provincia.

Ese día, Jesús llevaba a dos de sus cuatro hijas, de 12 y 16 años al colegio. En el coche iban además otras dos amigas de éstas.

Al bajar las cuatro niñas del vehículo de Jesús, un etarra se apeó de un taxi y sin mediar palabra alguna, disparó contra su vehículo varias ráfagas, hiriendo de muerte al comandante.

Era una cara de rabia

En el taxi, además del asesino de Jesús, iban otros dos terroristas, los cuales habían robado el vehículo a punta de pistola.

Tan pronto como bajaron las niñas del vehículo, el etarra comenzó a disparar contra el vehículo del comandante. Tal es así, que la hermana menor de las que viajaban con su padre pudo ver la cara del asesino, la cual describió como “era una cara de rabia”.

Fundación de la Asociación Víctimas del Terrorismo

La viuda de Jesús Velasco, Ana María Vidal-Abarca, dejó claro que a su marido lo asesinaron por su condición de militar, gritando ante la tumba de su marido un “¡Viva España!”.

Jesús Velasco Zuazola tenía 47 años y cuatro hijas de entre 2 a 16 años, las cuales, junto a su madre se trasladaron a Madrid a vivir tras el atentado.

Ana María junto con Sonsoles Álvarez de Toledo e Isabel O´Shea, fundaron en 1981 la Asociación de Víctimas del Terrorismo.

El 10 de enero de 1988, José Carlos Marrero Sanabria ponía fin a su vida en un centro psiquiátrico de las Palmas de Gran Canaria.

José Carlos era Guardia Civil, cuando resultó herido de gravedad en un atentado contra los GAR (Grupo Antiterrorista Rural) de la Guardia Civil en Zarautz (Guipúzcoa), el 28 de junio de 1986, diecinueve meses antes del 10 de enero de 1988.

El 28 de junio, sobre las 8:30 horas, un convoy del GAR transitaba por el Alto de Meagas, en Zarautz, para inspeccionar la zona, cuando un artefacto explosivo, colocado junto a la calzada y activado a distancia, estalló en el momento en que pasaba el vehículo.

La explosión mató en el acto al guardia civil Francisco Muriel Muñoz y resultaron heridos los guardias José Carlos Marrero Sanabria, Manuel Ángel Arenal Linares, Juan Carlos Carballo Gañán, José María Baltasar Gil, Ramón Perona Sánchez y Luis Pérez Bao.

Como consecuencia del atentado, José Carlos sufrió una insuficiencia respiratoria y un shock traumático, que le produjeron una grave lesión cerebral.

A raíz de las secuelas que tuvo, fue ingresado en un centro psiquiátrico de las Palmas de Gran Canaria, de donde era natural.

José Carlos aprovechó que el 10 de enero de 1988 le hizo una visita un compañero guardia civil, para quitarle su arma reglamentaria y suicidarse de un tiro en la boca.

Su madre recordaba años después que “Estaba muy mal. Quedó en muy malas condiciones y no pudo superarlo”.

José Carlos Marrero Sanabria tenía 28 años. Ingresó en la Guardia Civil con 23 años dispuesto a dar su vida por acabar con la lacra de ETA.

Ni olvido, ni perdón.

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