Alarma en la prisión de Alcalá-Meco tras un gran brote de COVID19 en el centro penitenciario

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Desde la Asociación Tu Abandono Me Puede Matar -TAMPM- denuncian un brote de Covid19 que afecta al Centro Penitenciario de Alcalá-Meco, Madrid II, el cual afecta a cuatro  de los trece módulos que hay en la prisión, los cuales están confinados, estando otro módulo a mayores en cuarentena, donde se encuentra el caso un interno con sarna.

El módulo de cuarentenas es donde pasan diez días los internos de nuevo ingreso, los que salen a diligencias al exterior, hospital, u otras gestiones.

Uno de los módulos confinados son de internos que en gran mayoría están de destino de trabajo en la cocina, por lo que al estar el módulo confinado no pueden ir a trabajar, para solventar esta situación, han encargado a varios internos, entre ellos a tres del módulo de ingresos, que hagan funciones de cocina, haciendo turnos de mañana y tarde seguidas, de cerca de doce horas.

El modulo de destinos son gente que trabajan en talleres y cocina de ahí el temor a que pudiera pasarse a otros módulos el contagio del virus.

Las pruebas PCR a internos se retrasan, y a los funcionarios, que se encuentran desprotegidos, se les niegan las pruebas PCR, estando a la espera de un protocolo lento y dudoso por el que han de pasar por cientos de internos.

¿Cómo empezó este brote?

Como bien explica TAMPM, todo surgió al final del mes de abril, donde un hospital alertó al Centro Penitenciario Madrid II de que un preso que había salido en libertad, y que había residido en el módulo cuatro de la prisión, estando con síntomas, “no estaba confinado porque no supieron verlo..”,  tuvo que ser ingresado por infección COVID.

“A día de hoy, porque esto fluctúa a peor cada momento, la situación es caótica y altamente preocupante, el centro no está preparado para esta situación de emergencia sanitaria, los protocolos de actuación no son claros”.

No hay espacio físico para materializar todas las medidas necesarias aconsejables para esta situación crítica de número de contagios. Aunque los profesionales penitenciarios están acostumbrados a sacar el trabajo adelante a pesar de la sangrante falta de efectivos, la falta de formación y la falta de medios materiales para realizar su trabajo, esta situación de emergencia sanitaria junto a las tensiones ocasionadas en la convivencia por las restricciones que conlleva, hace que el día a día dentro de la prisión sea excepcionalmente complicada.

Recordamos también que la media de edad de la plantilla de trabajadores es de más de cincuenta años, que todavía hay un gran número que todavía no se le ha suministrado la primera dosis de la vacuna, unos setenta profesionales, sobre todo de edades de 55 a 60 años, como consecuencia de los cambios de criterios de edad a la hora de suministrar la
vacuna AstraZéneca, y que el resto todavía está esperando resolución de sanidad para la segunda dosis.

Señalan que tampoco ha empezado la campaña de vacunación en la Comunidad de Madrid a los internos, como en otras comunidades autónomas que se está inoculando la vacuna Janssen a las personas presas, sin importar el límite de edad.

Situaciones tan extremas como las que se están viviendo en estos días en la prisión de Alcalá-Meco, dónde la salud de los internos y los trabajadores están en alto riesgo debido a la deficiente gestión de la pandemia por parte de los gestores de la administración penitenciaria, donde no existen protocolos claros de actuación y se improvisa tarde y sin planificación.

Los trabajadores Penitenciarios no entienden este deterioro, abandono y toma de decisiones siempre tardías por parte de la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias.

Ante situaciones de convivencia tan extremas, es muy complicado realizar su trabajo cuando a veces por falta de efectivos, está un funcionario trabajando solo en un módulo con más de 100 internos y como profesionales del sector de la seguridad pública que sufren diariamente agresiones no tienen la protección de la ley al no tener la condición de agentes de la autoridad.

Denuncian que tienen una legislación obsoleta, que no contempla su especialidad laboral y que se hace urgente un Estatuto Propio para el colectivo de Prisiones, así como la necesidad de protocolos claros de actuación para las diferentes situaciones que puedan surgir en el día a día, “parar ya de improvisaciones que ponen en riesgo la integridad física y psicológica de las personas, trabajadores e internos, y que de una vez por todas y dejando a parte ideologías políticas, se tome en serio y en valor este servicio público esencial que garantiza la seguridad de todos”.

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