Artículo escrito por Amara Martín @laflordehielo
La reciente actuación de Comisaría Central de Seguridad de la Policía Municipal de Madrid en el barrio de Lavapiés ha reavivado el debate sobre la labor policial en entornos urbanos complejos y la percepción pública de las fuerzas de seguridad.
Durante la intervención, un joven guineano de 26 años fue detenido mientras grababa una actuación policial con su móvil, una acción legal en España. Al no poder identificarse, fue reducido por los agentes, quedando inconsciente y siendo trasladado en ese estado a una patrulla.
La Fundación Raíces denunció el uso excesivo de la fuerza y solicitó un habeas corpus, que resultó en la liberación del joven al día siguiente.
La jueza de guardia consideró que la detención fue ilegal y que los agentes se extralimitaron en su actuación, abriendo una investigación para determinar posibles delitos por parte de los policías involucrados.
Este incidente plantea algunas preguntas fundamentales:
Cómo se percibe la labor de la policía en los barrios con alta diversidad cultural?
Están los agentes adecuadamente respaldados por las instituciones y la sociedad para desempeñar su labor en condiciones de seguridad y respeto?
Se está cuestionando su profesionalidad de manera justa?
Es esencial considerar el contexto en el que operan los agentes. En situaciones de alta tensión, rodeados por multitudes que pueden ser hostiles, los policías deben tomar decisiones rápidas para garantizar la seguridad de todos. La formación continúa y el respaldo institucional son cruciales para que los agentes puedan actuar con eficacia y dentro del marco legal.
La calle no es un despacho. Quienes juzgan desde la distancia deberían, al menos una vez, ponerse en la piel de un policía rodeado de gritos, insultos y amenazas, con una ciudadanía cada vez más polarizada y una justicia que a veces más centrada en el color de la piel que en el cumplimiento de la ley.
Quién protege a quienes nos protegen?