11-M: 17 años del mayor atentado terrorista en España

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A tres días de unas elecciones generales, se perpetró el mayor atentado terrorista en España, con 192 personas asesinadas y 1.856 heridos

Era poco antes de las ocho de la mañana del 11 de marzo de 2004, cuando estallaban tres bombas en un tren que llegaba a la estación de Atocha.

Siete bombas más hacían explosión en otros trenes de aquel fatídico día que nadie olvidará.

34 personas fallecieron en el tren de Atocha, 63 en el de la calle Téllez, 65 en el de la estación de El Pozo, 14 en el que estaba en la estación de Santa Eugenia, 16 en diferentes hospitales y un agente del GEO en el asalto a la vivienda de los terroristas.

Javier Torronteras. GEO fallecido en el piso de Leganés.

17 años después de los atentados queda un balance de 26 personas condenadas, de las cuales 17 ya están en libertad.

Nadie duda de que las fuerzas de seguridad respondieron con creces a la mayor emergencia vivida.

Algunos policías que se encontraban en sus días libres, al enterarse de lo ocurrido acudieron a su puesto de trabajo para ponerse en servicio y poder ayudar en lo que fuera necesario.

Los coches de policía, al igual que algunos taxis o coches particulares se convirtieron en improvisadas ambulancias que trasladaban a los heridos a los hospitales.

Ese día los policías y sanitarios tuvieron que hacer labores de psicólogos con las víctimas, no pudiendo muchos de ellos aguantar las lágrimas de impotencia y dolor.

Ese día todos los servicios de emergencias estuvieron a la altura de las circunstancias y respondieron con creces.

Desde los vigilantes de seguridad que se encontraban en las mismas estaciones de tren donde ocurrieron los atentados y que tuvieron que socorrer y evacuar en primera instancia a los heridos, hasta los sanitarios que tuvieron que hacer frente a una situación dantesca para las que nadie está preparado.

El resto de los servicios de emergencias de igual manera se volcaron en colaborar y socorrer a las víctimas, al igual que los ciudadanos que se encontraban en el lugar y que también se volcaron en ayudar.

La gente de la zona salió de sus casas para poder ayudar en la medida de sus posibilidades a los heridos.

Cientos de ciudadanos abandonaron su trabajo o sus clases para donar sangre, formando colas interminables.

Tal es así que se tuvo que hacer un llamamiento para que nadie fuera a donar, pues habían conseguido más de la necesaria y todavía había muchísima gente para donar.

Hoy recordamos a todos los fallecidos en ese terrible atentado y a todos los heridos, que de una u otra forma tendrán secuelas de por vida.

11-M “in memoriam”

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